Capítulo 4: Recuerdos fraternales

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Noche tres sin Luna

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Noche tres sin Luna.

Las noches no eran lo mismo para Nedi Monter si no había estrellas que observar mientras estaba llorando. Lloraba por su familia, por sus sueños rotos, por lo que pudo llegar a ser y por los restos de sí mismo que perdió durante ese camino hacia la transformación. Así se sentía, no había palabra que le definiera mejor que «despedazado». El mundo le había arrancado muchos trozos de su ser, pero aquello era lo que más le resumía. Ese vacío le hacía especial. A pesar de que su hogar le había condenado infinidad de veces a no considerarse un ser humano, sino a convertirse en un fantasma, un insensible... o un monstruo.

Durante toda su vida, Nedi nunca supo porqué él tenía la virtud de obtener esperanza donde solo quedaban las cenizas del dolor. Sin embargo, desde hacía poco lo descubrió, y supo que eso era, exactamente, lo que le diferenciaba de su hermano.

El mero hecho de pensar en Reiseden le producía un intenso malestar. Era curioso para Nedi pensar que, aunque hubiera conocido a alguien idéntico a él por completo, ese parecido le planteara tantas preguntas. El exterior era similar, pero el interior se comparaba a la diferencia entre un incendio y un témpano de hielo. Reiseden, tan solo pronunciar su nombre le quemaba por dentro. Su presencia escupía fuego, y consiguió que esas llamas se propagaran hasta casi destruir el mundo en su paso hacia el poder de hacerlo suyo. Ni siquiera ocultarse bajo la identidad del Líder REM podía apagar aquellas ascuas con una clara humareda de ambición. Esa máscara solo sirvió para avivar ese ardor, y cuando se la quitó frente a Nedi, podría haber convertido su vida en niebla.

Los recuerdos que se convirtieron en la piedra angular de su mente provenían de aquel día en que Reiseden se arrancó esa máscara. Nedi sintió que se visualizaba frente a un espejo, y que las respuestas estaban reflejadas en la imagen que veía de sí mismo; respuestas que eran muy distintas a las que hubo imaginado. Y todas esas memorias importantes, por desgracia, también eran tristes. Jamás llegó a intuir que su verdadero padre fuera quien ordenó destruir su mundo, ni que su hermano acató esa orden. Tampoco pensó que la canción que le cantó Astridia Orbon al rescatarle cuando solo era un bebé, fue la misma que pronunciaba Clisseria, y esa nana de su madre se convirtió también en la banda sonora de la pesadilla que llegaron todos a vivir entonces. Ni siquiera llegó a dilucidar la posibilidad de que Norak Ryder diera por él hasta su último aliento como si se tratara de su hijo.

Cada uno de esos recuerdos, pensamientos y preguntas tanto con respuesta como sin ella habían atormentado a Nedi durante cuatro monótonos años. Pero el peso de esa espera no se le hizo tan devastador como entonces. Antes, solo se limitaba a dormir en paz mientras la Nostradamus II surcaba el cosmos, pero aquella noche la espera debía hacerla en un planeta donde cada día transcurrido equivalía a seis días terrestres. Nedi no dejó de contar los días tal como debían pasar en su hogar. No había acontecido ni medio día desde que su nave aterrizó en el vasto desierto plutoniano, pero en ese lapso de tiempo habían pasado tres días en la Tierra. Y que frente a sus ojos estuviera amaneciendo, significaba que esa era su tercera noche sin ver la luna según el horario terrestre.

Hipersomnia: Segundos Confederados | SC #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora