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Los encuentros entre Emilie y James durante las siguientes semanas se habían convertido en unos momentos fugaces utilizados solo para decirse palabras cordiales y despedirse a la menor oportunidad. Ninguno de los dos sacaba el tema que a ambos los tenía cohibidos y preferían evitarse a tener que soportar el silencio que se cernía.


-Papá, ¿te pasa algo con Emilie?
-¿Por qué lo preguntas, Edward? -Preguntó James sin volverse mientras removía la olla con la cena de esa noche.
-No sé, la noto muy triste y cuando te oye llegar se pone nerviosa y empieza a recoger muy rápido. Nunca lo había hecho.
-Quizás es que tiene prisa por llegar a su casa.
-No... cuando llega está muy tranquila y a veces se le olvida que llegas. Ayer por ejemplo se dio un buen susto cuando te vio.


Lo recordaba. Estaban jugando con la consola y tenían que saltar para que el juego grabara sus puntuaciones. Para hacerlo más divertido, Edward le propuso saltar por toda la habitación y no solo en el mismo punto y ella accedió. Pero no se dio cuenta que él entraba y tropezó. La cogió a tiempo pero ese fugaz momento en el que sus ojos se cruzaron, en el que pudo sentir en sus manos de nuevo su cuerpo, había sido un tormento toda la noche. Más aún cuando recordaba los ojos de ella abiertos por la sorpresa y conteniendo una gran pena.


-Emilie nunca se ha portado así... a lo mejor tiene problemas...
-Seguro que no le pasa nada, Edward. No te preocupes.
-¡Pero es que le pasa algo! Papá, a veces se queda mirando a la ventana y se le escapan las lágrimas pero después me dice que le escuecen los ojos y que por eso...


James gritó y apartó la mano de la olla. Al escuchar a Edward relatarle el comportamiento de Emilie no podía más que pensar de quién era la culpa.


-¿Estás bien, papá? -Le preguntó Edward. James se miró la mano y comprobó que la quemadura no era demasiado grande.
-Si. Tranquilo. Me he despistado.
-¿Ves? A ti también te pasa, estás raro también. Tú nunca te haces daño.


James sonrió y le revolvió el pelo a su hijo.


-Si tanto te preocupa intentaré hablar con Emilie, ¿de acuerdo?
-¡Sí!



(Ƨ




James echó un vistazo desde el asiento de su coche a la puerta del edificio de Emilie. No se atrevía a salir del coche para ir a verla pero le había dado su palabra a Edward y no quería defraudarle.


Logan se había ofrecido a cuidar de Edward mientras él hablaba con Emilie, o lo que surgiera, según Logan. Pero sabía que no pasaría nada, no después de comportarse como lo hizo... se merecía una explicación por ello.


Un movimiento captó su atención y giró la cabeza hasta ella. Emilie caminaba con una bolsa entre sus manos llena de, por lo que veía, pan y dulces. Iba con unos pantalones vaqueros azules y una chaqueta roja que la protegía del frío que hacia esa tarde. No sabía lo que hacia los fines de semana pero no esperaba verla tan despreocupada un sábado por la tarde, esperaba encontrarla arreglándose para una fiesta, como normalmente hacían las personas de su edad.




Salió del coche dispuesto a interceptarla antes de subir al apartamento con ella para evitar malos recuerdos cuando se fijó en que un joven se acercaba a ella. Observó como Emilie se detenía y miraba alrededor. Su cuerpo se había tensado y no parecía muy contenta de ver a esa persona, quien quiera que fuera.



Π§Π




-¿Qué haces aquí?
-Vengo a verte... y a saber si es cierto lo que me han dicho.
-Lo que te han dicho... ¿quién?
-¿Tienes a otro?
-Eso no es asunto tuyo... -Contestó intentando esquivarle para entrar en el edificio. Alex se movió para impedirlo y ella tuvo que retroceder para no chocar con su cuerpo.
-Eres mi chica. Es asunto mío con quién flirteas.
-Primero, no soy tu chica; segundo, no flirteo y, en caso de que lo hiciera, tú no eres quién para decirme nada.
-Respondeme la verdad, Emilie. ¿Tienes a otro para complacerte?
-Vete a la mierda, Alex.


Alex levantó la mano y Emilie se encogió esperando el golpe. Tenía el mismo rostro que la vez que la golpeaba años atrás.


Oyó el gruñido de su ex novio y abrió los ojos para ver que forcejeaba con James. Éste le tenía doblado el brazo en la espalda y con su otro brazo le agarraba del cuello imposibilitándole cualquier movimiento.



-James... -Susurró Emilie.
-¿Te ha hecho algo? -Preguntó apretándole el cuello. Ella negó sin apartar la mirada de él.
-Sueltame hijo de puta... -Lanzó Alex.
-El único que hay aquí eres tú. No te vuelvas a acercar a Emilie, o lo pasarás mal.
-¿Este es el capullo que te jode, Emilie? -Le preguntó a ella.
-No le hables... -Siseó él.
-Emilie es mi chica. Más te vale alejarte de ella porque es mía. Y no me gusta que nadie toque mis cosas.
-Mira por donde, a mí tampoco. Así que te lo advierto, no te quiero ver al lado de ella.
-James, suéltalo... -Le pidió Emilie. -Tiene amigos influyentes. Él no suele venir solo por aquí, tiene que haber algunos por la zona.
-Que bien me conoces, nena. Así que si no quieres que tu polla andante acabe para el asilo de viejos será mejor que le hagas quitarme las manos de encima.


Emilie miró a Alex, su mirada furibunda puesta en ella. Aferró con más fuerza la bolsa para sentirse protegida de algún modo y se acercó a James. Su simple roce envió una descarga por todo el cuerpo pero la obvió. Necesitaba sacarlo de allí cuanto antes.


Él soltó a Alex y puso distancia para evitar que volviera a cogerlo.


-Pagarás por esto, Emilie. Te dije que no quería que te buscaras a nadie. La tuya es esta. -Le dijo señalándose sus propias partes.


James dio un paso adelante pero Emilie lo cogió del brazo deteniéndolo. Alex se echó a reír y se marchó mientras ellos dos se quedaban allí.

Una clase de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora