|4|

305 27 1
                                    

•Celos•

Él azabache era celoso de naturaleza, siempre cuidaba a su lindo novio de los motivos de cualquiera, este era despistado, no podía culparlo. Creía que todos iban por un mismo motivo amistad Gregory no era idiota, sin embargo: aveces la ingenuidad de este le sacaba de quicio.

-¿Es que acaso no lo vez?. -Gruño él más alto. Mientras él mas pequeño soltaba un suspiró pesado.

-No, ¿que tengo que ver exactamente, Damien?. -Ironizó sus palabras, y él azabache gruñó. Pero recordó, que esa actitud tan odiosa y antipática del menor fue lo que lo había cautivado.

-Que McCormick y Marsh no quieren ser tus amigos. -Se llevó las manos a los bolsillos. Observando la reacción del menor. -Quieren ser algo más. -Acentuo la oración, solo para que él rubio entendiera.

Estaba preocupado.

-Oh, eso. -La respuesta tan indiferente del menor lo dejo en la nebulosa, no entendía una mierda. -Ya lo sabia. Idiota. -Camino hasta él, y sonrió mostrando esos adorables huequitos en sus mejillas. -No soy estúpido, y Kenny era muy obvio, ¿inglés a la sabana? Sus insinuaciones son peores que las tuyas. -Rodo los ojos divertido.

-¿Y Stan?. -Pregunto elevando una ceja, Gregory se encogió de hombros.

-Solo me pidió consejos para acercarse a Kenny, irónico y triste. -Suspiro ligeramente, mientras rascaba su mejilla. -¿Todo en orden? Mi celoso de mierda. -Hablo burlón. Él azabache resoplo.

-Muy gracioso. -Abrazo la pequeña cintura del rubio, acariciando los mechones que llegaban hasta sus dedos. -Pero solo quería dejarles claro de quien es esta adorable princesa. -Sonrio, mientras él rubio fruncía él ceño.

-¡No soy una chica! Y mucho menos una puta princesa, idiota. -Se cruzó de brazos, él anticristo río y abrazó mas su pequeña cintura. -Ademas. Le robaste él apodo a Craig. -Pico su pecho con la punta de sus dedos.

-Greg, en serio me estas provocando a dejarte marcas de territorio en todo él cuello. -Habló bajo él mayor. Con él rostro hundido en su delicado cuello olfateando su dulce aroma.

-No eres un perro para estar dejando marca. -Acuso, y una mordida pequeña le saco un suave jadeo. -No hagas eso. -Intento alejarlo.

-Olvide que era tu punto débil. -Sonrio, una fachada de sus verdaderas intenciones. Aun así, se sintió satisfecho de haberle dejado una marca roja en él cuello. -Igual no importa, mi pequeño ángel. Ahora vámonos. -Comenzo a caminar, mientras sonreía.

Porque lo amaba tanto que dejaría su cuerpo con todas sus marcas.

Shiposting "Damory"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora