El viaje es largo, miro distraídamente las casas de la ciudad, y luego cuando tomamos la carretera decido que puedo dormir un poco. Cierro los ojos y espero a dormirme. Aun no se siente real que me haya escapado. Pero sé que pronto lo sentiré.
Noah delicadamente me toca el brazo y yo espabilo. Miro a mi alrededor, estamos en una estación de gasolina. Miro a Noah, me sonríe y le respondo con una sonrisa más pequeña.
—Vigila—me dice, y se baja de la camioneta para cargar gasolina.
Demora tan solo diez minutos y volvemos a estar en marcha. Cuando volvemos a la carretera, noto que ya estamos en pleno campo, por lo que no debe faltar mucho para llegar.
—Mi padre dice que mañana llegará gente. Debemos esperar dos días, y luego irnos de allí—me informa. Asiento con la cabeza, sin mirarlo.— ¿Estas bien?
—No—replico, volteo a mirarlo.— Pero no te preocupes, se me pasará.
—¿Segura?—pregunta, mirándome de reojo.
—Si—afirmo. Nos quedamos callados.— ¿Noah?
—Dime—me dice sin mirarme.
—¿Cómo te diste cuenta de tus poderes?—le pregunto.
—Tan solo unos tres meses después del pulso, empecé a notar que... cada vez que quería alcanzar algo e iba a buscarlo este llegaba a mi mano antes de que yo en realidad pudiese tomarlo—responde. Lo miro.
—¿Haces levitar las cosas?—pregunto, ladea la cabeza y hace una mueca con su boca.
—Es más como telequinesis, si quieres ponerle un nombre. Ahora, desde más lejos, puedo mover algo si quiero—explica. Asiento con la cabeza.
—¿No te dio miedo?—pregunto.
—Un poco. Pero creo que me está gustando—dice, sonriendo con culpa.
Es lo suficientemente caballero para no preguntarme por mi poder, y lo agradezco, porque la verdad es que ni yo sé. Al cabo de unos minutos, Noah toma un camino lateral, saliendo de la carretera. Allí se ven vacas, ovejas y gallinas de vez en cuando. Se observa alguna que otra casa, pero son pocas. Un espeso bosque de pinos aparece a nuestra izquierda, perdiendo de vista la carretera, y adentrándonos cada vez más en el campo. Noah vira a la derecha, por un camino de tierra. Avanzamos en silencio, yo me quedo observando los alrededores. Es más deshabitado que el camino anterior, y tampoco se ven animales. Aparece un bosquecito de otros árboles frondosos que no reconozco. Noah vuelve a doblar, esta vez a su izquierda, y sube una pequeña cuesta. Avanzamos, con la camioneta moviéndose de lado a lado ya que el camino está repleto de saltos y hoyos, un auto bajo no podría avanzar por acá sin quedarse atrapado. Pocos minutos después nos detenemos frente a una cabaña, rodeada de un espeso bosque. La cabaña está hecha de madera, tiene el techo negro, con teja asfáltica, y por el lado izquierdo de este, se observa la chimenea metálica, probablemente de una estufa. Noah me mira y me sonríe, como infundiéndome valor. Abre la puerta del auto y le imito, bajándome de la camioneta. Nos acercamos a la puerta de madera pintada de color verde musgo, Noah saca unas llaves y abre la puerta para que entremos. La cabaña ha estado en desuso, lo noto por la gran cantidad de polvo que se levanta cuando entramos, y por la capa que recubre los muebles. A mi derecha hay una pequeña cocina, e inmediatamente al lado, el comedor, que está compuesto por una mesa y cuatro sillas de madera, y se separa de la cocina por una simple encimera. A la izquierda, la sala de estar con un sillón de tapiz azul marino, y al lado tiene un librero, con algunos adornos y libros. Frente al sillón hay una estufa a leña color negro, se ve bastante antigua. Me concentro en el pasillo frente a mí. Me acerco en silencio, y observo que hay tres puertas.
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The Pulse
Science FictionPrimero, el meteorito impacto en la tierra. Luego, se genero el pulso. Y finalmente, todo cambió. Cuando un meteorito impacto en la tierra y genero un pulso de energía, nadie espero que ello provocara que algunos desarrollaran "habilidades" extraord...