Capítulo 2 |versión 2019|

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Me encamino con desgana hacia mi asiento, que por desgracia es uno de esos hallados en frente. Esa niña estudiosa hoy quiere esconderse y dejar que su mente vague libre, que escape de una clase dura de matemáticas. Me hubiera encantado faltar.

Frunzo el ceño al ver la hoja doblada que descansa en mi mesa. Antes de hacer suposiciones, descubro mi nombre escrito en ella, también reconozco la letra. Lucas. No sé si dejarme impresionar porque utiliza los viejos medios para mandarme recados o enojarme porque se arriesga a que alguien más lea algo íntimo. ¿Acaso es tonto? Es cierto que cada mañana soy entre los primeros que llegan a clases... ¡Pero igual se arriesgó demasiado!

Dejo mis cosas en la silla y una vez que tengo las manos libres, me pongo a leer su mensaje. O carta. O lo que sea que esté escondido en este papel.

No. Es una sola palabra.

— «Perdóname.»

Que la nota no esté firmada me hace pensar que sí anduvo con cuidado, pensó en el riesgo de que otra persona leyera. Y dudo que todo el colegio conozca la letra de mi novio, quizá sólo parte de los que están en su salón... Y claro, los que hemos estudiado junto a él. Como yo.

Quisiera romper y botar el papel, sólo para pretender que nunca existió. Y de ese modo, liberarme de esta sensación pesada que me envuelve el alma... El gesto me encanta y me mata. Me hace sentir que soy una arpía como también me hace soñar que estoy con el príncipe que siempre imaginé que aparecería en mi vida.

Empiezo ladear la cabeza. No puedo dejarme enredar por un gesto romántico. Él está fingiendo para terminar de conquistarme...

. . .

En cuanto veo a Lucas fuera de mi salón, me consta que ya es momento de hablar con él. No puedo posponer una reconciliación tan necesaria para el buen funcionamiento de mi plan.

—Nos vemos más tarde. —le aviso a Mónica, para luego encaminarme hacia donde está mi novio

—Hola. —dice éste

Trago en seco. Tuve una clase entera para planear esto; para decidir cómo comportarme, qué decirle, qué cara poner. Pensé en todos los detalles pero olvidé lo más importante: que a veces —sólo a veces—, el corazón me traiciona. Debo tenerlo presente para frenarlo y debo fingir hasta obligarlo a sentir lo que yo necesito que sienta.

Pero es uno de esos días cuando me siento culpable por todo. Uno de esos días que me impiden avanzar, que me quitan la valentía y la seguridad de que sí puedo con esto. Uno de esos días cuando la niña ingenua quiere salir a luz, incitada por la nota romántica y la mueca triste de mi novio. Ella quiere renunciar a la misión y vivir una historia de amor cuyo final sería tan predecible.

Odio ser tan débil. Llevo tres meses jugando este papel y se supone que debo empezar a dominarlo. Pero mi corazón no aprende, me susurra que me arriesgue. Me dice que Lucas no está fingiendo y que podemos experimentar algo increíble si tan solo me dejara llevar.

¡Estupideces!

¡Él sólo me quiere llevar a su cama!

—Me lo hubieras dicho a través de un mensaje de texto. —murmuro, buscando no dejar que vea que sí me removió un poco su gesto

—Lo hice. No me contestaste.

Ah, sí. Ya decía yo que la nota no era una muestra de romanticismo. Como no le respondí al primer intento, se empeñó en volver a intentarlo, sólo que de otra forma.

El primero en la lista © |COMPLETA| VERSIÓN DEFINITIVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora