Querido amigo que me ayuda a ser mejor persona:
Tengo el sentimiento neutro del que te hablé ayer. Porque mayormente eres tú el que me causa tanta confusión.
Creo que ayer debí decirte todo lo que escribía sobre ti aquí. Con las palabras exactas. Y hoy debí decirte lo que siento... lo que creo que siento. Que te quiero de una forma tan diferente, tan especial. Pero soy una cobarde de mierda.
Porque sé que la prefieres a ella. Y a ellos. Y que soy solo un cúmulo errores que cometiste.
Ahora me doy cuenta que lo de anoche fue una despedida. Y debiste decirmelo para despedirme de ti. Porque esta vez si era necesario.
Me dijiste que estabas feliz de haberme conocido, y que lo que sentías por mi era amor. Aunque nunca me dijiste si era de esos amores románticos. Y yo te dije lo mismo. Me hablaste de tu fe y yo te refuté con la mía. Que no existe. Me hablaste de tus limitaciones y yo te conté sobre mi libertad. Me hablaste de la soledad y yo te recordé las palabras de la carta que me hiciste. Me dijiste también que si las cosas fueran diferentes, si tú lo fueses, hubieramos llegado muy lejos juntos.
Me arropaste con tu saco y la oscuridad hizo el resto. Y todavía te siento a mi lado en el autobus. Tu calor. Tus ojos iluminados cada tanto por las luces de la ciudad. Tus manos. Tu aliento. Tus labios. Tu fuerza. Tu desfachatés.
Tengo en mi memoria, el momento en el que me recitaste ese poema que te hice recordar cuando dije algo.
Me diste tantas cosas y yo puede darte más, pero decidiste irte. Y eso está bien, nunca pensé forzarte a hacer algo que no quisieras.
Y cuando estuvimos abrazados, y me dijiste que te había embrujado porque no podías alejarte de mi, tenía que decirte que me sentía igual. Debería haberme acostumbrado a las despedidas, a tus despedidas. Pero no puedo, porque creo te amo. Lo lamento.
