Cuánto había dolido dejar atrás a Zara! Cuánto había llorado por su ausencia y cuánto sufrido por imaginarla en los brazos de Nadine. Me había roto por dentro. Más que roto, desgarrado y me encantaría poder decir que dos meses después de la ausencia de su piel, de su aroma, de sus suaves caricias, de su dulce rostro y de su enorme corazón, mi interior está sano, lejos de heridas, lejos de sufrimiento pero estaría engañándome a mí mismo.
La decisión que había tomado, me pesaba cada día más, el soñar con Zara y Nadine juntos me producía pesadillas que me despertaban por la noche y que se convertían en pensamientos que se prolongaban durante todo el día. Acechando mi cabeza, destrozando mi paciencia, el aspecto de mi cuerpo, todo mi ser y mi esencia. Había sido algo voluntario, una forma de salvar a Zara, de dejarla en buenas manos, de darle lo que le había prometido al casarme con ella, de proteger a la mujer que amaba pero, por desgracia y para ello, no dejar que ella arriesgase su libertad por amor, era un acto de devoción de los que más dolían. Había perdido a mí mujer justo por amarla como nunca nadie podría amar.
A veces me preguntaba si me echaría de menos, si en algún momento le había interesado mi paradero, si seguía enamorada de mí. Sabía por Nadine que había recibido el alta médica. Era de lo único que le había permitido a mi socio informarme pero, por otro lado, yo quería más y más. Saberlo todo. Su estado de ánimo, sus compañías, la reacción de sus padres, si había accedido a estudiar en París, si habría besado a Nadine....
Por qué eres tan noble, Pierre? Acaso este es el castigo por haber permitido la muerte de Fabio?? Mil pensamientos se venían a mi mente cada día, mil pensamientos que no podía manejar y que no me dejaban vivir. Vivir? Sí lo que tenía era vida....
-Siempre tan melancólico por una mujer. Tan feliz te hacía?
Una voz profunda, anciana hablaba a mis espaldas mientras yo seguía caminando movido por el anhelo, por la tristeza.
-Cómo sabes qué es una mujer?-contesté sin mirar atrás-
-Soy demasiado viejo. He visto todo tipo de cosas y sé reconocer cuando alguien pierde a la mujer de su vida.
-No creo que recordármelo me ayude demasiado.
-Por supuesto que no. A veces hay que enfrentarse al propio dolor, convivir con él para superarlo. No deberíamos estar esperando a que nos consuelen aunque lo necesitemos más de una vez y mucho menos a querer que pasen los días rápido para poder así saber con más premura lo que el destino nos depara. No crees?
-Puede que así sea. De todos modos, ahora no necesito escuchar a nadie.
-Me suponía. Me veo, no obstante, en el deber de darte un consejo.
-No lo quiero escuchar.
-Me es indiferente. Escucha el viento, Pierre. Puede que sea él quien te lleve a Zara.
Me giré rápidamente para ver quién era aquel anciano que daba consejos y sabía cómo nos llamábamos mi mujer y yo. Quién en aquel alejado paraje sabría quiénes éramos? Al darme la vuelta, sólo vi arena y sol, como cada día al amanecer, como cada día al oscurecer. Ni rastro del hombre, ni rastro de nadie. Quién había aparecido para darme un respiro? Para darme un soplo de aire fresco?

ESTÁS LEYENDO
Traición
RomanceEl matrimonio de Zara y Pierre parece ir viento en popa. A pesar de las circunstancias que los han llevado a él y los años de diferencia, parecen llevarse bien. Él es agradable con ella y ella le agradece todo lo que hace por su persona pero hay al...