Capítulo Dieciséis. Peligro

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Fabio! El autor de cartas románticas a mi marido. Por cierto, Pierre había dicho de investigar a Mathieu? Cómo iba a  investigar a mí detective? Oh!! Qué bien todo....

Puede que darle un bofetón a Fabio hubiese sido mala idea pero estaba claro que se lo merecía. Mi naturaleza nunca había sido violenta y sólo había dos personas en este mundo a las que le había dado con ganas. Tenía a ambos delante. Nadine y Fabio. Uno se lo había ganado a pulso tras tratar de besarme, el otro me había insultado de todas las formas posibles. Nadine, sin embargo, estaba salvándome de las garras del enamorado de mi marido, Fabio me había dado un buen tirón de pelos en plan "loca del coño".

Una vez los guardias de seguridad se llevaron a Fabio, y tras asegurarles una y mil veces que no quería llamar a la policía, que tan sólo quería ir a mi casa a descansar, Nadine se ofreció a llevarnos.

-No hace falta-le dije aún nerviosa-.

-Estáis nerviosos, Zara. No creo que Pierre esté en las mejores condiciones para conducir.

Y así se zanjó el tema. Nos acercó en el coche de Pierre hasta casa de mis padres. Un trayecto silencioso, lleno de dolor y de preguntas sin respuesta. Sabía que todo aquel jaleo se podría haber evitado o al menos, dolería menos si Pierre se sincerase conmigo, sino evitará a toda costa decirme qué coño pasaba con Fabio.

Pierre se bajó del coche antes que yo, mi padre esperaba en la puerta. Aún no eran ni las once de la noche.

-Gracias por acercarnos, Nadine. También por salvarme de las garras de Fabio.

-Era lo correcto, Zara. Puede que no me haya comportado bien contigo, que tenga sentimientos hacia tí pero creo que protegerte de quedarte calva por un ataque de celos, era algo humano y necesario

Me miró a los ojos directamente, con su intensidad característica y yo me quedé prendada de su mirada, otra vez. Me culpé por hacerlo. Nadine era muy atractivo, demasiado pero yo le debía lealtad a un marido al que además, quería. Qué me estaba pasando con aquel árabe? Por qué no me ponía las cosas claras a mí misma?. Eso empezaba por exigirle a Pierre sinceridad. Y lo haría vaya que lo haría.

-Gracias de nuevo-corté la mirada-. Creo que deberías llevarte el coche. La casa de Pierre queda lejos de aquí.

-Ya he hablado con Pierre al respecto. Buenas noches, Zara.

-Buenas noches, Nadine.

Con la cabeza confusa y los nervios aún a flor de piel, entré en la casa. Pierre estaba sentado con mi padre en el salón. Ambos hablaban sobre lo poco movida que estaba la noche. Sabía que Pierre tenía pocas ganas de hablar con nadie pero su caballerosidad le impedía irse directo a la cama.

-Pierre dice que había poca gente en la calle. Parece que se esté muriendo la noche parisina.

-Supongo, papá. Ya sabes que no conozco mucho la noche de mi ciudad-sonreí a medias-.

No en vano, cada vez que salía, pasaban cosas raras y extrañas. Además de traumáticas

-Te apetece una copa de whisky? Te has peinado para salir de casa?

Puse los ojos en blanco y después de suspirar y ver la cara de terror en los ojos de Pierre, accedí a la petición de mi padre.

-Quizás sea buena idea. Hace humedad, papá. Es por eso lo del pelo.

Mi padre encogió los hombros en señal de no entender absolutamente nada acerca del efecto frizz y me sirvió una copa de whisky. En realidad, fue una velada agradable en la que mi padre, Pierre y yo compartimos anécdotas de nuestra infancia y reímos sin pensar en nada de lo que había pasado hacía unas horas, sin pensar en Fabio, sin pensar en Nadine, sin pensar en la relación de mi marido con su amigo.

Eran cerca de las dos de la mañana cuando nos despedimos de mi padre para acostarnos. Justo cuando entramos en la habitación y deseaba hablar con Pierre acerca de sus asuntos internos, mi marido me hizo una señal para que me estuviese callada.

-Qué pasa?-susurré-.

-Estate aquí. No te muevas.

Salió de la habitación. Dos minutos después vino con Mathieu.

-Es más fácil saltar desde esta ventana. El garaje está justo debajo de aquí y puedes apoyarte. Nadine te espera en el coche que está en el callejón de atrás. Tienes una habitación pagada en un piso del centro de París. Mañana Belle irá a verte con nosotros.

-Merci-nos dijo Mathieu a ambos-.

Abrió la ventana y deslizándose sigilosamente como un gato, salió de mi casa. Era lo último que me esperaba en aquel momento, que Pierre fuese a buscar al novio de mi hermana con la intención de sacarlo de casa. No obstante, me lo había prometido y no estaba fallando a su promesa.

-Muchas gracias, Pierre.

-Es lo menos que podría hacer por tí, Zara. Lamento mucho lo de Fabio. No sabes cuánto.

Las lágrimas caían por sus mejillas y supe que su arrepentimiento era verdadero. Me acerqué a él, le cogí las manos y lo miré a los ojos.

-No entiendo la relación que os une a ti y a Fabio, no sé porque esa obsesión por tí y por insultarme. Tenía previsto echarte la bronca, insistir hasta que me contases la verdad pero tan sólo me conformo con que me lo cuentes algún día, cuando tú creas que es el momento.

-Ya es el momento.

-Cómo?.

-Creo que es hora de que te cuente todo respeto a Fabio.

-Soy toda oídos.

Lo sé. Llevas esperándolo años-sonrió a medias-. En realidad no es nada raro ni extraño. Fabio y yo nacimos casi a la vez, fuimos juntos al jardín de infancia, nuestros padres eran amigos y nos pasamos toda la niñez juntos. Siendo muy pequeños, lo único de lo que disfrutábamos era del juego, de nuestra amistad que nos hacía reír y pasarlo bien. A mí me ayudaba a no pensar en los problemas de alcohol que tenía mi padre, a él en las palizas que el suyo le daba día tras día pero cuando crecimos, noté un cambio en él, un cambio respecto a su forma de mirarme. Entendí que albergaba sentimientos hacia mí persona pero traté de no darle importancia. Empezó a meterse en líos de drogas y problemas.Él me necesitaba para estar cuerdo en su vida de mierda y adquirí una especie de responsabilidad hacia él. No podía estar sólo porque era peligroso para sí mismo y sólo yo era capaz de calmarlo. Yo trataba de entretenerlo, de que no saliese con sus nuevos  amigos y parecía que funcionaba pero una tarde,  salimos a ver un partido de fútbol a un pub. Todo estaba bien, el París Saint Germain ganaba-sonrió amargamente-y la chica que me gustaba estaba allí. Lo pasamos bien, me acompañó a casa y justo en la puerta, me besó. Mi padre salía en ese momento de la casa, borracho para variar y no volví a verlo desde ese día.

Me culpé tanto por haber permitido aquello, mi madre lloró años y yo dejé de hablar a Fabio durante otros tantos. Descubrí no hace mucho que mi padre ya tenía previsto abandonarnos, que ese día, cuando nos vio en la puerta, su maleta ya estaba preparada desde hacía tiempo. La dejó olvidada por cierto en el cobertizo. Después, me culpé por negarle la palabra a Fabio y es eso por lo que aún sigo hablándole. Él sigue mal y yo solo trato de darle algo de vida cada pocos meses. La última vez, después de tres años, quedé con él. Te insultó como quiso y le puse las cosas claras. Supongo que lo de hoy no es más que un ataque de celos pero me da miedo, Zara. Es un hombre inestable, no puede controlarse. Un peligro para él mismo y también para nosotros.

-Me das miedo, Pierre.

-No has de tenerlo. Tendremos seguridad mientras estemos en París. Además, sé quién es y piensa que estamos viviendo en Australia en vez de en Qatar. Soy demasiado precavido en lo que a protegerte se refiere.

Después de aquella confesión y de limpiar las lágrimas de mi marido, lo abracé hasta que se quedó dormido. Yo no pegué ojo. Eran demasiadas cosas para un mismo día, era demasiado que soportar. Cómo iba a lidiar con todo aquello? Fabio estaba enamorado de mi marido? Era peligroso? Y qué pasaba con mi familia? Estarían también ellos en peligro?




TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora