Marte: Una Noche De Amor

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Venus se fue con Adana a recostarse y yo me voy al estudio de Cosmo para conversar un poco con él, pero lo encuentro ataviado con el trabajo, sin embargo me introduzco en su estudio y me siento a esperar que se desocupe.

—¿Qué pasa hermano? —pregunta Cosmo con unos papeles desordenados en su escritorio.

—Nada —me recuesto—. ¿Todo bien allí?

—Se puede decir que si —mira pensativo el montón de papel y luego a mí—. La cabra de tu novia se enfermó, pero de seguro ya lo sabes.

—¿Va a ver un momento que no me leas la mente? —pregunto sarcástico.

—Sabes muy bien que no —se sienta en el mismo mueble—. ¿Cómo te fue con Aryana...?

 No termina la frase, ya que de costumbre se entromete en mi mente viendo lo acontecido conmigo, Venus y Aryana.

—Te juro por nuestra madre que mataré a tu novia —me amenaza, se levanta para servirse una copa de vino.

—No matarás a nadie —le advierto.

—¿Estás consciente que lo hizo apropósito? —pregunta tendiéndome una copa.

—Tal vez, pero no la hace una mala persona.

—Ya perdió mi confianza —da un buen trago a su copa.

—No seas exagerado —le resto importancia.

—No soy exagerado —me mira molesto—. Que más le dirá a Aryana para que se aleje aún más de mí.

—Aryana te quiere —lo tranquilizo—. Se le nota cada vez que escucha tu nombre.

—Me odia, querrás decir.

—Te odia porque te ama —me levanto y traigo la jarra de vino—. No todo está perdido y lo sabes bien, solo tienes que poner un poco más de tu esfuerzo.

—Esto es difícil —me arrebata la jarra derramando algunas gotas—. Nunca he tenido que rogarle a nadie y ¿sabes que es a nadie?

—No —digo cansado.

—Ni siquiera para detener una guerra, le he suplicando a alguien.

—Es que es diferente ya que la guerra son más fáciles que las mujeres —comento mirando al techo—. Y ni se te ocurra decirle a Venus que dije eso.

—Tranquilo que a tu mujercita no le hablaré —lo fulmino con la mirada.

—No te enojes que sabes que te quiero.

—Si, como sea —miro a mi copa—. Por lo menos Lilith no te vende como lo hace Franco.

 Él me mira con los ojos bien abiertos.

—Eres un puto genio —se levanta con una velocidad increíble y se dirige a una pequeña, pero espacioso oráculo que tiene en una esquina protegido con magia oscura. Él se quita su collar y se lo enrolla en la mano tocando la superficie del oráculo, él dice un par de conjuros en una lengua que sólo conocen su significado las Valquiras y los dioses oscuros que son mi hermano, su prima Tabitha y su señora Laila. Y Seth es el único de los dioses muertos y sus poderes trascienden en que puede pasar por el reino de los vivos como el de los muertos. Cosmo me dijo que antes de que Laila se casara con él ya había muerto, ya que para que fuese dios tuvo que morir primero. Eso pasó antes de que nuestras señoras hubiesen nacido.

 Tengo que hablar con él para preguntarle por qué salvó a Venus cuando era joven.

Cosmo habla con su guardiana Lilith y con hablar me refiero a que ella insulta a Cosmo por lo que le hizo a Aryana.

Los Dos Reinos [I Libro De La Saga Dioses Universales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora