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–Lo siento, lo siento, lo siento...–Empezó a repetir el mayor con un tono nervioso mientras una de sus manos se dirigía a su oreja.–No sé porqué hice eso, estoy medio dormido aún...–Se excusó.

–Channie.–Habló con tono calmado el menor. El recién nombrado dirigió su mirada hacia él, sorprendiendose de encontrarlo con una sonrisa.–No te preocupes por eso.

El australiano sólo pudo soltar un suspiro y susurrar otro "Lo siento".

–Compré unos dulces en la panadería cerca de tu departamento. ¿Prefieres comer eso?.–Comentó con un leve tono humoristico.

Chan sólo sonrió con algo de nervios, para luego soltar una leve risa.–Está bien.

El dueño de casa se levantó del sillón.–Sientante tranquilo, iré por ellos.

Aún algo apenado le hizo caso al menor y se dirigió hacia el sofá. Al sentarse divisó su celular cargando en la mesa que sostenía la televisión.

Sonrió asumiendo, correctamente, que ChangBin lo habría puesto a cargar mientras él dormía.

Se acercó a este para prenderlo. Al tenerlo notó que la pantalla estaba algo trizada.

Soltó un suspiro pues no podía recordar cómo ocurrió eso, apretó el botón de encendido esperando la pantalla aún funcionara a pesar de aquello.

Esperó unos segundos hasta que por fin prendió. Agradeció que el touch todavía funcionara pues no estaba seguro de cuánto le costaría arreglarlo.

Dejó el celular ahí para que terminara su carga y volvió hacia el sofá para sentarse algo más tranquilo.

Volvió a pensar en lo que había hecho hace unos segundos. Chan juraría haber escuchado al menor soltar una especie de gemido.

Negó repetidas veces quitando esa idea de su cabeza, esperando realmente no haber incomodado al menor.

Se inclinó levemente hacia delante para alcanzar el control de la televisión, el cuál estaba sobre la mesa de centro. Luego encendió la televisión con la intención de despejar su mente.

Mientras buscaba algún canal el menor llegó a su lado con una bandeja metálica donde habían varios tipos de dulces.

El australiano no tardó en reconocer entre estos un pedazo de Lamintongs, una leve sonrisa se escapó de sus labios recordando cómo hace un tiempo le había comentado al menor sobre dicho dulce.

–Hace unos meses que no como de estos.–Comentó el mayor a la vez que tomaba uno de los dulces en la bandeja.

–Me alegro de haberlos comprado entonces.–Respondió el contrario con una leve sonrisa.–Come con cuidado.

Chan asintió, recordando el aro en su lengua. Se dispuso a comer con lentitud, haciendo un par de muecas por el dolor, aunque el sabor lo compensaba para él.

No se dió cuenta hasta unos minutos después que tenía la mirada del menor puesta en él.

–¿Ocurre algo?.–Giró su rostro hacia ChangBin, encontrándose con el contrario sonriendo.

–Me alegro que no te hayan rapado.–Comentó con algo de gracia.–Imaginaba que en algún momento te vería rapado por tus tintes pero no estaba preparado aún.

Chan hizo una leve mueva para luego reír.–Quería teñirmelo pronto, aunque creo que ya no podré.–Con su mano ya libre tras haber terminado su dulce se dispuso a tomar algo de té que el menor trajo junto a la bandeja.

–Que triste, quería saber que color te pondrías ahora.–El más bajo acercó su mano hacia el cabello del mayor, enredando sus dedos entre los mechones de pelo. Teniendo cuidado de no pasar a llevar la herida del australiano.

–Iba a probar morado.–Sonrió dejando la taza nuevamente sobre la mesa de centro. Se giró hacia el menor con expresión calmada, ahí notó como ChangBin tenía pequeñas migajas de galletas alrededor de su boca.

–Estoy seguro que te quedaría muy bie...–Su comentario se interrumpió al sentir la mano del mayor en su mejilla, quien con suavidad removía las migajas.

Las mejillas del menor se ruborizaron levemente. Usualmente la situación sería algo normal para el dúo, pero teniendo en cuenta lo ocurrido hace un rato el más joven no podía evitar que los nervios se apoderaran de él.

–Tenías sucio.–Comentó finalmente el mayor. Aún sin alejar su mano fijó su mirada en los labios del contrario.

ChangBin notó esto rápidamente. Creyendo que aún tenía sucio se relamió los labios, a lo que el mayor reaccionó con un sonrojo. Al instante Chan desvío su mirada, alejando su mano a la vez.

–¿Channie?.–Inclinó su cabeza en un intento de ver el rostro del mayor.

–Lo siento Binnie, no sé que me pasa ahora.–Se excusó el mayor, mintiendo pues tenía claro que su deseo en ese momento era besar a su contrario.

Pero ¿Cómo podría hacerlo sin saber lo que quería ChangBin?.

Tras unos segundos el menor habló, tratando de romper el silencio que se había formado.

–¿Estás cansado aún?.–Volvió a revolver el cabello del contrario.–Deberiamos ir a dormir tal vez.

Sintiendo que su rubor había pasado el más alto volvió a mirar al contrario. Tras unos segundos asintió.

–Dejaré estas cosas en la cocina entonces.–Haciendo referencia a los dulces restantes ChangBin se levantó.

Chan lo siguió con la mirada algo inquieto. Impulsivamente tomó al contrario del brazo, vió como este se giraba hacia él pero par
a su sorpresa no dijo nada.

–No te vayas.–Habló al fin, sintiendo su corazón latir con fuerza.

El más joven se sentó a su lado nuevamente, estando esta vez más cerca del australiano. Se dispuso a apoyarse en él con cuidado de sus heridas.

El castaño mayor lo rodeó con sus brazos sorpresivamente, abrazándolo. Logró notar gracias a esto que el corazón del contrario también estaba algo acelerado.

–Binnie.–Llamó la atención del menor una vez este le correspondió al abrazo.

–¿Si?.–Respondió en voz baja.

–Hay algo que quiero hacer, pero necesito saber cómo te sientes tú al respecto.–Habló con un tono extrañamente serio.

El menor, algo preocupado a este punto, sólo pudo asentir esperando que su mayor siguiera hablando.

Chan se acomodó para poder mirar el rostro del contrario, separando un poco al abrazo.

–¿Podría besarte?.

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ᴀʀᴛɪsᴛᴀ ᴄᴀʟʟᴇᴊᴇʀᴏ | ᴄʜᴀɴᴄʜᴀɴɢ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora