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-A decir verdad...-murmuró Even, acariciando el cabello de Lyrica, que había apoyado la cabeza en su hombro, y mantenía los ojos cerrados, con una expresión infinitamente más tranquila. –Hay algo que debes saber de mi familia.

La joven se separó únicamente lo necesario para poder mirarle, con gesto preocupado. Even acarició su rostro, tratando de borrar aquella expresión.

-Cuando vine a la Corte, lo hice desligándome por completo de mi padre. –el músico desvió la mirada. – Hace unos días, cuando nos despedimos, acudí al cementerio, a visitar a mi madre. Él estaba allí, y tuvimos una fuerte discusión, a raíz de la cual, he tomado la decisión de renunciar a mi apellido.

La muchacha alzó las cejas. Serias debían ser las razones, pues renunciar al apellido familiar era una jugada muy arriesgada, y que muchos optaban por no tomar, en pos de proteger sus futuros patrimonios.

-¿Y qué será de tus bienes, y del mecenazgo de la Reina?

Even suspiró.

-Esta misma tarde, hablaré con Su Alteza al respecto. Ella conoce los motivos por los que me alejé de los Clover, y no creo que ponga trabas.

La mirada de Lyrica se clavó en las sábanas, y Even pareció comprender que le dolía no conocer aquella historia.

-Es...complicado. –comenzó, pero ella lo detuvo.

-No has de contarme nada que no quieras, Even.

Él tomó su mano, entrelazándola con la propia, negando.

-Quiero que lo sepas. Pero me preocupa que temas que, algún día, me convierta en alguien tan despreciable como él, y te alejes de mí.

Ella acarició su rostro con dulzura, mirándole con intensidad.

-Ni aunque fueses el mayor de los demonios.

Aquellas palabras le hicieron sonreír, y besó su mano, antes de continuar.

-Mi familia era de origen humilde. Mis padres se casaron por conveniencia, más por la de él que por la de ella. Al principio, todo era perfecto. Mi padre, pese a haberse casado por la dote, la trataba bien, y cuidaba que nada le faltase. Pero también le exigía un comportamiento ejemplar, dentro y fuera de casa, de cara a sus negocios. – suspiró.- Y ella obedecía. No podía hacer otra cosa. Con el dinero de su dote, mi padre invirtió en una pequeña naviera, que fue dando beneficios, y lo más importante, contactos. La familia fue escalando socialmente, siendo cada vez más conocida, pero...para mi padre, no era suficiente.

Tragó saliva.

-Recuerdo que mi madre me contaba que la etapa que más tranquila y felizmente vivió, fue la de su embarazo, pues no se veía obligada a acudir con mi padre a las fiestas de los empresarios, ni a cubrirse con aquellos pesados y exagerados vestidos que mi padre, deseoso de lucirse como nuevo rico, la obligaba a vestir. Y, desde luego, no tenía que reír las bromas a personas falsas como él.

Lyrica lamentó la falta de amor entre los padres de Even. Ella, que creció rodeada de cariño y respeto, era incapaz de imaginar la vida con semejantes imposiciones. Apretó la mano del músico con suavidad.

-Todo cambió cuando yo nací. Apenas estaba en la cuna, mi padre obligó a mi madre a dejar mi crianza a cargo de una matrona, pues ella debía ejercer de esposa ejemplar de nuevo. No le dio lugar a recuperarse, no le permitió descansar suficiente. Decía que debía usar sus encantos para atraer a otros nobles que...necesitaban algo más que servicios de la naviera de la cual ya era socio al cincuenta por ciento.

Lyrica se llevó la mano libre a los labios, con los ojos extremadamente abiertos, presa de la estupefacción que le provocaba siquiera pensar en lo que podía venir a continuación.

Alma Lyrica, Libro Cero - Even Clover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora