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El rubio poco a poco abrió sus ojos, notó que ChangBin no estaba a su lado y se sentó en la cama para buscarlo con la mirada.

Se levantó algo adormilado y salió en busca del pequeño, lo encontró en la cocina y lo primero que hizo fue abrazarlo.

Ya al separarse y sentarse se detuvo a mirar al menor, logró notar como el castaño tenía puesto su poleron haciendole parecer como si no tuviera nada más puesto.

Se quedó mirando las piernas del pequeño unos segundos y luego levantó la mirada.–Binnie, te queda mejor que a mí.

Logró notar cómo ChangBin se colocaba algo nervioso ante el comentario.–Siento haberlo tomado sin tu permiso... es sólo qu-...

El mayor le interrumpió.–No te preocupes, no me hubiera gustado que pasaras frío.

Chan esperó a que el menor colocara el desayuno frente a él.–Lamento no poder haber hecho algo más, no soy muy bueno cocinando.

El rubio negó.–Se ve delicioso.–Su mirada estaba puesta en el chico, quién se sentó frente a él todavía algo ruborizado.

–Las heridas... ¿Te duelen aún?.–La mirada del castaño se dirigió hacia las vendas del australiano.

Este negó, realmente si sentía algo de dolor pero quería que el menor se sintiera más tranquilo.

–Déjame cambiarte las vendas, por favor.–ChangBin prácticamente le rogó al mayor que le permitiera ayudarle.

Rendido ante su expresión Chan aceptó, algo nervioso pues sus cicatrices serían expuestas, inclusive las que no quiere ni ver él mismo.

Luego de que el rubio terminase de comer, y que el pequeño ChangBin comiera un poco, se dirigieron nuevamente a la habitación del mayor.

Cuando el castaño se estaba quitando el poleron de Chan este se acercó y lo abrazó por la espalda.–Quedatelo, me gusta mucho cómo te queda.–Le susurró contra su cabello.

Algo nervioso el menor soltó el poleron para quedarse con eso puesto.–¿Estás seguro?.–Sintió como el contrario asentía y suspiró.

Chan se separó con una sonrisa.–Buscaré las vendas.–Se dirigió hacia el baño, estuvo ahí unos minutos viéndose al espejo con algo de preocupación hasta que sintió como el pequeño ChangBin tocaba la puerta algo preocupado.

–¿Channie? ¿Todo bien?.–Se le escuchó hablar desde el otro lado de la puerta.

–Claro, ya voy.–El rubio tomó las vendas, colocó una sonrisa en su rostro y salió del baño.–Lo siento, estaban algo ocultas.

El menor asintió y ambos se dirigieron a la cama del mayor, ahí mientras ChangBin sacaba las vendas el mayor se quitó la playera.

La mirada del castaño se dirigió hacia el torso del rubio, pudo notar algunas cicatrices que no había visto antes.

Su mirada se entristeció un poco mientras Chan mantenía una sonrisa para ocultar su incomodidad.

Con cuidado el menor sacó las vendas del cuerpo del mayor, limpió un poco las heridas y colocó las nuevas, todo esto en silencio y con la mayor concentración posible.

BangChan se dedicó a observar los movimientos y las expresiones del pequeño, evitando soltar cualquier quejido pues notaba como el contrario se estaba esforzando por tratarlo con la mayor delicadeza posible.

Ya al terminar el menor se quedó mirando el cuerpo del contrario unos segundos más mientras este se levantaba para ir hacia su closet y sacar algo de ropa.

–Son muchas, Channie.–Comentó el menor refiriéndose a las cicatrices.–Te has metido en muchas peleas o...?

La sonrisa del rubio se desvaneció, claro que el pequeño no podía notarlo pues el mayor le estaba dando la espalda.–Prefiero no hablar de eso, Binnie.

El castaño se sentó en la cama y en silencio se quedó observando cómo el australiano sacaba algo de ropa.

–Iré a vestirme.–Chan se adentró nuevamente en el baño dejando al pequeño ahí.

Mientras se cambiaba de ropa escuchó nuevamente como el menor tocaba la puerta y hablaba del otro lado.

Esta vez le avisaba que ya era hora de que se fuera, eso entristeció al rubio, quién salió del baño ya vestido y fue a despedir al menor.

Le agradeció por todo lo que hizo por él, a la vez le pidió que le avisara cuando llegara a su departamento y que fuera con cuidado.

Ya al encontrarse solo Chan soltó un largo y pesado suspiro, miró sus manos viendo como el rojo todavía no se iba.

Fue a su habitación y sobre la cama encontró unas pastillas para el dolor, al lado de una notita del castaño que acababa de abandonar el lugar.

Channie, me hubiera gustado quedarme pero siento que necesitas un rato a solas sin tener que encerrarte en el baño.

Aquí te dejo las pastillas por si vuelven los dolores, cuídate mucho.

Te quiere, Binsual.

El rubio sonrió al ver como había firmado la nota, sacó unas pastillas del envase y fue hacia la cocina para beberlas con lo que había sobrado del jugo que ChangBin había hecho por la mañana.

El menor no abandonó la mente de Chan por un buen rato.

Chan se creía un experto en ocultar sus emociones, y muchos le habían dicho que lo hacia bien, pero aún así ese pequeño chico había notado su malestar.

Y aunque no fuera la gran cosa el australiano se sintió extrañamente bien por aquello, lo cuál no era común en él pues no le gustaba ser una carga.

Chan no entiende que no es una, Chan se preocupa demasiado.

Es un angelito inseguro.

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ᴀʀᴛɪsᴛᴀ ᴄᴀʟʟᴇᴊᴇʀᴏ | ᴄʜᴀɴᴄʜᴀɴɢ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora