06.

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- ¡Profesor Park! - exclamó Ye Rim, en cuanto vio al hombre, y soltándose de mi mano, corrió los pocos metros que la separaban del hombre.


El profesor sonrió a modo de respuesta, solo para ella, mientras el resto de madres veía la escena con recelo.


- ¿Es cierto? - le preguntó la pequeña. - ¿Me dará clases particulares?

- Así es. - replicó, asintiendo con los ojos cerrados. - ¿Vas a esforzarte mucho por mejorar tu rendimiento en la escuela?

- Lo haré. - afirmó la pequeña, llena de emoción.

- Muy bien, Ye Rim-ah. - dijo el hombre. - Entra a clase. El resto de tus compañeros ya deben estar allí.


Ye Rim volteó para darme un último abrazo y luego, entró a toda marcha a su escuela. Como cada mañana, me quedé viéndola hasta que desapareció detrás de las puertas de entrada.


- Señorita Jung. - llamó mi atención el profesor. - Estaré terminando la clase de Ye Rim a las 4 PM. ¿Está bien? - asentí, sintiendo la misma picazón el día anterior embargarme.

- La señora Oh, nuestra vecina, cuida a Ye Rim-ah por las tardes. Ella pasará a recogerla a esa hora. - repliqué, mientras mi celular comenzaba a sonar.


Quise sacarlo de inmediato y contestar, como siempre hacía, pero al tener la mirada fija del profesor sobre mí, mi cuerpo entero se congeló. No quería hacer algo que pudiese desagradarle al hombre, no cuando me estaba ayudando tanto con Ye Rim.

El profesor Park apretó los labios, me pareció que lo hizo para no reír por la repentina rigidez de mis extremidades, y luego, pasó un dedo por debajo de su ojo, quitando una inexistente basurita de allí. Estaba ganando tiempo, estaba intentando ver cuánto podía resistir sin contestar mi teléfono.


- Este fin de semana hay un evento deportivo. - comentó, justo antes de que uno de los niños, acompañado de su madre, le saludara. - ¿Está enterada de ello?

- Lo estoy ahora. - repliqué, sintiéndome ligeramente avergonzada. - Estaré allí. No se preocupe.

- Bien. - dijo y dejó flotando aquella palabra en el aire entre ambos por unos segundos. - Vaya a trabajar, señorita Jung. No tiene que esperar a que yo entre a la escuela.


Mis hombros se relajaron en cuanto dijo aquello y, pasando mi mano por la correa de mi bolso, le hice una reverencia a modo de despedida.


- Muchas gracias, una vez más. - murmuré, dando un par de pasos hacia atrás.

- No hay de qué, señorita Jung. - replicó el hombre con aquella serenidad que parecía caracterizarle.


Giré lentamente, como una pequeña presa en presencia de su depredador, y di un par de paso en dirección opuesta a la primaria. Pero, cuando creí que había salido bien librada de ello, una voz se levantó entre la bulla del lugar.


- ¿Señorita Jung?


Era como si hubiese esperado que la tranquilidad se apoderara de mí para poder destruirla.


- ¿Sí? - repliqué y, fingiendo estar relajada, le miré por encima del hombro.

- Ya que nos veremos a menudo, creo que debería dejar su pose militar, cuando nos veamos. - dijo y, sin hacer mucho escándalo, soltó una risita.


El profesor Park era diferente a cualquier otro profesor que hubiese conocido en mi vida.


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Raising Ye Rim | Park JinyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora