Una clase de amor

27

James se quedó callado asimilando lo que acababa de decirle su hijo. ¿Habló con ella abres de morir? Todos esos años callando las últimas palabras de su madre; ¿por qué nunca confió en él?

-¿Qué te dijo Edward?
-"Haz que papá sea muy feliz. Ayúdale a encontrar a alguien... " ¡Y ahora se está muriendo!

Helen había pensado en él... James y Edward fueron las últimas personas en las que pensó... no pudo evitar que las lágrimas rodaran y apenas contenía la voz para hablar con su hijo.

-¿Por qué nunca me lo dijiste?
-Porque... porque quería hacerlo por ella. Era un secreto entre nosotros... y ahora Emilie...
-Emilie se pondrá bien. Estoy llegando Edward. ¿Puedes ponerle el teléfono?

Tras unos segundos tormentosos el irregular respirar de Emilie inundó el teléfono.

-¿Emilie?
-Lo siento James... -Sollozó. -No pensé que Alex...
-Shh... ya está, cariño. Dime, ¿qué tan mal estás?
-Me ha disparado... la bala me atravesó... pero no se si ha salido... estoy perdiendo mucha sangre...
-Aguanta. Por lo que más quieras no me dejes...
-James lo siento...
-Tú no eres quien tiene que sentirlo Emilie. Confío en tí; siempre lo he hecho.
-Alex metió a Edward... lo siento...
-No lo sabías. Deja de lamentarte y guarda fuerzas. ¿Oyes la ambulancia?
-No...
-Quédate conmigo Emilie... tengo miles de planes contigo, no me dejes... te quiero...
-Yo también te quiero...
-Emilie estás helada... -Comentó Edward. -No puedes dormirte.
-¡Emilie! ¡No te duermas! ¡Háblame!
-Me duele... -Gimió.
-Lo sé... te prometo que te pondrás bien pero ahora necesito a esa chica temeraria que me saca de mis casillas. ¿Está ahí?
-Me escapé bajando por las sábanas... -Comentó divertida. -Fue... emocionante.
-Si, seguro que lo fue. Pero pienso castigarte por esa temeridad.
-Te quiero James...
-¿Emilie?
-¡Emilie! -Gritó Edward. -¡Papá oigo la ambulancia!

James no esperó que Logan detuviera el coche, se lanzó fuera de él y corrió hacia donde su hijo salía. Lo abrazó con fuerza antes de correr hacia donde estaba Emilie.

-No... -Susurró al ver el charco de sangre que la rodeaba y su piel tan pálida y fría. -No me hagas esto, mi amor...