Desgracia en Lagos

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La ciudad más grande de Nigeria me estaba resultando un incordio. ¿El maldito pulpito frito inmortal no podría haber escogido algún lugar más fresco para variar? Pensé luego de secarme por cuarta vez el sudor de la frente con el mismo trapo con el que simulaba estar limpiando algunas cosas grasosas de la moto prestada por Steve.

Según las investigaciones del Capipaleta y compañía, el cabrón de Rumlow había sobrevivido a mi ataque de las navidades pasadas y ahora se hallaba armando disturbios por toda África. Era peor que un grano en el culo.

Así que ahí nos encontrábamos, en unas calles circundantes al supuesto objetivo: una comisaría de barrio.

Natasha y Wanda se estaban tomando un refrigerio en una cafetería que se hallaba en la esquina, y que poseía unas maravillosas vistas de toda la calle. Sam en la azotea, donde vigilaba desde las alturas todas las calles que daban a la principal. Steve estaba en algún piso del edificio frente a la comisaría, no se cuál. Y a mí me habían puesto abajo, en plena calle. Manchada en algunas zonas de aceite y fingiendo ser una viajera que arreglaba su moto aparcada en la acera.

Dios, a quien quiero engañar. Apenas y sabía conducir, menos voy a saber que es lo normal a la hora de revisar este chisme. ¿Por qué no podía tomarme yo también un zumo a la sombra en la cafetería? El sol en la cara no me gustaba nada y menos que esta mierda de sitio este en otoño pero haga tanto calor como los veranos de Nueva York.

Las chicas íbamos de paisano, por lo que no llevaba mi super traje, sin embargo los chicos sí. Pensaba matar a Steve después de esto.

Camiseta blanca de media manga, gafas de sol grandes para la moto (y para no perderme nada de la calle), y vaqueros ceñidos negros de talle bajo. No sé en que estaba pensando Natasha al vestirme así pero desde luego estaba cumpliendo alguna fantasía suya fijo.

-Dime que ves, Wanda- escuché a Steve decir por el auricular en mi oído derecho.

-Los clásicos polis locales. La comisaría no es grande. La calle es tranquila- le dio un sorbo a su té frío en lo que daba otra breve visual a la calle. Tanto ella como la pelirroja llevaban chaquetas de manga larga, lo cual hasta para mí era sospechoso, ya que toda la gente de la calle llevaba manga corta.- Es un buen objetivo.

-Hay un cajero en la esquina, lo que significa. . .

-Cámaras-

-Y policías armados comiendo donuts- me apresuré a complementar.

-Kate- me riñó el rubio por el pinganillo. Casi me lo podía imaginar balancear la cabeza en su ya conocido gento reprobatorio.

-Vale, ya me callo-

-Wanda, las calles que cruzan son de un solo sentido-

-Son vías de escape arriesgadas.- cosa muy cierta. Todas daban a la principal y muy estrechas.

-Por no decir suicidas. Las aceras son minúsculas y la mayoría de vehículos están mal aparcados. Una huida por aquí en un vehículo grande sería un desastre.- Me pasé el trapo antes amarillo por los dedos sucios. ¿Cómo me he podido manchar tanto fingiendo hacer algo? Steve tiene este trasto todo pringoso.

-A nuestro hombre no le importa que le vean ni teme causar destrozos en su huida-Steve llevaba mucho tiempo esperando este momento. Miré de reojo las paginas de periódico que estaba usando para apoyar algunas cosas en el suelo. En una de ellas aparecía la cara de Rumlow antes de que se convirtiese en un churrasco andante.- ¿Veis el Ranch Rover que va avanzando?

-¿Ese rojo? Es mono-

-Pues el tío que lo conduce no, desde luego. ¿Aquí es tradición untarse el pelo con mantequilla antes de salir a da una vuelta?- no sé si era por salir con Natasha o por ser lesbiana, pero los tíos de hoy en día cada vez me parecían más feos. Tal vez fuesen las modas masculinas poco favorecedoras.

Ashlynn (Natasha Romanoff x Chica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora