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•Aniversario•

Damien era uno de los mejores conocedores de los gustos de Gregory, sabía mas que incluso su propia madre y eso, en parte. Le gustaba y enorgullecía, ese día era una fecha especial pues ya cumplían ocho meses juntos, ocho meses donde él rubio hizo mas alegres sus días y él, hizo más vivos los días del menor. Gregory aun era menor de edad, por ello. Aun no podía ir se a vivir con él como lo habían planificado, claro que su querida suegra no tenía nada en contra de que su lindo hijo se fuera a vivir con él anticristo, él que desaprobaba aquellas acciones era nada mas y nada menos que su querido “suegro”.

Aquella mañana en especial se levantó primero que él rubio, talvés no vivían juntos. Pero nadie le impedía quedarse a dormir en la casa de Fields, camino con cuidado por la habitación evitando así despertar a las mascotas de su rubio, hizo una pequeña mueca de tristeza de solo recordar que faltaba uno, uno que él mismo le había obsequiado a su novio para que le hiciera compañía. Le había tomado especial cariño al golden que se llamaba Cassier, y sabia que Gregory aún lo extrañaba.

Bajo las escaleras topándose con su suegra, la cual solo le sonrió y saludo con la mano terminando de beber su café mañanero.

—Buenos días, querido. —Saludo la mujer, dejando su vaso de café en la mesa de centro. —¿Ocurre algo? Bajaste mucho antes que mi hijo. —Pregunto curiosa.

—Buenos días, señora Fields. —Tomo asiento en él sofá grande, y solo asintió ante las preguntas sin prestar mucha atención. —Necesito su ayuda, hoy es mi aniversario de ocho meses con Gregory. —La sonrisa de la mujer le hizo saber que tenia toda su atención. —¿Recuerda a Cassier?

—¿Como olvidar a esa bola de pelos?. —La sonrisa de la rubia se desvaneció lentamente, hasta ella estaba dolida por la muerte del cachorro. —¿Tienes algún plan?.

—Si, necesitó que pida tres docenas de orquídeas. —Se coloco de pie haciendo un portal en él suelo, la mujer ni se inmutó. —Intentare recuperar a Cassier, por él.

Y dichas estas palabras, él anticristo abandono la mansión Fields dispuesto a como dijo “recuperar a Cassier”.

***

—Mama, ¿has visto a Damien?. —Pregunto él rubio que recién despertaba, sus cabellos desordenados y mas rizados de lo normal se lo hicieron saber a la mujer.

—Oh querido, salio muy temprano. —Fingio no saber nada, y observó una pequeña mueca de tristeza en él rubio de cabellos largos. —Ven cielo, sientate a comer mientras te peinó. —El menor obedeció, y tomo asiento en la silla comiendo su cereal mientras su madre peinaba su cabello.

—Mama, ¿me ayudarías en algo?. —Pregunto él rubio a lo que la mujer dio un "si" para que prosiguiera. —Hoy es mi aniversario con Damien, y no se que obsequiarle. —Bajo la voz con un deje de tristeza la mujer dejó de peinarlo y dejo un beso pequeño en sus mejillas.

—¿Que tal si la haces un postre? Eso seguro le gustara mucho. —Sugirio, y al ver como su hijo terminaba su cereal rápidamente río. —Cariño, come mas despacio. Ve a cambiarte y baja para que podamos comenzar a hacer él postre. ¿Ok?

—¡Ok!. —Sonrio de forma mas animada, mientras se levantaba y salia corriendo escaleras arriba. Lo ultimo que su madre vio fueron esos lindos rizos largos moverse.

Porque aunque Gregory tuviera diecisiete no dejaba de ser un niño para ella.

Veinte minutos pasaron, y escuchó los pasos de su hijo y de paso de las dos perras que seguían al rubio a donde quiera que fuera, sonrió y sacando los ingredientes le entregó un delantal a su hijo. Este miro con un ligero rubor en las mejillas dicha prenda y con ayuda de la mujer se lo colocó enrojeciendo de la pena, porque no sólo lucía demasiado adorable a ojos de su madre, sino que también viéndole él lado pervertido. Esta había dicho que lucía muy “apetitoso” y que talvés no debía de hacerle un postre al anticristo. Ya que él, era él postre perfecto.

—¿Listo, hijo?. —Pregunto la mayor. Él adolescente asintió. —Bien hijo, agrega primero la mantequilla... —Comenzo a darle instrucciones al rubio.

Y así pasaron dos horas, la mujer agradecía a ver llamado a la floristería cuando apenas él azabache se fue, las flores no tardaban en llegar y ella. Se había encargado de llenar de suficiente masa de pastel a su hijo para que se tuviera que bañar, mínimo. Una hora; una hora donde ella y unas cuantas empleadas más se encargarían de dejar él jardín trasero perfecto para los tórtolos.

***

La mansión estaba a oscuras y él no entendía él porque. No se podía a ver ido la luz por la sencilla razón de que en su habitación había de este. Unas velas, pequeñas llamaron su atención y con curiosidad empezó a seguirlas. Recogió chocolates y dulces que estaban en él suelo. Y así siguió hasta llegar al jardín trasero, donde antes de levantar la mirada dos frías palmas de manos ajenas estaban cubriendo sus párpados.

—¿Dami?. —Murmuro con notorios nervios. Él azabache río y beso su mejilla.

—Calmate amor. —Murmuro en su oído. Mientras lo hacia caminar. —Te tengo una sorpresa.

—Y-yo también te tengo una. —Hablo entrecortado y con un muy notorio sonrojo en las mejillas mientras caminaba con cuidado de no caerse.

Llegaron al centro del patio trasero. Allí estaba una mesa llena de comida y como postre especial él pastel que él rubio le había hecho a su novio. Aun lado de este, estaba él pequeño cachorro de golden que había muerto no hacia menos de dos meses. Y todo alrededor estaba decorado con las orquídeas que la madre del rubio había ordenado y luces pequeñas que iluminaban todo.

—Sorpresa. —Hablo él azabache una vez libero los párpados del menor. Este se adapto a la luz y se quedó pasmado observando todo. —Feliz aniversario mi amor. —Lo abrazó por la espalda y beso su mejilla percatándose de que esta estaba llena de agua. —¿Greg?

—T-tu. —Un pequeño sollozo escapó de los labios del rubio. Quien se liberó de los brazos ajenos y se arrodillo para abrazar al perrito que corrió a sus brazos. —¿C-como?. —Limpio sus lágrimas, cargando al canino mientras abrazaba al azabache y dejaba múltiples besos en sus mejillas.

—No fue fácil. Pero; ver tu carita de alegría lo compensa todo. —Sonrio enternecido por la reacción de su rubio y abrazó su cintura mientras besaba sus labios. —¿Te gusta?. —Preguntó acariciando su mejilla.

—Me encanta. —Sonrio con las mejillas rojas para luego bajar al perrito y dejarlo reencontrarse con las otras dos caninas. —Ojala mi regalo hubiera sido mejor. —Murmuro jugando con su cabello algo apenado.

—Amor, vi tu obsequió. —Respondió con calma y sus brazos rodearon al cuerpo mas pequeño. —Y me encantó. En especial por esos pedazos pequeños de mango. —Eso causó una risa al rubio que rodeo su cuello.

—¿Es tu favorito, no?. —Arrugo la nariz, un acto que causo mil sensaciones al azabache. —Feliz aniversario my love. —Beso sus labios de forma pequeña. —Pero aun te tengo un último regaló. —Se apartó ligeramente del azabache y abrió uno a uno los botones de su camiseta. —Espero te guste. —Aparto la camiseta dejándola deslizarse por sus hombros revelando un babydoll que hizo agua la boca del azabache.

—No me gusta. —Se acercó lentamente sosteniendo él rostro rojo del rubio. —Me encanta. —Murmuró contra su oído, y cargando a su novio por los muslos devoró sus labios.

Definitivamente él mejor aniversario que hayan tenido.

Shiposting "Damory"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora