12.02.14

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Ella había estado bien. Iba a empezar de nuevo. Empezó cambiando el color de su cabello y como quería olvidar su pasado, alejó a todos los que no necesitaban estar en su vida. Incluyendolo. A veces pensaba en él, cuando la soledad atacaba en las madrugadas. Le resultaba extraño no haberlo buscado en tanto tiempo. No sentía ansias de hacerlo. Hasta que un día, él pareció como un mensaje cibernético. Así que Maya se convenció de que había llegado muy lejos para echarse atrás, y decidió simplemente ignorarlo.

Los días pasaban y a donde ella iba, miraba o escuchaba; él la seguía como el pasado del que no podía deprenderse a pesar de los esfuerzos. Así que lo dejó volver. Se prometió a si misma no cometer los mismos errores, y no dejar que se volviera a ser importante otra vez.

Y las cosas fueron bien, como hace mucho tiempo no habían sido. Maya trataba de no tomarse las cosas tan en serio, y Lucas, él parecía estar igual de tranquilo de ella.

Hasta que una noche, mientras ella se encontraba en medio de un mar de lágrimas y maldiciones, él apareció de nuevo. Y ella estaba lista para él se fuese como siempre había echo, estaba lista para él la destrozara más de lo que ya estaba... como siempre había echo. Pero él quiso escucharla. Quiso ayudarla. Y temerosa, lo dejó entrar a su vida una vez más. Y él parecía valorarlo, como hace mucho tiempo no hacía. Entonces todo lo que ella había restado restado importancia, volvió a importar.

Esa noche hablaron hasta muy tarde en la madrugada, como hace mucho tiempo no hablaban. Sin malos entendidos, sin malas intenciones. No pelearon. No se odiaron. Al contrario de lo que había pasado los últimos dos años, se acercaron un poco más. Y si se despidieron fue porque ella debía estar dormir al menos un par de horas antes de seguir con su día. 

Al día siguiente, mientras Maya estaba rodeada de cámaras y luces, se dio cuenta de que había revivido una de las mejores que había tenido con Lucas. ¿Era posible? Quizá estaba vez no desapareciera como ese día. 

Llegando el miércoles de esa semana, sin siquiera planearlo, se vieron después de unos meses. 

Lucas llegó unos minutos tarde. Maya caminó alejándose de él mientras sonreía. Y él la siguió, hasta que le cubrió los ojos por la espalda; como hace mucho tiempo no hacía. Años. El resto fue demasiado normal como para haberse sentido tan maravilloso. 

Caminaron mucho, y hablaron mucho. Pero Maya no parecía estar ansiosa de hablar de cosas importantes, como siempre. Lucas parecía ser de nuevo el chico que ella había conocido alguna vez. Y las cosas fluyeron de forma natural, como hace mucho tiempo no fluían entre ellos o con otros chicos. 

Que fácil era abrazarlo, y que él la abrace. Reír y jugarse de manos. Que sencillo fue sentir ese beso en la frente y los segundos que caminaron tomados de la mano. Con él no habían miradas curiosas, quizás pasaban desapercibidos porque encajaban demasiado bien. 

Cuando Lucas se acostó a su lado en el pasto, ella quiso pedirle ver las nubes un rato pero el cielo estaba tan despejado que Maya no dijo nada y sonrió para sí misma. Y sólo las margaritas pudieron darse cuenta.

Llegando a casa, Maya tenía impregnado el perfume de Lucas en la camiseta. Y recordó cuando años atrás se llevaba su casaca sólo para dormir con el aroma. Sólo que ahora, había cambiado de olor. 

Pero a medida que va confiando, se vuelve insegura. ¿Hasta que punto sus pensamientos son la realidad y donde empiezan sus fantasías? Porque ya lo pasó antes. Ella suele sentir mucho, y sobretodo si se trata de él. Es gracioso, como una vez que alguien te importa de verdad, nunca deja de hacerlo. 

Ella estaba bien. Iba a empezar de nuevo. Pero quizá no necesita cambiar su pasado, quizá sólo lo necesita a él.

-Memories-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora