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Se fijó entonces en el bulto delante de ella y que ahora quedaba entre ellos dos.

-¿Edward? -Este se removió y Emilie le tapó la boca a James para que no hiciera más ruido. Cuando los dos se aseguraron del sueño profundo del pequeño se miraron. -Se suponía que iba a comportarse; hablé con él antes de irme. -Replicó apartando la mano de Emilie de su boca y besándola antes de soltársela.

-Ha pasado por algo muy difícil, James.
-Y tú estuviste muerta durante dos minutos. La herida todavía no está curada del todo y sigues débil.
-Estoy bien... -Protestó como una niña pequeña.
-No, no lo estás. Solo ha pasado una semana. -Contestó él acercándose más a ella para cogerle la cabeza y besarla en la sien. -Me diste un buen susto cuando te encontré en ese lugar...
-Lo siento...
-Más te vale. Porque no pienso permitir que vuelva a pasarte algo malo.
-James, yo... Helen... -Ahora fue el turno de él para taparle la boca impidiendo que salieran más palabras de ella.
-Duerme un rato Emilie. Ya hablaremos.

Ella asintió y abrazó con fuerza a Edward. Lo siguió con la mirada hasta que se tumbó en el sofá de la habitación y cuando sus miradas se cruzaron cerró los ojos para volver a dormir. Una lágrima cayó huérfana de sus ojos sin que se diera cuenta.

Νοσ'ε

Durante los siguientes días Emilie tuvo que acostumbrarse a tener consigo siempre a Edward, James o alguno de los compañeros de éste. No la dejaban sola en ningún momento y los médicos también se tomaban más en serio su trabajo con ella, vigilando en todo momento su evolución.

Suponía que todo eso era cosa de James pero era incapaz de sacarle la idea de protegerla cuando él no estaba cerca.

En ese tiempo, cada vez que trataba de hablar con James de Helen o de lo sucedido éste evitaba el tema o la hacía callar con sus besos.

Sus besos... se habían vuelto más posesivos, ardientes y necesitados. Cada vez que la besaba era como si un volcán explotara entre ellos y les costaba detenerse en esos momentos. Sus lenguas jugueteando en las bocas de ambos los llevaban hasta niveles extremos y después los dejaban anhelando mucho más. En los días que llevaba en el hospital James no intentaba avanzar más allá de los besos o unas caricias superficiales a pesar de los intentos de seducción que Emilie llevaba a cabo. Eso la frustraba bastante y en ocasiones como esas se enfadaba con él por contenerse. James solo la besaba en la sien y le sonreía como si fuera una niña pequeña.

Con Edward las cosas estaban como siempre. Iba al hospital todos los días después de comer y se quedaba con ella hasta la noche, momento en el que Logan o Julian, los dos compañeros más cercanos de James, lo llevaban a sus casas para pasar la noche.

James se quedaba con ella todas las noches. Y aunque Emilie le insistía que se tomará una noche libre y descansara en una cama, en ningún momento le hizo caso.

Κομπανία

-Señorita Faymour, con algo de suerte podrá salir mañana.

-Genial... -Acertó a decir sin mucho entusiasmo.

-¿Sucede algo?

-No... nada...

El doctor que la acababa de atender se encogió de hombros y salió de su habitación dejándola sola. Habían sido casi dos semanas de hospitalización y la  herida ya no implicaba ningún riesgo. Pero ahora que le daban el alta Emilie sintió su parte de culpa por James.

Miró hacia el armario donde días atrás James había metido algo de ropa de ella para cuando le dieron el alta y suspiró.

-_-

Sin hacer ruido, Emilie abrió la puerta de la habitación vigilando que James no se moviera del sofá. Estaba vestida y lista para irse de allí; no quería seguir atormentando a James ni a su hijo, no después de saber que ella, de forma indirecta, era también culpable de la muerte de Helen.

Apartó la mirada de James para cerciorarse de que no había nadie en el pasillo y fue cuando una mano le tapó la boca para impedirle gritar. Tiraron de ella hacia atrás chocando contra un torso duro y caliente.

-¿Dónde crees que vas? -Le susurró James en su oído.

Una clase de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora