He perdido mucho. A muchos.
Podría decir que recuerdo el mes en que comprendí que mi vida se iba a basar en eso, en la pérdida; pero no sería honesta porque simplemente sé que fue así desde el principio. Desde antes de que la vida me diera chance de respirar.
Ningún familiar cercano a muerto aún, y sin embargo conozco lo que es despedirse para siempre de alguien que no volverá a tu lado. Sé la sensación desesperante de querer gritar que se queden, y no poder hacer nada para cambiar algo porque no está en mis manos.
Entiendo lo que es llorar en silencio porque extrañas tanto a alguien que se te va el aliento, el alma. Conozco de cerca la depresión porque creo que la he sentido o la he visto en alguien más. Pero hablo de la real, no de las que suelen bromear entre amigos. La depresión que te hace pensar en la vida y lo frágil que es. La depresión que no te deja levantarte de la cama o dejar de llorar por las noches, o en el día. Esa, que te pone en vínculo con el invierno porque no sólo lo sientes en los huesos, sino también en las palabras al hablar.
Sé cómo es darse cuenta que estas perdiendo a ese alguien, y simplemente negarte a aceptarlo. Porque se supone que eso no pasa más que en las películas, las personas no se van así. No de esa forma.
Puedo hablar de lo que sigue después, del sentir que está bien. Todo lo que te acontezca estará bien. Porque es parte del plan de la vida para hacerme fuerte. Que el destino es eso, y que cada persona que estuvo en mi camino tuvo un propósito. Que extrañar a alguien es normal, porque no será la última vez que pase y debo acostumbrarme.
Entonces aprendes a vivir con el dolor hasta que un día ya no lo notas. Y sanas, y crees que eres invencible. Hasta que vuelves a perder a alguien que te importa. Porque la vida es un ciclo.
Y si alguna vez mis palabras llegan a sus manos, quiero que sepan que mucho de esto se basa en ustedes: Papá, que decidiste irte en noviembre; o quizá te habías ido desde antes sin que siquiera tú lo notes. Desconocida, porque ya ni siquiera sé quien eres, tú la que creí conocer alguna vez llamándola mejor amiga. Primer amor, que me hizo tanto daño pero me enseño mucho y aún después de estos años todavía pienso en ti cada doce de cada mes pero sobretodo en junio y diciembre. Mamá, porque de todos ellos, lista principal y secundarios, en vez de perderte... te conocí.