¡Solo responde a la pregunta, Johnson!

991 85 88
                                    

Tenía sueño.

Eso era lo único que podía recordar. 

Tener sueño y sentir la colcha de punto de Nain cubrirme de pies a torso mientras descansaba en el sofá del salón de casa. Con una suave música llenando la estancia desde el altavoz de la estantería. Arpa y violín en una lucha encarnizada por ver quien predominaba en la balada. 

Permanecí quieta mientras escuchaba pasos moverse por la sala, centrando toda mi atención en la persona que se movía libremente por la casa. Disfrutando de las oleadas de menta y lavanda que luchaban contra la propia esencia a Heno de Pravia que había adquirido el apartamento con el paso de los años. 

Cuánto la había echado de menos.

Pude escuchar el frotar de sus pies contra la alfombra cuando se acercó hasta donde yo estaba, percibiendo su leve risa al apoyar poco a poco sus piernas a los lados de mi cadera, terminando por colocar sus manos a ambos lados de mi cabeza, dejando que sus rizos revotasen contra mis mejillas. 

Menta y lavanda.

Nat.

Abrí los ojos por puro instinto cuando sus labios rozaron la punta de mi nariz. Su suave risa sonó como las campanillas que zarandea la brisa de verano.-Shhhh, cierra los ojos un poco más.

Obedecí a sus palabras y volví a cerrar los ojos, dejando mi cuerpo flácido a su merced. Había extrañado tanto cada una de sus caricias, cada roce disimulado o beso robado. El tiempo separadas se había sentido una eternidad- Te he extrañado horrores.

-Ya estoy aquí- y me besó. Haciéndolo como solo ella sabría hacerlo. 

Empezando un baile entre ambas lenguas al compás desacelerado de nuestros propios corazones. 

Quise continuar el beso y dejar que todo fluyera, pero no se sentía igual. No se sentía real. 

Podía apreciar el calor de su toque, y la ternura de sus labios. . . pero ya no había cosquilleo. No sentía ese temblor que provocaba su leve roce contra cualquier parte de mi cuerpo. No la sentía ahí.

Ella no está aquí, me recordé a mi misma, intentando gravarme en mi propia esencia el hecho de que su presencia a mi lado era imposible. 

-No- separé como pude su cuerpo del mío, intentando recuperar espacio y cordura al mismo tiempo.-No estás aquí.  

¿Porqué tenía que parecer tan real? Eso lo estaba complicando todo.

Respira hondo Kat. 

-Hace tiempo que ya no estás.

Cerré los ojos, inspirando lentamente, alejando de mí la imagen de la rusa. Pero la alucinación tenía otros planes.

-Mírame- sus manos sostuvieron mi rostro. Ya no las notaba tan calientes, sino frías. Como si hubiese metido las manos en hielo antes de acercarlas a mi cara.- Abre los ojos. Mírame.

Y aún sabiendo que no era real, le hice caso. Abrí lo ojos y la observé. 

Estaba exactamente igual a hace unos meses. Con su piel tersa apenas bronceada y sus mejillas sonrojadas. Sus ojos llenos de tonalidades de un verde vivo que me miraban con esa nota de amor que me llenaban de gozo cuando nuestras miradas coincidían en el pasado. Su pelo, ese que adoraba por el rojo intenso que cobraba vida propia con las hondas que se movían con sus movimientos  . . .

Con cada detalle que apreciaba en ella, más me costaba respirar.

-Esto no es real- respiré hondo, sintiendo un escalofrío cuando sus dedos helados recorrieron el perfil de mi cara.- Tú no eres real. 

Ashlynn (Natasha Romanoff x Chica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora