Narra Natalia
Otro día en la oficina. Todos eran iguales, aburridos y calurosos. Estaba deseando que llegara el verano para tener vacaciones.
Aunque hoy el dia se planteaba un tanto diferente.
Propuesta de compra para el Lacuns S.L
No digo más.
Esto se repite prácticamente cada maldito mes.
Un empresario con muchos billetes se piensa que, por ofrecer una cantidad alta de dinero, voy a dejarle todo lo que lleva construyendo mi familia desde hace mucho tiempo. Prácticamente pierden el tiempo.
Y os preguntaréis ¿Porque no lo rechazas y te ahorras esa reunión?
Chicos, no sabéis lo graciosas que se ponen esas charlas.
Me encontraba caminando por la empresa viendo que todo se mantenía en orden. Noelia estaba a sus labores, Garrido siempre con sus tonterías y Africa... bueno Africa simplemente estaba.
El otro ala era bastante más organizado. Trabajaban duro, lo llevaban todo al día.. vaya lo que hay que hacer.
Estaba a punto de llegar a mi despacho cuando una voz me frenó.
-Jefa, en 15 minutos tienes que estar en la sala 3, vienen los pastores-dijo mi secretaria
Así era la manera cariñosa que teníamos de nombrar a todo aquel buitre que se pasaba por allí con sus maletines llenos de dinero.
-Esto se va a poner interesante, Africa conmigo-dije invitando a mi secretaria a pasar una buena tarde.
45 minutos despues
-Señorita Lacunza, le estoy ofreciendo todo lo que puedo, ¿ni si quiera es negociable?-pregunto el hombre ya cansado
-Es que es muy fácil de entender, no le voy a vender una empresa por ese precio, cuando aquí en 6 meses hemos generado el doble de eso-dije por tercera vez
-¿Puedo hablar con tu padre?-pregunto
-No, no puede hablar con mi padre, yo soy ahora la que tiene el control de todo esto, soy yo la persona con la que tienes que tratar cualquier tipo de asunto-dije con un tono serio
Balbuceo algunas cosas que no pude llegar a entender, hablo demasiado bajo intentando llegar a un punto en común con sus acompañantes.
-Voy a ser claro ¿Cuanto quieres?-pregunto decidido, después de hablar con los suyos.
-Quiero... quiero unas palomitas con mantequilla eh Afri, que buenas que están-dije provocando la risa de mi secretaria
-Pero bueno, ¡que maneras son estas de tratar un asunto tan importante! ¡mujer tenías que ser!-dijo gritando aquel energúmeno
Aquello que soltó por la boca hizo que mis carcajadas cesacen.
No sabéis el asco que sentí en ese momento.
-Perdona, ¿vas a venir tu a mi empresa a decirme a mi que una mujer no puede llevar todo esto? Pues te voy a decir una cosa, machito de mierda, ¿todo esto que ves aquí? Si, es gracias a mi padre, pero si no es por mi, se lo come la mierda, así que gracias por su visita eh, espero que no tener que volver a ver su cara de baboso resentido-dije abriendoles la puerta con desprecio
Él y sus acompañantes se fueron bufando y probablemente maldiciendome, pero oye, yo me había quedado muy agusto.
Me volví a sentar en la silla, la cual era contigua a la de Africa.
-Pues joder, si lo se, vengo a todas las reuniones-dijo Africa provocando una risa agria en mi
Estaba harta de tratar a gente como el. Por su culpa estamos como estamos.
Minutos de silencio, donde sin quererlo ni beberlo, hizo presencia su bello rostro.
Aquella maldita rubia se había colado en mi cabeza y no podía sacarla. Aunque tampoco quería.
Aquellos ojos tan grandes color miel, adornados por aquellas largas pestañas en las que me enredaria durante horas. Aquella sonrisa capaz de borrar cualquier mal del mundo. Sus labios, la delgada línea que marcaba su pequeña y redondeada mandíbula.
Joder y su puto cuerpo. Eso si que era un pecado. Ojalá perderme ahí durante horas.
-Hey jefa, que te fuiste a Albacete, manda cojones la cosa-dijo Africa reclamando mi atención.
-Perdona, tengo que irme-dije levantandome a toda prisa y prácticamente dejándola con la palabra en la boca.
Sali rápidamente de la empresa, cogí el coche y me dirigí a casa de mis padres. La verdad es que en mi cabeza tenía otros planes pero tenía que hacer tiempo, además, hacía mucho tiempo que no veía a Elena, mi hermana.
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-Nat por fin!-dijo Elena nada más verme, lanzándose a mis brazos.
-Lo siento, debería venir más, lo sé, pero tengo la cabeza demasiado perdida en la maldita empresa-dije con coraje
Mi madre me ofreció su consuelo a través de aquella preciosa sonrisa.
-Anda hija, ponte cómoda, voy a prepararos algo de cenar-dijo con su dulce y calmado tono de voz
Mi hermana y yo asentimos.
-¿Y Santiago y papá?-pregunte
-Tu padre estará en el jardín, tenia unas cosillas que arreglar, y Santi... bueno Santi esta con sus amigos-dijo mi madre
Entiendo.
Últimamente mi hermano estaba teniendo unas compañías un poco extrañas. Todos estábamos preocupados por el, pero era casi imposible hablar con el sin que saltara a la defensiva.
Mi madre acabó de preparar la cena mientras que Elena y yo nos poníamos al día.
Cenamos, nos reímos, jugamos al Mario kart, vimos una película, nos pusimos melancólicas recordando aquellas canciones que cantábamos de pequeñas...
Lo típico en mi familia.
Las 2:35 de la madrugada. Joder.
-Bueno mamá, Elena. Me marcho, es demasiado tarde-dije levantnadome del sofá
-Por eso mismo cariño, quédate. Sabes que tu habitación está igual que como la dejaste-dijo mi madre
-Bueno a lo mejor faltan algunas cosas-dijo Elena con un tono de miedo
La fulmine con la mirada a lo que ella se rompió en una carcajada.
-De verdad, tengo que irme, y no mamá, no es negociable-dije apuntandola con el dedo.
Asintió. La conocía demasiado bien.
Cogí el coche y me dirigí hacia la calle 300.
Allí estaban las chicas del otro día, pero ni rastro de mi rubia.
-Joder, donde estará metida-dije dando un golpe al volante
No pude resistirme, ya estaba ahí, no iba a perder la oportunidad. Sali del coche y me acerque hasta ellas.
-Anda pero si es la morena del otro dia, ¿no has podido resistirte a este chocolatito?-dijo conteneandose la mulata de la noche anterior
-No, muchas gracias, venia buscando a la rubia-dije yo
-Alba no está-dijo ella sin más.
Alba.
Así se llamaba.
Tan bonito y dulce, como ella.
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Femme Fatale| Albalia
FanfictionNatalia Lacunza, la directora de una gran empresa tras la dura enfermedad de su padre. Alba Reche, una prostituta con un pasado demasiado turbio. Dos personalidades muy diferentes. ¿Que pasará entre estas dos chicas?