Capítulo Diez. Mi Novela

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Me quedé embobada por unos segundos, mirándolo. Él también era bello, perfecto. Se acercó a mí, me cogió por la cintura y cuando sus labios se acercaban a los míos de nuevo, mi teléfono sonó actuando de salvador. Miré la pantalla. Era Pierre, mi marido, al que había estado a punto de traicionar. Me despegué de Nadine, salí debajo del árbol y caminando entre la jungla, cogí el teléfono.

Qué has estado a punto de hacer, Zara? No lo sé. Vivir mi propia novela?

-Zara?

-Pierre! Qué alegría escucharte

-Te alegras en serio de escucharme? Más bien tu voz suena como si estuvieses escapando de alguien.

Nunca mejor dicho....Pierre y su extraña afición a acertar todas las cosas

-No es eso-mentí- salí a pasear un poco y no creo que me haya sentado bien.

-Paseando en tu estado? Zara! No puedes estarte quieta ni un segundo?.

-Mi estado?.

-Llamé a Aletha para hablar con ella de unos asuntos y me dijo lo que te había pasado. No tenías pensado decírmelo?

-No quería preocuparte, Pierre. Tampoco me encontraba con muchas fuerzas para contarte toda la historia.

-Yo quiero preocuparme por tí, Zara. Debes permitírmelo. No sabes lo mal que me siento por no haber estado a tu lado.

-No es tu culpa, Pierre. No debes sentirte mal. Por cierto, para qué llamaste a Aletha?

-Es una sorpresa-noté su sonrisa al otro lado del teléfono-. He arreglado todo para que esta tarde puedas volver a casa.  Los médicos me han dicho que es factible siempre que no hagas esfuerzos extras y eso incluye salir a hacer maratones, de acuerdo?.

-De acuerdo.

-Buena chica. He de colgar.

-Está bien.

-Te amo, Zara

Colgó sin darme tiempo a reaccionar. Nunca me había dicho que me amaba y ahora que había estado a punto de traicionarlo, me venía con esas?. Por qué el destino estaba siendo tan cruel aquel día?. Por qué?! Al menos tenía una buena noticia y es que podría volver a casa y mantenerme alejada de Nadine. Era el socio de Pierre pero mientras él siguiese en Francia, no tendría que verlo y la idea me reconfortaba. Pierre me amaba, cosa que me hizo sonreír aunque con un resquicio de dolor por lo que había vivido hacia apenas diez minutos.

Con las dudas mentales, conseguí salir de nuevo a la vía principal de los jardines, al camino conocido y seguro donde el sol relucía pero, justo antes de que el sol me diese en la cara, como si fuese un vampiro y alguien quisiese que el sol no me desintegrase, Nadine tiró de mi brazo.

-Creo que ha quedado claro, Nadine quién es el hombre importante en mi vida. Te he dejado tirado por él.

-Una cosa es el amor y otra la pasión que veo en tus ojos. Necesitas que alguien te haga sentirte mujer, que te acaricie con destreza-me cogió de nuevo por la cintura- que te toque y te haga estremecer-rozó levemente uno de mis pechos -qué te diga cuan sexy eres- que te bese y te haga desvanecer. Se acercó por tercera vez en poco tiempo, a mi boca. Pude sentir su olor, su excitación. Pude sentir que de querer hacerlo, podría tomarme en aquel mismo instante y hacerme explotar como una diosa y pude sentir que era algo que realmente me apetecía pero, fui capaz de tener la mente lo suficientemente fría. Recordé a Pierre, su preocupación, su "te amo". Con arte, me zafé de Nadine y después de darle un bofetón, me fui no sin antes amenazarle.

-Jamás vuelvas a tocarme, imbécil.

Una vez en mi habitación, guardé todas mis cosas en las maletas que Aletha me había traído, cogí la carpeta roja de Pierre con cuidado y me senté sobre el borde de la cama a esperar que fuese la tarde y que alguien viniera a recogerme para irme a mi casa.

-Quieres que llame al chófer ya?-me preguntó Aletha-. Te veo con prisa.

-Sí, por favor.

-Ha pasado algo?.

-Nada en absoluto.

La buena mujer se sentó a mi lado y me cogió de la mano.

-Sabes? Yo también me casé muy joven y como tú, no tuve elección. Nuestras familias querían que nos casásemos a toda costa y así tuvimos que hacerlo. Como tú, sentí la necesidad de explorar otros terrenos, no es justo para una mujer casarse virgen y no tener más experiencias cuando ellos si lo hacen

-Qué tratas de decirme, Aletha?.

-Que entiendo que te sientas atraída por Nadine. Es un chico atractivo, sensual, joven....y tú eres joven y necesitas ver más cosas pero, si te soy sincera, yo nunca tuve la suerte que tú tienes.

-Tengo suerte acaso?.

-Sí, porque Pierre te ama y tú, aunque aún no lo sepas, le amas también. Yo aguanté un matrimonio de trabajo y palizas que lo único que me dio bueno fueron dos hijos. Tú, sin embargo, podrías ser feliz si te dejases llevar. No debes sentirte culpable ahora porque has sido capaz de dar marcha atrás pero procura no sentirte culpable de verdad, de acuerdo?.  Llamaré al chófer. Debo parar antes en el supermercado, te importa?.

-En absoluto.

Durante todo el trayecto, fui pensando en las palabras de Aletha. Ella tenía razón en muchas cosas pero, realmente yo amaba a Pierre?. No era un cariño especial? Me comí demasiado la cabeza mientras Aletha hacia la compra. Tardó al menos una hora y media y estaba a punto de salir a buscarla cuando apareció.

-Traes sólo un par de bolsas. Hora y media para ello?.

-Había mucha cola-se limitó a decirme mientras se encogía de hombros-.

No le di mayor importancia, tan sólo quería llegar a casa, darme una ducha y acostarme pero cuando abrí la puerta, vi que todo estaba raro, no como cuando yo lo había dejado. En el salón se veían luces titilantes y olía extrañamente a perfume de sándalo.

-Pierre?

Salió sonriente de la cocina con un ramo de flores en la mano y no pude evitar lanzarme a sus brazos tan pronto lo vi.

-Está era la sorpresa?.

-Así es, mon coeur. La cena es cosa de Aletha. Espero que esa hora y media en en el supermercado no te haya molestado.

-Asi que eso era-miré a Aletha acusadoramente y ella me sonrió -.

-Aún no es la hora de la cena.

-Tenemos muchas cosas de las que hablar y no hablar.

Mi marido me guiñó un ojo y Aletha se disculpó para irse.

-Te he echado de menos, Zara.

-También yo a tí, Pierre. Cómo es que has adelantado tu vuelta?.

-Porque mi esposa no puede estar enferma y yo no estar aquí para cuidarla.

Lo miré, me sonrió y después nos fundimos en un beso. Quizás Aletha tuviese razón y yo sólo necesitase dejarme llevar por Pierre.

Y si él es tu novela?

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora