05.

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- ¿Podemos llevar cereal sabor chocolate? - pidió Ye Rim, mientras sacudía la caja entre sus manos y daba saltitos.

- Ya estás llevando galletas de chocolate. - le dije, mientras alcanzaba la avena de uno de los estantes altos. - No puedes comer muchos dulces, Ye Rim-ah, así que debes elegir uno.


La pequeña me mostró un puchero y, arrastrando los pies, se dirigió al carrito de compras para tomar las galletas con su mano libre. La vi sostener ambos productos frente a su rostro y pasear su mirada entre ambos, intentando tomar una decisión. Le bastaron cinco segundos para terminar escogiendo el cereal y dejar las galletas en el estante del que las había sacado.


- Como cereal casi todos los días. - explicó al regresar a mi lado.

- Buena decisión. - repliqué, dándole una sonrisita como compensación por la facilidad que tuvo para tomar una decisión así. - ¿Quieres cenar pollo mañana? - Ye Rim asintió, mientras su mirada paseaba por los diferentes productos organizados a la perfección en cada pasillo por el que cruzábamos.

- Deberíamos llevar manzanas, también. - sugirió y sin esperarme, comenzó a correr hacia la zona de frutas y verduras.

- ¡Ye Rim-ah! - exclamé, empujando el carrito lo más rápido que podía para poder llegar a ella pronto.


Mi corazón comenzó a latir como loco, como si estuviese en una montaña rusa, y eso me impulsó a continuar corriendo para encontrar a mi pequeña. No podía perderla de vista, no en un supermercado tan concurrido y lleno de gente extraña.


- ¡Ye Rim-ah! - volví a gritar al verla a pocos metros de distancia, conversando plácidamente con un hombre que estaba de espaldas a mí.


Ye Rim se inclinó hacia un lado para poder ver mi rostro e, ignorando completamente el pánico que se había apoderado de mi cuerpo, saludo con su manito.

Respira, Seon Mi, me dije, mientras se libraba una batalla en mi interior entre la parte que quería asesinarla por haberme hecho sentir que mi mundo se venía abajo y la parte que quería correr a darle un abrazo.

Manteniendo la misma velocidad, continué caminando hacia Ye Rim y aproveché el trayecto para meter la mano al bolsillo de mi saco y alcanzar mis llaves para utilizarlas como arma, por si el hombre terminaba siendo un secuestrador de niños o algo por el estilo.

Corea podía ser un país considerado seguro, pero no estaba de más la precaución.


- Ye Rim-ah, no puedes correr de esa forma y alejarte de mí. - le reproché, al llegar a su lado.

- Lo lamento, señorita Jung, creo que es mi culpa. - replicó el hombre a quien había decidido ignorar, hasta ese momento.


Esa voz. Yo conocía esa voz.


- ¿Profesor Park? - pregunté, volteando hacia él para comprobarlo con mis propios ojos.


El hombre hizo una reverencia a modo de saludo y me mostró una sonrisa amigable, intentando aligerar la situación, seguramente porque presumía la mezcla de sentimientos en mi interior. En una de sus manos, llevaba un pequeño cesto con algunas verduras y leche, el mismo que dejó sobre el suelo para reunir las manzanas que Ye Rim tanto quería y colocarlas en mi carrito de compra.


- Vi al profesor Park a la distancia y quise venir a saludarlo. - explicó Ye Rim con un tono de voz inocente, meciendo su cuerpo de lado a lado con ambas manos en su espalda. - Lo lamento, tía Seon Mi, no volveré a hacerlo.

Raising Ye Rim | Park JinyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora