Capítulo 15: Príncipe de oro y tierra

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Noche ciento dos sin Luna

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Noche ciento dos sin Luna.

Después de tantos días de entrenamiento y noches donde no tardaba más de medio minuto en dormirse, Nedi apenas fue consciente de que habían pasado las semanas, aunque esa cifra de días la calculaba según era el tiempo en la Tierra. Los plutonianos no tenían ni por asomo el mismo concepto de reloj y calendario como les ocurría a los terrícolas. Aun así, el tiempo pasaba de igual forma para ambas especies, aunque definido de formas distintas.

Si Nedi miraba el reloj de su intercomunicador, aún configurado según el horario de la Tierra, marcaba las 00:12 horas. Esa sería su ciento segunda noche sin ver la Luna. Se conformó con el atardecer de Plutón y la visión de su puñado de satélites suspendidos en el horizonte violeta. Aquella tarde era especial, sobre todo lo era ese instante. Tras tantos días de sufrimiento por fin podría de disfrutar de su soledad.

Kurtis le había permitido ese día para descansar, y Nedi se concedió esa libertad para estar en compañía de sí mismo. No había nadie más, al menos nadie que fuera humano. Descabezado estaba a su lado, aunque en modo silencioso. No compartieron ni una palabra desde que llegaron al Arbe Lantirs, conocido como el «Mar de Mineral» en su idioma. Pero no era exactamente un mar lo que había frente a él. Las únicas reservas de agua que tenía ese planeta era las que cargaba la Nostradamus II. Ahí había otra diferencia más, de las tantas que había podido contar, entre Plutón y la Tierra. Las playas, si se les podía llamar así, que había en Plutón tenían arena, piedras brillantes y humo. La neblina púrpura que desprendían todas esas piedras desperdigadas por aquel desierto producía una densa capa que se arrastraba por el suelo. Los movimientos ondulantes eran como la marea. Al igual que la Luna atraía el agua de la Tierra, los cinco satélites de Plutón eran los que dirigían la danza de aquellas olas de humo.

—No me gusta Plutón, amo Nedi —murmuraba Descabezado, y se acercó a su dueño para acurrucarse en su regazo—. Prefiero las playas de la Tierra, aunque no sé si sabe usted que me da miedo el agua. Pero me gustan más las amenazas acuáticas que esas nubes de humo...

—¿Amenazas acuáticas?

—Sí, amo. Esos rizos que se forman en el agua, que suben, bajan... ¡y se acercan a la costa! Siempre me han dado miedo.

—Estás hablando de las olas... —Nedi soltó una carcajada—. Bien, Descabezado, deberías actualizar ese vocabulario. Sustituye «amenazas acuáticas» por «olas».

La línea de la pantalla que tenía en el pecho se tornó discontinua. Estaba recopilando esa información para guardarla en su base de datos. Pero Nedi supo que el robot tenía algo más que decir respecto a ese tema cuando sus ojos se encendieron como las cabezas de dos cerillas.

—Actualización del lenguaje. Sustitución del término «amenazas acuáticas» por «olas» —informó con una voz plana, y se oyeron unas interferencias—. Esta actualización del lenguaje ya fue solicitada durante el trece de octubre del año 3510.

Hipersomnia: Segundos Confederados | SC #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora