Capítulo 21: Rivales de sangre

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Primer día de la Humexpo

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Primer día de la Humexpo. Estadio Séptimo.

La Bona Wutsa estaba a las afueras de Johannesburgo. Tenía kilómetros vacíos de territorio a su alrededor, aunque eso no significaba que no estuvieran vigilados. Un grupo especializado en la seguridad del gobierno se encargaba de patrullar las zonas para prevenir la entrada de civiles. Cualquier actividad indeseada podría ser un inconveniente para los cargos políticos que tenían allí su residencia o los que asistían a reuniones para poner en entredicho el devenir del planeta y sus habitates. Durante los años que el Partido Retrospectivo estuvo en el gobierno, no solían ocurrir incidentes. Pero desde que Dacio entró, respaldado por los Prospectivos, hubo bastantes intentos de revueltas que quedaron frustrados, sobre todo en los primeros días de pandemia de Insomnio S.B. Las Fuerzas Especiales de Seguridad Mundial tuvieron que intervenir, y desde entonces había una patrulla de élite fija en los alrededores. Pero la plantilla de agentes de la FESM se multiplicó desde aquella mañana, aquel día que se cumplía el primer lustro del gobierno de Dacio Krasnodario, cuando comenzaba un glorioso momento para la especie humana.

Esos kilómetros desiertos que antes rodeaban la Bona Wutsa se habían convertido en una ciudad. Había edificios de todo tipo, desde ocio hasta restauración, desde estadios para ver los juegos olímpicos hasta unos anfiteatros llamados «Puntos Destino». Los Puntos Destino estaban designados para fomentar el encuentro entre las especies extraterrestres y los civiles que habían tenido la suerte de obtener un pase para la Humexpo. Los pases se distribuyeron a gusto del presidente. Había distintas maneras de hacerse con uno de forma gratuita, una de ellas era siendo un miembro de la prensa o embajador de Clocktick, la plataforma virtual donde se retransmitiría todo el evento en directo. Aparte, un porcentaje de invitaciones se regaló mediante un sorteo para que cualquiera pudiera tener acceso a las fiestas, y otro tanto estaba destinado a cargos políticos u otras personas de gran interés mundial. Por supuesto, también entraba en el cupo el personal que debía trabajar allí. Había profesionales de casi todos los campos para satisfacer las necesidades de los invitados, entre ellos el novísimo Sindicato de Evolución y Salud Prospectivo, por si había cualquier urgencia entre los invitados; además de los atletas que participaban en las pruebas olímpicas o los ponentes que asistirían a los Puntos Destino para dar sus charlas sobre la cultura terrestre en general. No obstante, algunas personas se habían colado allí gracias a su dinero. Pero conseguir un pase a la Humexpo no suponía un precio módico. Alguna gente que disponía de fondos millonarios había llegado a pagar hasta cincuenta mil soles por su entrada. Ese dinero, según la vicepresidenta Fiya Estilia, iría destinado a las Zonas Hypo de Rusia y China, que aún eran las más precarias.

El ambiente que se respiraba en la Humexpo era de bienvenida, de celebración, de amor por el cuidado que debía recibir la Tierra y de unión entre especies. Parecía que, por una vez después de tantos milenios, todos los humanos estaban unidos en el orgullo de pertenecer a la misma causa. A los Confederados les parecía inverosímil que fuera Dacio quien hubiera conseguido esta paz, pero en aquel día, ellos eran la excepción. No iban a formar parte de esa paz mientras la Humexpo fuera una mentira. No se trataba de una fiesta que engrandecía lo que era el ser humano, sino en lo que se iba a convertir. Pronto, el mundo estaría lleno de máquinas, y a esos seres inertes habría que llamarles «personas».

Hipersomnia: Segundos Confederados | SC #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora