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Las cuatro jóvenes observaban aquel documento como si no se creyesen lo que veían. Una de ellas, la más mayor, tomó aquel viejo diario entre sus manos, con suma delicadeza, respirando hondo.

Desde que tenían uso de memoria, habían visto a su padre leer aquellas páginas que ahora crujían entre los dedos de la mayor, habían visto como su expresión danzaba de la ternura al odio, del dolor a la ira, del más profundo amor al que podría ser el auténtico rostro de la venganza. Siempre sentado en aquel sillón de terciopelo negro, a juego con sus ropajes, frente a la crepitante chimenea, sin permitirlas entrar a la habitación.

Durante años se habían preguntado qué palabras contenía aquel libro, qué era lo que hacía que su padre las mantuviese alejadas, cuando lo más común era querer tenerlas siempre vigiladas, siempre a la vista, siempre pendientes de él.

Y ahora, al fin, iban a poder conocer su contenido.

Se miraron, conteniendo la respiración.

La mayor, que sostenía el libro, parecía tensa.

La segunda más mayor, parecía al borde del infarto.

La mediana bailaba un lápiz entre sus dedos, presa del nervio.

La pequeña tarareaba, tratando de contenerse.

-¡Ábrelo ya, vamos, vamos, vamos! –apremió la segunda más mayor.

-¡Eso, eso, ya hemos esperado demasiado!-añadió la mediana.

La más pequeña siguió tarareando, pues sus hermanas ya habían dicho todo.

La mayor asintió, y lenta, muy lentamente, abrió la cubierta de cuero. La primera página, que estaba en blanco, crujió al pasar. La joven contuvo la respiración cuando vio aquellas letras, tan distintas a las que ella conocía de su padre.

Las otras tres jóvenes se acurrucaron junto a ella, y siempre juntas, comenzaron a devorar con la mirada aquellas palabras escritas con tinta azul, que dibujaban un nombre.

Lyrica.

Alma Lyrica, Libro Cero - Even Clover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora