07.

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Ye Rim corría de un lado a otro con sus amigos, intentando calentar para las siguientes competencias en las que se había inscrito como salón, mientras yo la observaba llena de orgullo. Esa Ye Rim, la niña feliz y despreocupada, la niña que solo se concentraba en hacer lo que ella quería hacer, era la niña que quería ver siempre. 


- Señorita Jung, no la había visto. - dijo la voz grave por la que todas las madres se volvían locas, tomándome por sorpresa. 


A mi lado, el profesor Park se paró firme. Su mirada estaba fija en los niños, atento a cualquier cosa que pudiera ocurrir, lo que me dio unos segundos para que mis ojos, por primera vez, se dedicaran verdaderamente a ver su perfil. Su nariz respingada y sus labios gruesos hacían la vista increíblemente placentera, y como si estuviera en presencia de una de esas esculturas talladas con un cincel, me quedé embelesada por unos segundos. 

Yo ya sabía que el hombre era atractivo, pero no fue hasta ese momento que aquel hecho me golpeó duro como un tren a toda marcha. 

Aquel día, el profesor había cambiado su ropa formal de siempre por una sudadera negra de mangas largas y unos pantalones deportivos blancos con dos franjas, del mismo color que su sudadera, al lado de cada pierna. El contraste era evidente, sin embargo, no perdía la elegancia que le caracterizaba, ni su apariencia imponente. 


- A Ye Rim le gusta mucho el deporte. - añadió el hombre, antes de voltear a verme. 


Siendo tomada con la guardia baja, parpadeé un par de veces para intentar volver a la realidad, antes de que mi silencio fuese muy incómodo. Solo entonces, asentí. 


- Solía ser una niña bastante activa, antes de que todo esto sucediera. - le conté, recordando en unos breves segundos a la Ye Rim que había visto crecer. 

- El hecho de que esté mostrando esa faceta suya una vez más es algo bueno. - afirmó el profesor y me sentí atacada por la casi sonrisa que me mostró. 


Con él nunca se sabía. Podía ser un hombre serio y que hacía comentarios filosos, como también podía ser un hombre amigable, bastante agradable. 


- Ya se lo dije antes, está haciendo un buen trabajo, señorita Jung. 

- Gracias. - murmuré, justo antes de que un par de profesoras se acercaran a nosotros para llevarse al hombre hacia la línea de partida, donde mi niña ya estaba posicionada. 


La señal se dio, casi de inmediato, y los niños salieron corriendo a toda prisa. Vi pasar frente a mí a Ye Rim y me pareció que el tiempo se detuvo por unos segundos. Mi corazón palpitó contento al verla disfrutar tanto de su carrera y me dije que, ganara o perdiera, la iba a llevar a celebrar. 

Con la mirada la seguí por todo el tramo, quedando impresionada al verla comenzar a ganar ventaja del resto de competidores. Mientras más avanzaba, más notoria era esa distancia y no pude evitar echarme a correr hacia el final del tramo, como si mi vida dependiera de ello. Quería estar a su lado, cuando cruzara la meta.

Pronto, sentí que alguien se me unía y corría a mi lado hasta el final de la línea. Pero no tuve tiempo de voltear a ver quién era porque la carrera terminó tan pronto llegué a la línea de llegada, justo a tiempo de ver cómo una personita cruzaba y comenzaba a saltar, presa de la alegría. 

Raising Ye Rim | Park JinyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora