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Jaemin abrió los ojos lentamente. Miró el espacio junto a él y se sorprendió al ver a sus dos amigos ahí. Renjun dormía plácidamente con la cara pegada al brazo de Jeno, aplastando su mejilla izquierda. Tenía la boca abierta levemente y un fino hilo de saliva caía por la comisura de esta mojando al rubio que lo sostenía. Por otro lado, Jeno apoyaba la barbilla sobre la cabeza del chino, como cuidando que no se escapara, mientras que con su brazo libre lo tomaba a él de la cintura también protegiéndolo.

Una presión en el pecho lo sacó de sus pensamientos. Miró hacia abajo para encontrarse con Renjun. Este estaba amasando y apretando su pecho con sus manitas como si fuera un gatito bebé. ¡Dios, que tierno! Jaemin sonrió emocionado y enternecido y se acercó más a los otros dos escondiéndose entre la almohada y la cabeza de su lindo mayor. Jeno, aún dormido, notó la presión y también se acercó dejando a Renjun aplastado en el medio. El chino sonrió y se acurrucó entre sus menores, pero los movimientos de estos habían sido tantos que Renjun no pudo evitar despertarse. Jaemin lo notó y miró con una linda sonrisa de dormido al de cabello oscuro.

–Buenos días.

Renjun miró sorprendido al rubio. Sentía el cuerpo de Jeno pegado a su espalda y sabía perfectamente que había pasado. No pensó que terminaría en esa incómoda situación otra vez, pero no le importaba mucho en ese momento, simplemente sonrió. Sintió como Jeno restregaba la cabeza en su espalda, un gesto raro pero definitivamente tierno. Jaemin miró expectante al rubio, esperando a que despertara. Jeno hizo un pequeño quejido mientras abría los ojos. Cuando Jeno por fin despertó completamente y vio que sus dos chicos lo miraban curiosos hizo una tierna eye smile con los ojos cerrados de más por el sueño.

–Ya están despiertos... son muy tiernos mirándome así.

–Basta...– Renjun odiaba ser llamado tierno, aunque más bien le había causado emoción esa vez. –¿Qué hora es? Tenemos que ir a clases hoy.

Jeno se dio la vuelta buscando su celular, cuando lo encontró tocó la pantalla y vio que mostraba las 10:15. Hizo una pequeña mueca porque y habían perdido tres horas de clase, pero se dio cuenta de que ninguno iría a esa hora a la preparatoria y que ellos se quedarían juntos el resto del día. Se dio la vuelta volviendo a mostrar su sonrisa y abrazó con fuerza a los dos chicos acostados en la cama. Renjun se dejó estrechar sintiéndose relajado por el amor de los dos chicos.

–Y... ¿Qué hora es?– Jeno se escondió en la nuca del mayor sonriendo travieso antes de contestar.

–Las diez y cuarto– Renjun se incorporó empujando a los dos menores y miró con reproche a Jeno que sonreía soñador y triunfante a su lado.

–¡Idiotas! Ya perdí medio día– Renjun trató de levantarse pero Jaemin lo volvió a acostar reteniéndolo con sus brazos. Jeno se acercó y también se unió al abrazo.

–Ya es tarde para ir Junnie.

–Quedémonos aquí, nos relajaremos.

Renjun hizo un pequeño puchero y miró a los dos chicos que habían complotado para retenerlo.

–Bien... no es tan malo desestresarse con ustedes.– Jeno y Jaemin sonrieron y el abrazó siguió. Se quedaron de esa forma por un rato hasta que el hambre los obligó a moverse.

–¿Desayunamos?– Jeno se levantó y los otros dos lo siguieron.

–Vamos abajo, se hacer algunas cosas.

Una vez en la cocina, Jeno se sentó a la mesa y se dejó caer sobre esta. Jaemin buscaba algo que hacer mientras Renjun lo vigilaba. El chino estaba seguro de que su menor no tenía idea de cómo cocinar. Jeno miraba con diversión como Renjun guiaba a Jaemin en la cocina y lo reprendía cada vez que cometía un error. Pasaron unos veinte minutos y la comida al fin estaba lista. No tenían idea de porqué desayunaban a esa hora, pero era divertido.

AmbosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora