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Aún no había terminado de amanecer cuando llamaron a la puerta de la humilde morada de Even Clover.

El servicio no había comenzado su jornada, y Even, que se había quedado hasta tarde ultimando detalles sobre su luna de miel con Lyrica, aún se encontraba durmiendo.

Pero la urgencia y la fuerza de aquellos golpes lograron espabilarle, y acudió, a toda prisa, a abrir.

El nuevo Mayordomo Real no se andó con rodeos.

-Paris Wembley ha escapado, señor. La Reina le llama a su presencia de inmediato.

El rostro de Even se tornó el de una aparición, palideciendo de inmediato. Se aseó y vistió a toda prisa, y casi suplicó al cochero porque corriese más y más. El miedo a que Lyrica sufriese un ataque por parte de su hermano atenazaba su corazón.

Los minutos de camino entre su casa y Buckingham se le antojaron una eternidad. El cochero apenas había detenido el vehículo cuando él saltó del interior, corriendo en busca de su amada.

La encontró junto a la Reina, tan pálida que era obvia, a simple vista, su preocupación. Corrió a abrazarle, aterrada.

-Gracias al cielo, Even...Temía que te hubiese sucedido algo...-sollozó la muchacha.

-Sssh...Tranquila, mi vida...Estoy bien. -la apartó un poco de él, rozando su mejilla mientras la inspeccionaba de arriba abajo. La pobre aún se encontraba en camisón, con su larga cabellera platina y ondulada cayendo sobre su espalda.

Even miró a la Reina, como pidiendo explicaciones, pero Victoria parecía tan confusa como ellos.

-Hallaron a los dos guardias que guardaban su puerta muertos. Pero no había signos de forcejeo, ni de que forzasen la puerta. No hay marcas, heridas, astillas, nada. Es como si la Divina Providencia le hubiese abierto la puerta desde fuera, y simplemente, le hubiese dejado marcharse.

-Sólo el Demonio lo permitiría. -masculló el músico.

Lyrica temblaba, rozando su vientre.

-¿Qué haremos ahora, Majestad? -preguntó, con un hilo de voz. Victoria acudió junto a ellos.

-Vamos, mi niña, cálmate. Me aseguraré personalmente de que ambos estéis a salvo.

La Reina se volvió hacia el Mayordomo, que había llegado, resoplando, a la sala.

-Prepare la habitación contigua a la mía, ambos la ocuparán en los próximos días. Ordene que instalen una cerradura, y que únicamente ellos y yo tengamos la llave. Y entrégueme la llave maestra. No queremos que caiga en malas manos.

El hombre, solícito, obedeció, y tras entregarle la llave maestra, marchó a cumplir sus órdenes.

Victoria, con gesto decidido, se volvió hacia ellos.

-Lo más importante ahora es mantener la normalidad. -aseguró.- Mantendremos el ágape de esta noche para celebrar vuestra inminente boda. Incluso aunque quisiera colarse, ante tanta gente y con tanta guardia como habrá, no tendrá la mínima oportunidad de dañaros.

La joven pareja se miró, preocupada. Victoria suspiró.

Nadie volvería a respirar tranquilamente hasta que Paris Wembley ocupase de nuevo su celda.


-¡Venga, chico nuevo, que te quedas atrás! -le riñeron.

Ciertamente, se estaba quedando muy atrás, pero porque aquellas cajas pesaban como un muerto, nunca mejor dicho.

Alma Lyrica, Libro Cero - Even Clover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora