Capítulo Uno. El Principio de Todo

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-Belle, ¿Qué color de labios crees qué estará mejor con este vestido?.

-El rojo sin duda, Zara.

-¿Rojo?. ¿No crees qué es demasiado llamativo?.

-Zara, hoy cumples dieciocho años. Papá y Mamá nos van a llevar a un restaurante a cenar y créeme que con ese vestido, nadie se fijará en tu color de labios. Tú ya eres demasiado sobresaliente para ello.

-¿En serio?.

Desde pequeña, había sido el patito feo de la clase. Llevaba gafas y tenía un pelo que pocas veces quería mantenerse en su sitio detalle que mis compañeros de clase se encargaban de hacerme recordar cada día. De ahí que mi autoestima siempre estuviese por los suelos.

-Zara-me cogió las manos-. Te has convertido en una mujer muy atractiva. Tú no lo ves pero los demás sí. Debes tener confianza en tí misma y que no te importe si los demás te miran o no. No puedes pasarte toda tu vida en el perfil bajo.

Mi hermana era dos años mayor que yo y llevaba ejerciendo de confidente y consejera mía desde mi más tierna infancia. En realidad desde el momento pánico que me supuso ponerme mis primeras lentes.

-Gracias, Belle. A veces no se que haría sin tí.

-Millones de cosas. Por supuesto-me sonrió-. Ahora pinta tus labios de rojo y salgamos a celebrar que eres adulta.

Nuestros padres nos llevaron a un restaurante parisino muy recatado y repleto de fornituras antiguas con más años que el mismo mundo a sus espaldas pero lleno de encanto y magia donde comimos ostras y bebimos champagne. Nunca habíamos sido de grandes derroches a pesar de ser mi padre un empresario pero nuestros cumpleaños siempre eran celebrados por todo lo alto.

-¿Cómo se siente una al no tener que beber zumos mientras los demás beben champagne?.

Mi padre me preguntó después de brindar por todos nosotros.

-Me puedo acostumbrar al champagne-sonreí-. De hecho, creo que lo haré.

Tras muchas risas, abrir los regalos de mis padres y soplar las velas de una tarta tatin, mi preferida, Belle me tendió un sobre en color rosa pálido. En su interior, había una tarjeta de cumpleaños.

¿El mejor regalo para tu decimoctavo cumpleaños?. ¡Unas copas!.

-¿Cómo?.

-He pedido permiso a papá y a mamá para sacarte de fiesta esta noche y ambos están de acuerdo en que tenemos que celebrarlo así que esta noche es nuestra, hermanita.

Me sentí un poco nerviosa. Era la primera vez que salía por la noche. Normalmente, siempre estaba estudiando para sacar mis exámenes adelante o leyendo mil historias con protagonistas masculinos llenos de encanto y magia.

-Quizás sea mejor otro día, Belle.

-No lo creo, bombón. Si no te convenzo hoy que estás lejos de tus héroes ficticios, no lo haré mañana cuando los tengas a tu alcance. Hoy vamos a conocer chicos reales que no hablan como en la época victoriana, ni llevan levitas.

Negué con la cabeza. Cuando Belle se empecinaba con algo, resultaba difícil que no lo llevase a cabo. Y en aquel momento, me temía que no podría escaparme de su experimento social.

-Iremos a beber un cocktail a un bar cercano. No hay música estridente ni millones de hombres babeando detrás de las mujeres. Tranquila.

Como si me hubiese leído la mente....

-Ahora cuéntame. ¿Qué es lo que tienes previsto hacer a partir de ahora?.

Belle se sentó en una mesa donde colocó un par de vasos llenos de frutas, palitos de colores y alcohol que había pedido en la barra.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora