II

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Narra Natalia

9:45

El día en la empresa se planteaba complicado. Una oleada de personas entraron en Lacuns S.L y de un momento a otro aquello parecía el patio de un colegio.

-¿Que es todo esto Garrido?-pregunte observando a toda aquella gente

-Los chicos de prácticas Lacunza, ¿no lo recuerdas?

Mierda. Lo había olvidado completamente.

-Joder, ¿me haces un favor?-le pregunte a Joan

-Como siempre-bufo este

-Ocupate tu, y pídele a Noelia que te heche una mano- conclui

Dios, esto estaba siendo una completa locura y el día solo acaba de empezar.

Me dirigí hacia la cafetería y me pedí un café. Estaba a punto de entrar a mi despacho cuando, a través de los cristales, vi a mi padre furioso.

-Padre que alegría verte por aqui-dije entrando en mi despacho

-Natalia déjate el sarcasmo para otro momento, estoy colapsado-dijo con un tono duro

-¿Ah si? ¿Eres tú el que está así? Porque yo creo que aquí ahora mismo la que está que no puede más, soy yo. Que solo tengo 23 años y ya estoy a cargo de una de las empresas más importantes de la capital, joder-dije bufando

-Llevas toda la vida viendo como trabajo, no creo que sea tan difícil Natalia-dijo con un tono más relajado

-Claro que no es difícil padre, pero entiendeme. No puedo estar agusto aquí, cuando realmente lo que yo quiero es estar en otro sitio

BUM.

Eso fue una maldita bomba para mi padre.

Le cambió la cara.

-Ah vale que es eso. ¿Es que ahora quieres jugar a los cantantes o que? Mira Natalia ya hemos hablado de esto, no sirves para eso, no te vas a ganar la vida de esa manera, ya basta-dijo finalizando con un golpe en la mesa.

Justo en el momento en el que iba a contestar a mi padre, alguien abrió la puerta.

-¿Que esta pasando aquí?-pregunto Africa, mi secretaria

Mi padre sonrió de una manera indescriptible.

-Enseña modales a tus empleados Lacunza-dijo mi padre mientras desaparecía por la puerta

Odio, eso es lo que sentía en ese momento. Me volví a sentar en la silla, apoyando los codos en la mesa y enterrando mi cabeza en mis manos.

-Yo, lo siento Nata...-intento hablar África

-Vete Africa-dije en un tono neutro

-Pero yo..

-¡Que te vayas!-dije clavando una mirada dura en ella.

Africa cerró la puerta y yo me derrumbe en aquel despacho, el cual poco a poco me iba consumiendo la vida.

Continúe toda la mañana poniendo orden por la empresa y revisando algunos informes que había dejado Garrido sobre mi mesa.

8:27

-Chicos me marcho, Africa por favor cierra tu-dije mientras me marchaba por la puerta.

Llegue a mi casa, me duché y me puse lo mejor que tenía en mi armario.

Hoy pretendía beber hasta olvidar mi nombre.

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-Un ron con coca cola por favor-le pedí a la camarera del otro día

-El otro día te fuiste sin bailar conmigo, esta noche no te lo perdono morena-dijo guiñandome un ojo

Le sonreí. ¿Por qué no?

-Aqui tienes guapa, te estaré esperando-dijo mientras se ponía a atender a otros clientes.

Cogí mi copa y bebí casi la mitad de ella. Creo que ya estaba preparada.

Me fui al centro de la pista y lo di todo. Al igual que el otro día, todo el mundo se me quedo mirando. Me sentía poderosa, sentía que esa noche podría acabar con cualquier persona en la cama.

Una mano agarró mi brazo y me sacó de todo el barullo de gente.

-Pero bueno morena que haces tu aqui-dijo la chica rubia del otro día

-Pero bueno Mari, que alegría verte-dije abrazandola

-Pues ya ves, esta es mi segunda casa-dijo soltando una carcajada

-Voy a por otra copa, ya nos vemos por aqui-dije perdiendome de nuevo por la gente mientras escuchaba como María se despedía

Llegue hasta la barra y ahí estaba ella, otra vez.

Cada una en una parte de la barra.

-¿Me concedes este baile?-dije con cachondeo

Esta rodeo la barra y se quedo delante mía, cogió mi mano y me llevo hasta la pista.

Con crazy in love de fondo, comenzamos nuestro baile. La verdad es que se movía increíblemente bien.

-Bailas muy bien-dije en su oído

-Claro, soy bailarina-dijo riendo

Claro.

-Me llamo Claudia encantada

-Natalia-dije cuando de pronto sentí un suave beso en mis labios.

Esta chica iba fuerte.

Continuamos nuestros bailes, copa tras copa. Cada ves nuestros roces eran más calientes y que me estuviera comiendo el cuello tampoco ayudaba mucho.

-Oye, creo que me voy a tener que ir, voy pasada de copas y no estoy muy acostumbrada a esto-dije con una mueca

-No te preocupes, no pareces de esas que se van al baño con la primera camarera que les piropea-dijo con una sonrisa tímida

-Lo siento-dije disculpándome

-Si me necesitas, ya sabes donde buscarme-dijo mientras volvía a su puesto de trabajo

Yo sin embargo, salí de aquella discoteca un poco perjudicada. Bastante. Estaba borracha y cachonda.

Perfecto.

Estuve caminando un buen rato sin rumbo, hasta que me pareció ver a unas chicas de la calle. Lo normal de estos barrios.

Pero es que mi mirada se quedo fija en una rubia impresionante. Llevaba el pelo corto, rubio platino, con la nuca rapada, una falda bastante corta y una camiseta transparente que dejaba poco a la imaginación.

Era increíble aquella mujer. Podría tener todo lo que quisiera con ese delicado rostro.

Por inercia o por el alcohol me acerque hasta ella, llamando la atención también de sus compañeras.

-Buenas, quiero un servicio- dije sin saber muy bien por qué lo dije

-Lo siento preciosa, no trabajo con mujeres-dijo con una sonrisa

Joder esa sonrisa, esa cara. No se que me estaba pasando, he bebido demasiado.

-Oye guapa yo si que trabajo con mujeres-dijo una mulata de anchas caderas, con el pelo corto y a lo afro.

La mire y nege.

-Tengo dinero-dije volviendo mi mirada a aquella rubia

-Y yo tengo muy pocas ganas de perder el tiempo-dijo acercándose a mi.

De un momento a otro, todo negro.

No veía nada, ni si quiera la veía a ella.

No veía, nada.

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Femme Fatale| AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora