The Pulse

2. Explosión

Hoy se cumplen quince meses y tres semanas desde el pulso. Como ya es costumbre, me despierto a las nueve de la mañana y bajo lentamente a la cocina para desayunar. Mi madre está viendo la televisión que hay en el comedor, sentada frente a un plato de panqueques a medio comer. En sus manos tiene una taza roja, y bebe cortos sorbos, concentrada en lo que transmite el noticiero. Mi padre se encuentra cocinando más panqueques para mí y mis hermanos.

—Buenos días—le digo apartando la vista de mamá y me acerco por detrás de él. Le doy un beso en la mejilla.

—Buenos días cariño—dice sonriendo. Con la espátula da vuelta un panqueque.— Hay café en la cafetera.

—¿Queda leche?—pregunto aproximándome al refrigerador, y al abrirlo me doy cuenta que no queda mucha comida.

—Creo que un poco—responde mi madre, sin despegar la vista de la televisión.

En una taza me sirvo café, vierto el poco de leche que queda en la caja, y luego la boto en el basurero. Hay que comprar mercadería. Mi padre me entrega un plato con cuatro panqueques y me voy hacia el comedor. Me siento frente a mi madre, agarro de un bol unos pocos arándanos y luego cojo el botellón de sirope. Vierto una cantidad exagerada sobre mis panqueques y comienzo a comerlos. Entremedio, le doy sorbos a mi taza de café con leche.

—Hay disturbios en el centro—comenta mi madre, por fin despegando la vista de la televisión y mirándome.

—Como siempre—replico, sin dejar de comer.

—Esta vez han hecho barricadas—dice ella en tono preocupado.

—Hace una semana hicieron exactamente lo mismo—comenta Jonas, entrando a la cocina.

Jonas tiene su cabello castaño claro completamente desordenado, al parecer se despertó recién. Se estira, desperezándose, y bosteza. Sus ojos pardos se ven más rasgados que de costumbre. Tras él, Harry llega igual de somnoliento. Harry y Jonas son muy similares, algunos incluso piensan que son gemelos, pero Jonas es un año mayor que Harry, y si los llegas a conocer bien, te das cuenta que Jonas tiene la tez más oscura que Harry, que el cabello de Harry es un poco más claro que el de Jonas, que la nariz de Jonas es recta, como la de mi madre, y la de Harry es algo más chata y aguileña, como la de mi padre. Jonas, Harry y yo no nos parecemos mucho, tengo la nariz recta de mi madre, los ojos cafés verdosos como los de mi padre (a diferencia de mis hermanos que son pardos) y la tez muy clara, sólo nos parecemos en el cabello castaño, aunque el mío es más oscuro que el de ellos. Pero por lejos, la que menos se parecía entre nosotros era Sarah, que tenía el cabello rubio, los ojos color miel y la nariz respingada. En lo único que nos parecíamos era en que las dos teníamos la tez muy clara. Mi madre dice que se parece a su madre, nuestra abuela. Bueno, se parecía. Ninguna de las dos está viva ahora.

—¿No queda leche?—pregunta Jonas abriendo el refrigerador.

—Me la he acabado—digo, sonriendo con burla.

—Tenemos que ir a comprar—dice Harry mientras se sienta al lado de mamá.

—¿Puedo ir?—pregunto. Todos me miran y sé por su expresión que quieren decirme que no.— Por favor, estoy cansada de estar encerrada acá.

—Si tus hermanos acceden a acompañarte...—responde papá.

—Está bien, vamos los tres—accede Jonas, meneando la cabeza en señal de desaprobación.

Acabamos el desayuno pronto, mis padres se van rápidamente en el auto pequeño hacia el trabajo, que les queda cerca del centro. Desde los disturbios se van juntos al trabajo en el auto de mi madre. Yo subo rápidamente al baño para ducharme antes que mis hermanos y me visto apresuradamente. Usualmente no dejamos la casa sola, con los disturbios también aumentó la delincuencia, pero como sólo será una media hora, no nos preocupamos. Bajo las escaleras con el cabello aún mojado esparciendo gotitas por mi ropa, y comienzo a hacer una lista en mi teléfono de las cosas que hay que comprar. Mientras anoto, me sorprende ver que me ha llegado un mensaje de la que era mi mejor amiga en secundaria, Pam. Abro el mensaje y leo rápidamente.