Capítulo Siete. Noche de Bodas

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Bajé la vista al suelo. El solo hecho de pensar que Pierre creyese que iba a seducirlo en nuestra noche de bodas, me daba un apuro inmensurable.

-¿Victoria's secret?. ¿Cuándo vas a entender, Zara qué eres preciosa?.

Me miró a los ojos y en ellos vi atracción. ¿Estaría confundida con mis sospechas?. ¿No era Pierre gay?.

-Yo.....

-¿Qué me vas a decir qué no eres preciosa?. ¿Por casualidad utilizas los espejos de vez en cuando?.

Me cogió de la mano para llevarme a la habitación principal, la que supuse compartiría con él a partir de ese momento. Allí me plantó delante de un espejo plateado enorme situándose detrás de mí.

-Zara, eres perfecta. ¿No lo ves?.

Me miré. No veía perfección sino más bien una chica confundida que acababa de casarse. Baje mis ojos cuando entré en contacto con los de él.

-No bajes la vista, Zara. No tienes de que avergonzarte-me susurró al oído al tiempo que me tomó de la cintura-.

Se me erizaron hasta los últimos pelos de la nuca al sentir sus cálidas manos sobre mi cuerpo. Después me dió un beso en el cuello y me volteó de nuevo hacia él para desabrocharme el vestido con dedos expertos.

No se si temblé de nervios,de vergüenza o de simple excitación pero reconozco que Pierre sabía hacer las cosas bien. Me miró cuando me quedé en ropa interior delante de él.

-Tienes un cuerpo perfecto, una cara preciosa, una personalidad dulce y eres mi esposa. ¿Qué más puedo pedir?.

Lentamente, acercó sus labios a los míos y me besó. Nunca nadie lo habia hecho de ese modo. Con tanta delicadeza y ansia por hacerme suya a la vez. Me abracé a su cuello y él, con suavidad me tomó en brazos para echarme sobre las suaves sábanas que cubrían la cama.

Cada beso, cada caricia por su parte me estremecían y cuando logré vencer la vergüenza que me producía la situación, comencé a desabrocharle la camisa con premura y torpeza.

Su cuerpo era divino y por primera vez desde que lo conocía, acepté el hecho de que mi marido era mucho más que atractivo.

Trazó una delgada línea con su lengua desde mis pezones hasta mi sexo donde se detuvo empezando a hacerme sentir uno de los primeros orgasmos de mi vida. No fueron uno, ni dos, ni tres sino sucesivas oleadas de calor frío que invadieron mi cuerpo sin control.

Él me miraba con pasión, sus ojos habían cambiado tornándose más oscuros.

-Ansío entrar dentro de tí,Zara.

Asentí con la cabeza, dándole el consentimiento para ello. Cuando vi su enorme miembro, dudé de que cogiese dentro de mí. Se dió cuenta al ver mis ojos salidos de las cuencas provocándole una sonrisa.

-Intentaré no hacerte daño, preciosa.

Lo intentó pero aún asi lo hizo. Al principio sentí incomodez pero después una quemazón que dió paso a un placer demasiado intenso. Era la primera vez que me entregaba a un hombre, la primera vez que hacía el amor y me alegraba haberlo hecho con Pierre.

No habían sido pocas las veces en las que había escuchado a mis amigas narrar sus experiencias de primera vez, la mayoría un desastre por la falta de inexperiencia de ambos pero mi marido sabía como hacerme disfrutar, como hacerme sentir.

-¿Qué tal, Zara?. ¿Te encuentras bien?.

-Perfectamente. Aunque suene mal, podría acostumbrarme a ello.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora