Capítulo 13 |versión 2019|

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Desde que Lucas y yo formamos una pareja, esta es la primera vez que me deja plantada. Llevo un rato en el salón de mi casa, debatiendo con mi misma si es buena idea llamarlo o no. Estoy dividida entre el orgullo y la sensatez. Es fácil imaginar escenarios estúpidos, buscar explicaciones lógicas... pero imposible decidir de qué se trata en su caso.

—Llámalo.

Una parte de mí se resiste a ello. En este instante me apetece no volver a dirigirle la palabra hasta que me busca y se disculpa. ¡Me dejó esperando una hora!

Mi parte sensata me advierte que pudo haber pasado algo en su casa, ya que el ambiente es muy tenso... Quizá sus padres pelearon y él tuvo que...

— ¡Que lo llames! —insiste Elizabeth

—No me digas qué hacer.

Agarro el móvil de mala gana para buscar su número y hacer la llamada. Las dudas me comerán viva, así que tengo tragarme el orgullo. No es sorpresa ver que se tarda en contestar y cuando al final lo hace, necesito de todo mi autocontrol para no comenzar a gritarle. No voy a reclamar. Voy a escuchar primero.

— ¡Hola! —saludan con demasiado entusiasmo; no es Lucas, sino mi peor pesadilla

— ¿¡¿Tú?!? ¿Qué haces con el celular de mi novio?

—Estoy en su casa, dándole lo que tú no le das.

En su casa.

Lo que yo no le doy. ¿¡Lo que yo no le doy!?

—Vaya que le hacía falta, apenas regrese del baño lo repetimos. Lo tienes muy descuidado.

No. No voy a darle el gusto de caer en su jueguito. Debe haber una razón por la que tiene el celular de él, sin embargo eso no quiere decir que lo fue a visitar y se están acostando. No hubiera quedado en verse con ella sabiendo que teníamos cita. No iba a arriesgarse a que lo buscara y los encontrara juntos. Así que no tiene sentido.

Lo más probable es que la pesada de Megan haya ido sin avisar... y de alguna manera logró impedir que la corriera y que siguiera con sus planes.

Pero la sangre me hierve con tan sólo saber que está con ella.

—Te dejo. Descansa. —se burla entre risas y cuelga

— ¡Maldita perra! ¡La odio!

— ¿De quién hablas? —cuestiona mi hermana, aun presente

—Me tengo que ir.

. . .

Es de mala educación entrar en una casa sin tocar en la puerta. Pero cuando se quiere atrapar a dos personas metidas en algo sucio, es la mejor opción. Me vale que no sea correcta. Y si me topo con los padres, les digo que Lucas ya sabe que vine y me está esperando arriba.

Por suerte no me topo con nadie. Consigo subir las escaleras —bendito sea el día que decidieron no hacerlos de madera— y me dirijo con pasos sigilosos hacía la habitación de mi novio. En el camino percibo el sonido de una tele, quizá proviniendo del cuarto de los padres. Del cuarto de Lucas no se escucha nada.

Mi corazón bombea con fuerza y las piernas quieren fallarme justo cuando llego a mi destino. Tardo mil años en empujar la puerta. Es que lo que vaya a ver puede bajarme de mi nube y la caída va a ser muy pero muy dolorosa.

También me puede sacar de este infierno causado por las dudas. Ya. Doy un paso más y me animo a abrir la puerta. Lo primero que veo es una chica semidesnuda tumbada en la cama. El cielo se me cae encima.

El primero en la lista © |COMPLETA| VERSIÓN DEFINITIVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora