La Trampa de la Duquesa

Prólogo

El olor de las rosas invadía todo el jardín de la mansión. Era un día nublado, mis padres me levantaron anunciando que tenían algo importante que decirme.

Estaba confundida, ellos nunca se mostraban apenados por alguna situación pero ese día parecían estar ansiosos de algo.

Me acerque al jardín y vi que alguien estaba esperando por mí.

Mi madre me dijo que me dirigiera al jardín pero su mirada parecía estar afligida.

Un niño de mi edad estaba acariciando a un perro con apariencia de lobo. Ambos parecían transmitir felicidad.

—¿Qué haces aquí? —pregunté mientras me acercaba a ambos.

El joven alzo su rostro hacia donde estaba mostrándome una sonrisa.

—Vine a despedirme.

Su voz parecía estar tranquila.

—¿A despedirte? —repetí ansiosa.

Su única respuesta fue un leve asentimiento.

—¿Por qué?, ¿Te he molestado? —cuestione angustiada.

Negó suavemente mientras su cabello dorado se revolvía.

—Es tiempo que regrese a casa— sonrió mientras se colocaba frente a mí—. Te estoy agradecido que me aceptaras por quién soy.

Quería preguntarle muchas cosas, adonde iría, si podía ir con él, mis sentimientos estaban llenando mi pecho, quería llorar pero algo en mí no me lo permitió. Así que solo pregunte:

—¿Volverás?

Estaba segura de que él no volvería a jugar conmigo pero aun así su sonrisa sincera estaba en sus labios.

—Te juro que volveré para protegerte.

Quería decirle que no mintiera, pero sus ojos esmeraldas brillaban transmitiendo sinceridad.

—¿Cómo sabré que eres tú? —pregunte ansiosa.

Ese joven ha sido el único amigo que he tenido durante mi infancia, no entendía una razón por la cual se fuera.

Mi padre lo había traído hace un año al finalizar la guerra de poder por el trono o eso era de lo que hablaban los adultos.

Su única respuesta fue un abrazo, la ternura con la que me envolvía y su característico olor a rosas me invadió calmando mis ansias.

—Entonces vuelve a mí —supliqué con tristeza mientras me aferraba a su último abrazo.

—Volveré a ti Aisha, lo prometo.