Capítulo 39: Tsunade Senju

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Mito reapareció junto a sus heridos compañeros a Konoha, específicamente en el hospital.

-¡Ayuda por favor!- gritaba a los 4 vientos Mito, hasta que una enfermera la fue a atender.

-¿Qué les ha pasado?- preguntó la mujer.

-Enfrentamos a Menma Namikaze y Sasuke Uchiha, pero nos derrotaron ampliamente. Mi hermano tenía una espada envenenada, y dejó en grave estado a Shikamaru Nara y Neji Hyuga. Los otros se enfrentaron al Uchiha.- dijo Mito, y varios médicos ayudaron con el asunto.

Mito solo había perdido mucho chakra y sufrió una rotura en un hueso del brazo, pero el chakra del Kyubi ya la estaba ayudando. Pero Chouji, Shikamaru, Neji y Kiba habían sido enviados a terapia intensiva.
Minato llegó al hospital y su hija le contó lo sucedido. Suspiró por su impotencia, pero las peores noticias las traía la enfermera.

-Hokage-sama, el veneno que circula en la sangre del Nara y el Hyuga no es reconocido. No somos capaces de eliminarlo, su estructura cambia muy rápidamente cuando hallamos un posible antídoto.- dijo triste la médico.

-¡Mierda!- dijo Mito, golpeando su puño contra la mesa.

-Solo nos queda una opción...- dijo Minato, el cual invocó un pequeño sapo mensajero y le dijo que busque a una cierta persona.

Dicho individuo estaba meditando en el Monte Myoboku de los sapos. Tenía pelo blanco, y...

-¡JIRAIYAAAA!- gritó el sapo mensajero, el cual aterrizó bruscamente en el pecho del Sannin.

-Dime.- dijo el hombre.

-Minato te llama, tiene una misión para ti.- dijo el sapo.

Minato ya estaba de vuelta en su oficina, y estaba acabando con el papeleo con ayuda de sus clones. Jiraiya apareció en una nube de humo y se puso de brazos cruzados.

-¿Qué es tan urgente?- preguntó serio el peliblanco.

-Mi hijo Menma desertó de la Aldea, y parece que Orochimaru le dio su Kusanagi. Ahora Shikamaru y Neji tienen el veneno en la sangre, y los médicos no los pueden ayudar.- informó el Hokage.

-¿Entonces que quieres que haga?- preguntó Jiraiya.

-Necesito que la vayas a buscar.- dijo serio el rubio.

-¿Te volviste loco?- preguntó Jiraiya.

-Ella es la única que puede ayudar a estos chicos. No debemos desperdiciar su potencial...- dijo el ojiazul.

-Bien, pero necesito un acompañante. ¿Dónde está Naruto?- preguntó el peliblanco.

-Olvídate de él, se fue de viaje para entrenar.- dijo Minato.

-Yo lo acompaño.- dijo Mito, que recién había entrado por la ventana.

-¿Estás segura?- preguntó el Sannin.

-Sí.- confirmó la rubia.

-Vamos, no deben perder el tiempo.- dijo Minato, viendo como su Sensei y su hija se iban de la oficina.

Naruto se encontraba bastante agotado, y solo le faltaba media hora para terminar. Los minutos corrían, y el ojiazul esquivaba desde bolas de fuego a patadas y puñetazos. Faltando nada para terminar, Igneel intentó darle una patada en la cara a Naruto, el cual logró atraparle la pierna y comenzar a rotar sobre su eje. Lo lanzó hacia el aire, y Igneel se recompuso en el aire y volvió a su forma de dragón.
El puño de Naruto se envolvió en llamas, mientras el dragón rojo oscuro tomaba mucho aire. El rubio saltó a gran velocidad hacia Igneel, el cual terminó su último ataque.

-¡Llamarada descendente infernal!- dijo el dragón, escupiendo un chorro de fuego hacia abajo.

-¡Puño del dragón!- gritó Naruto, el cual canalizó el fuego para que su puño sea puntiagudo.

El rubio atravesó las llamas y le dio con su puño en la cara a Igneel, mandándolo a volar hacia arriba. Le tomó la cola y lo lanzó hacia abajo, y al estrellarse contra el suelo Igneel cayó inconsciente. Ryujin sonrió, viendo que el aura de Naruto era ahora amarilla.

Mito y Jiraiya habían llegado por fin a una Aldea bastante turbia. Había casinos y bares por todos los lados, y sin lugar a dudas se podía decir que todos los habitantes tenían alcohol en sangre. No había niños ni ancianos, solo adultos de entre 25 y 55 años. Pero sacando eso de lado, era raro ver como las casas de apuestas estaban abiertas un mediodía, y eso hablaba mucho de los habitantes de dicha Aldea.
La buscaron todo el día, y a eso de las 18 hs decidieron posponer la búsqueda y buscar un lugar donde dormir. Luego de alquilar por una noche un pequeño departamento de dos habitaciones fueron a comer algo a un bar.

Entraron a un bar bastante agradable, y allí se encontraron con lo que estaban buscando. Una mujer de pelo largo rubio atado en dos coletas bajas, unas calzas azules oscuras ajustadas, sandalias negras y una camisa gris estilo kimono que apenas contenía a sus prominentes pechos. Como sobretodo usaba una chaqueta holgada y larga verde sin abrochar adelante, y que en la espalda tenía el kangi para "Apuesta" encerrado en un círculo rojo.

-Tsunade, que gusto me da encontrarte...- dijo Jiraiya.

-Para tu habilidad de espía, ya me preocupaba que no me encontrases...te sentí apenas llegaste a la Aldea...- dijo Tsunade.

-Bien, necesito un favor tuyo...- dijo el peliblanco.

-¡¿Acaso todos mis compañeros van a venirme a pedir un favor?!- dijo Tsunade enojada.

-Espera, ¿Alguien vino a hablarte?- preguntó Jiraiya.

-Orochimaru me pidió que le cure los brazos, y le dije que mañana nos encontrábamos en un lugar en concreto...- dijo la rubia.

-¡¿Y aceptaste?!- preguntó atónita Mito.

-Me ofreció traer a Dan de nuevo a la vida...- dijo seria la Senju.

-Usted no cambia nunca...- dijo cansada Shizune, una chica de pelo corto y negro, vestía un kimono violeta oscuro y tenía un chanchito entre brazos.

-Recién me doy cuenta de que estabas aquí, Shizune...- dijo el peliblanco, saludando a la aprendiz de Tsunade.

-¿No darían ustedes lo que fuera por su amor?- preguntó la Senju.

-Cualquier cosa, pero no hablaría con un loco que mató a Hiruzen y que quiso invadir Konoha.- dijo Jiraiya, preparando un sapo mensajero.

Minato vio como un pequeño sapo aparecía frente a él y que le traía un mensaje bastante malo. Rápidamente tomó un kunai de tres puntas que no era suyo, y le canalizó chakra. En un destello amarillo, Naruto apareció frente a él.

-Veo que usaste el kunai que te dejé junto a la carta. ¿Qué pasa?- preguntó el rubio.

-Tsunade ha hecho un trato con Orochimaru, y mañana a la mañana se encontrarán en las afueras de la Aldea de las apuestas.- dijo Minato.

Naruto asintió y volvió a desaparecer en un destello amarillo. Su sangre corría caliente, pero su cabeza estaba más fría que un iceberg. Sabía lo que tenía que hacer, y no iba a dejar que un arrebato pasional lo haga perder el control.

El Poder de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora