Lilith: Mi Amiga

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No me sorprendió que Cosmo se fuera sin mí al campo de entrenamiento. Hace muchos años que dejé de ser su guardiana y él mi protegido. No sabía que ese lazo se podía romper y me dolió demasiado que él lo hiciera. Su excusa fue para proteger al reino en caso de que fuese capturada en algunas de sus conquistas pero esa fue una vil mentira que le dijo a la señora Laila para que no se enojara. Nadie sabe de eso solo nosotros tres y claro la estúpida de Begoña su fiel compañera. Él dejó de montarme porque no necesitaba que alguien le dijese que estaba mal matar a sangre fría, él no necesitaba que le impidiera divertirse y con diversión me refiero a coger a medio universo, él no necesitaba a alguien como yo.

 A un ritmo pausado le fue restando a mi autoridad hasta al punto de que ni puedo dar una orden porque Cosmo la desacredita, dándole más poder a Begoña. La deja comer al lado de él, le dio mi armadura que había hecho su padre Kenan para disimular que era yo, le dio mi antigua habitación que estaba al lado de la suya, le dio todo de mí y ahora no tengo nada. Ahora creo que me quitará el mando del castillo.

 Busqué a Aryana para liberar a Iñaki de la biblioteca. Me indignó bastante que crea que pueda tomar todo lo que quiere sin tener consecuencias. Aryana estuvo de acuerdo conmigo y liberamos a Iñaki. Los dejé y me fui otra vez al castillo sola y sin hacer nada porque todo está listo y organizado por los encargados, una manera de ayudarte, según él. Me puse triste cuando Eneka se fue con su esposo hacia los páramos del Este, que literal es al otro lado del reino dejándome con Cosmo.

—Pero ven conmigo —me suplica—. No vas a hacer nada aquí, podrás ver a mis hijos crecer y harás más estando conmigo que con Cosmo.

—Sabes que no puedo dejarlo —me disculpo—. Es mi protegido.

Miento.

—Si fuera tu protegido, no te tratara como lo hace —a mi hermana nunca le ha gustado como Cosmo me trata.

—Sabes cómo es él —lo justifico.

—Sí, lo sé —hace mala cara.

 Me devuelvo a la biblioteca para poder leer algo. Extraño cuando antes me podía convertir en una persona, todo era más fácil, ahora todo lo tengo que hacer con la boca o las pezuñas. Cosmo se enoja porque hago un desastre. Tomo un libro de la pila que sacaron por mí hace años y me entretengo hasta que llega Cosmo.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta enojado, como siempre.

—Leo un libro —digo sin prestarle atención.

—¡¿Dónde está el tigre que había dejado aquí?! —me quita el libro y lo tira contra la pared.

—¡Oye! —intento pararme pero él me lo impide.

—¿Dónde está? —ordena retorciendo mi mente.

—Detente, eso duele —le suplico.

—Dime.

—Se lo llevé a Aryana porque estaba vomitando.

 Él me suelta.

—Mientes —se cruza de brazos.

—¿Por qué lo haría? —me intento levantar pero por lo que me hizo Cosmo, es inútil.

 Él sale de la habitación y me preocupo por Aryana.

Que no le haga nada.

 Me levanto torpemente y me voy a mi habitación con el libro que tiró Cosmo. Me recibe mi cena, ahora como sola en mi cuarto ya que no soy una persona o caballo grata para el rey. Me quedo dormida pensando en todo lo que tuve y como lo perdí. Me levanto sin ganas al día siguiente, estoy cansada de lo mismo y de todo. Bajo hasta el granero y me encuentro a Iñaki devorando su enorme filete.

— ¡Hola! —saludo al felino alegre.

¡Cosmo no se lo llevo!

—Hola —me mira desconfiado.

— ¿Y Aryana?

—En los establos.

 Lo dejo comer y me voy a buscar a mi única amiga. Cuando llego, no hay ni un solo caballo en el lugar.

—Aryana —camino por el lugar.

—Sí, dígame —me sorprende. Ya que su guardián es una pantera, tiene el sigilo de una.

—Te estaba buscando —me volteo para hablar con ella—. ¿Por qué está tan solitario este lugar?

 Ella me explica que todos se fueron a entrenar y  llegan muy tarde en la noche.

—Vi a Iñaki comer —digo preocupada de que Cosmo no se lo vaya a llevar.

—Sí, el rey me dejó que lo entrenara tipo ejército y cuando creciera le iba a servir —dice un poco triste.

— ¿Convenciste a Cosmo de que te lo dejara? —murmuro abatida.

Yo jamás logro convencerlo de algo.

—Bueno, solo es temporal —me mira preocupada—. ¿Usted se encuentra bien?

 Niego con la cabeza y me desahogo con ella, es una extraña pero ya no aguanto más las humillaciones de Cosmo. Ella me lleva a un establo vacío. Y me consuela.

—No puede ser tan malo —comenta amable.

—No lo conoces —me sorbo la nariz.

—Pero si él no la valora como dice, dese su propio valor —me acaricia el cabello.

— ¿Cómo así? —la miro.

—Sí el rey no le da el valor que usted se merece, déselo usted misma. No porque sea su guardiana le da el derecho de tratarla mal.

—Tienes razón —digo entusiasmada, pero me deprimo enseguida—. ¿Pero qué hago?

—Puede ayudarme a entrenar a los más pequeños.

—Pensaba que todos estaban en el campo entrenando —cuestiono confundida.

—Los adultos sí, pero los cachorros les han dado muchos problemas y me los dejaron a mí.

—¡Serás mi jinete! —digo emocionada.

—No, señora me ayudará pero ya usted tiene un jinete que es el rey —se asusta cada vez más.

Hace muchos años que ya no es mi jinete.

—Sí, serás mi jinete —respondo tajante.

Salgo del establo feliz y contenta. Aryana se pone a mi lado.

—No me quiero meter en problemas con el rey.

—Ni lo notará —no es mentira—. Él no se fija en mí hace mucho, y mucho menos lo hará por acá —señalo el enorme corral donde Aryana entrena a sus animales.

Los Dos Reinos [I Libro De La Saga Dioses Universales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora