02.

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- Tía Seon Mi, ¿estás segura de esto? - preguntó Ye Rim, mientras caminábamos por los pasillos de la primaria Yongsan de la mano. - Nunca has ido a una reunión de la escuela.

- No fue porque no quisiera. - expliqué, sintiendo cierto reproche en su tono de voz. - Sabes que antes tenía dos empleos y era muy difícil asistir.


Ye Rim no contestó con palabras, solo asintió y continuó jalando mi mano para que la siguiera rumbo a su salón de clases.

Otros niños también llevaban a sus padres de la mano por los pasillos de Yongsan. Les miré atentamente, analizando sus gestos, su actitud y, sobretodo, aquella sonrisita y brillo especial que parecía iluminar a los niños en cuanto venían a sus padres. En secreto, anhelé el momento en el que Ye Rim me viese así.


- Es aquí. - dijo la niña, señalando con su mano libre la puerta del salón 1-2. - El profesor ya está dentro, tí...

- ¡Mamá! - se escuchó a un niño gritar.


Ye Rim no lo dijo en voz alta, pero pude notar en la forma que sus ojos se apagaron, que aquella palabra todavía le retorcía el corazón.


- Anda, Ye Rim-ah, pasemos. - le dije, tomando la iniciativa para intentar traer su mente de nuevo a la realidad.

- Sí, tía Seon Mi. - accedió cabizbaja.


El sitio asignado a Seon Mi estaba en la segunda fila, al centro del salón. Su nombre había sido pegado en la esquina superior derecha de la mesa y ella lo había decorado con flores de colores.

Pasé mi dedo por su nombre con una sonrisa en el rostro, antes de voltear hacia ella. Como reflejo, Ye Rim parpadeó un par de veces, un tanto avergonzada de que yo viese aquello.


- Flores de colores. - dije, pasando mi mano por su cabeza. - Como...

- Como las que solías dibujar para mí. - replicó para luego apretar los labios. - Pidieron que lo decoraramos con algo que nos hiciera verdaderamente felices. Yo lo pensé mucho y me di cuenta que tus visitas a la casa de Hye Joo, cuando todavía vivía con ella, eran y siempre han sido lo que me hacía más feliz.

- Ye Rim-ah. - murmuré, luchando contra las ganas enormes que tenía de abrazarla fuertemente y darle un beso en la mejilla.


No quería avergonzarla más de lo que ya parecía, así que decidí limitarme a asentir un par de veces. Pero eso no significó que no guardara esas palabras en mi corazón y me permitiese disfrutarlas como lo que eran: mi recompensa por los últimos años trabajando con tanto esmero.


- Buenos días a todos. - saludó una voz masculina al entrar al salón.


Levanté la mirada al mismo tiempo que todos los padres y la dirigí hacia el hombre de cabellera negra, vestido con pantalones oscuros y camisa blanca. Ese era el profesor de Ye Rim y, si bien me pareció que se veía muy serio para ser maestro de primaria, me impactó lo joven que se veía. No debía pasar de los 30 años.


- Quiero darles la bienvenida a la clase a todos los padres que nos acompañan hoy. - saludó, paseando su mirada por los presentes. - Yo soy el profesor Park y seré el profesor encargado de sus hijos este año.


Su voz era grave, pero no tanto como para sonar escalofriante. Su voz era profunda, cautivante, y me dije que era el tipo de voz que sonaría perfecta cantando una balada.


- Tía Seon Mi. - llamó Ye Rim y me obligué a alejar la mirada del profesor. - El profesor va a acercarse a hablar con cada uno.

- Está bien, Ye Rim-ah, no es la primera vez que hablo con un maestro. - la pequeña rió, entendiendo que era una broma.

Raising Ye Rim | Park JinyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora