Te lo prometo

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-Entonces, ¿Vas a aceptar?- preguntó Nain. Ambas estábamos en el sofá doble. Ella estaba sentada con las piernas recogidas sobre su lado, mientras que yo me mantenía tumbada con la cabeza sobre sus rodillas. Ese era, tal vez, mi lugar preferido en el mundo.

Estar una junto a la otra, dejando que acariciase mi cabello con sus suaves manos.

Esa era su forma de consolarme cuando algo me afligía. Eran pocas las cosas que llegaban a importarme lo suficiente como para dañarme, pero existían algunas. Cuando era pequeña, el no tener amigos o conocer niños de mi edad me martirizaba. Cuando pasé por la adolescencia y mis poderes empezaron a presentarse con frecuencia, las pesadillas se volvieron parte de mi día a día. Y ahora que me podía considerar adulta, y que podía aceptar que había cosas que me acompañarían toda la vida, no podía ni siquiera pensar en dañarla a ella.

-Creo que eso es lo que debería hacer- le contesté taimadamente.

-Esto no se trata de lo que deberías hacer, Katherine- dijo mientras presionaba mi mentón para que la mirase. Sus ojos estaban algo rojos, pero ninguna lágrima se asomaba. Ella era demasiado fuerte como para dejarse llevar por las emociones.- Sino de lo que quieres hacer, cielo- rozó otra vez mi pelo con la yema de sus dedos y luego acarició mi mejilla.- Ahí fuera hay todo un mundo de peligros, Kate. Pero eso ya lo sabes.

-Me has preparado de todas las formas inimaginables para lo que me espera en el futuro- dije mientras agarraba la mano que sostenía contra mi cabeza y la giraba para acariciar su palma con mi dedo índice.- Pero no pudo seguir huyendo más. Por alguna razón que desconozco puedo hacer cosas que los demás no, y aunque yo no lo quiera, no puedo hacer nada por remediarlo. Solo decidir que hacer con lo que tengo.

-Aún eres joven-dijo mirándome seria- Muchas personas a tu edad no saben que quieren hacer.

-Ya, pero yo no soy como los demás- dije, dándole una pequeña sonrisa que ella copió al instante.

-Eso me lo dejaste claro hace mucho tiempo- volvió a acariciar me pelo- a veces me asusta lo rápido que has crecido. Es como si de un parpadeo, hubieses pasado de aquella niña que le temía a la oscuridad a la adulta que hoy no se deja amedrentar por nada.

-Aprendí de la mejor- esta vez fui yo la que rozó los mechones rebeldes que se habían escapado de su media cola.- Nunca tendría lo suficiente para pagarte todo lo que has hecho por mí, Nain.

Las lágrimas se habían vuelto contra mis deseos y habían desertado contra mi voluntad, rodando por mi mejillas para chocar contra la suave lana de su suéter.

-¡Oh, a ulaidh agam! No llores por favor, tú no me debes nada, al contrario- me secó las lágrimas de la cara con las mangas de su chaleco- eres más de lo que alguna vez pude llegar a desear, Kat. Podría haber soñado con la familia más perfecta que podría alguien tener, pero no se asemejaría jamás a los años que he vivido a tu lado.

-No puedes decir eso después de todos los problemas que te he acarreado-dije abrazándome a su torso. Quería agarrarme a ella y nunca volverla a soltar- y los que vendrán una vez sea parte de esa locura de equipo. No puedes pensar eso después de considerar lo tranquila que hubiese sido tu vida si nuestros caminos nunca se hubiesen cruzado en Inverness.

- Si pudiese volver al pasado lo haría- cuando esas palabras salieron de su boca mi corazón se encogió. Me separé de ella para mirarla a los ojos en busca de dolor o arrepentimiento, pero solo vi alegría- para volver a pasar frio en aquellas sucias calles y encontrarte de nuevo; Poder volver a darte mi calor; Tenerte en mis brazos para sentir otra vez el estar completa contigo. Estaba perdida y sin rumbo hasta que tú me diste una meta, mo Ashlynn. Tú siempre serás mi mayor orgullo- para esa parte del discurso ya estábamos ambas llorando y conteniendo sollozos.- y nunca nadie ni nada podrá cambiar eso.

Me abracé fuerte a ella, y ella a mi. Quería grabar ese momento en mi retina para que durase siempre. No porque fuese triste, alegre o amoroso. No porque nos hubiésemos sincerado a tal punto de dejar claros nuestros mayores miedos. No porque supiese que a partir de ahora todo podía cambiar.

Quería guardarlo para mí porque se acercaban momentos malos. Momentos en los que tendría que hacer de tripas corazón y dejar todo fluir. Días en los que todo se vería negro. Y, por supuesto, no faltarían las razones para desear estar así, abrazada a ella, en nuestro pequeño mundo donde solo existíamos nosotras dos.

Lo recordaría porque, ese brillo en sus ojos que solo me dedicaba a mí, parecía compararse al sol cuando ahora me veía. Y porque sería esa misma pizca de luz la que me iluminaría siempre que la necesitase. Estuviese donde estuviese, siempre la tendría para mí.

Dejamos que el tiempo pasase mientras estábamos unidas. Y con las horas, las lágrimas nos abandonaron para embragarnos los recuerdos. Tuvimos toda la noche para rememorar todos estos años felices.

Sólo cuando llegó el alba ella dejó salir lo único que le faltaba por pedir.

-Kate, antes de que te vayas y te olvides de mí, quisiera pedirte algo- dijo con una sonrisa en sus finos y delicados labios.

-Jamás me olvidaría de ti, Nain.- dije chocándole el hombro con mi mano en forma de broma.

-Bueno, pues antes de que te vayas y te acuerdes, estés donde estés, de esta vieja decrépita- dijo recolocándome la camiseta en su sitio- me gustaría que hicieses algo por mí.

-Lo que tú quieras, Nain-

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-¡Auch!- dije mientras me agarraba a la camilla de cuero sintético de aquel pulcro antro.

-Deja de quejarte, Katherine- dijo Nain desde una silla a mi lado- Me rogaste por años a que te dejase hacértelo. No te vuelvas una quejica ahora.

El señor que tenía inclinado a mi espalda se levantó para admirar su obra y pasó un papel húmedo sobre mi adolorida espalda.- Esto ya está. ¡Listo! Ya te puedes levantar, lindura.

Se apartó de mi vera y nos dejó espacio a mi abuela y a mí mientras preparaba la cura con la que me cubriría una vez me terminase de ver.

Me levanté de allí y me senté con cuidado. Mi abuela le dio la vuelta al camastro y se paró ante mí, esperando mi reacción.

-Sabes, cuando me dijiste que querías que hiciese algo por ti, no me esperé nada de esto.- dije sarcástica, acercándome al espejo de la pequeña sala.

-Bueno, es mi manera de asegurarme de que siempre te acordarás de tu promesa- dijo posándose a mi lado mientras yo me miraba la espalda. - es mi modo de saber que nunca olvidarás quien eres y cuales son tus raíces.

La miré una última vez antes de detallar por fin el tatuaje.

La miré una última vez antes de detallar por fin el tatuaje

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-¿Hacían falta tantas flores?- dije. Si me quería labrar una reputación de chica dura, lo tenía crudo con esto en medio de la espalda.

Ashlynn (Natasha Romanoff x Chica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora