20

170 5 0
                                    

A oscuras en el salón de su casa, James contemplaba el jardín. Tenía en su mano un vaso con whisky a pesar de que a él no le gustaba beber. No pudo evitar tomar un trago de ese alcohol y volver a maldecir.

-¿Dónde estás Emilie? -Preguntó al silencio.

Después de recuperarse lo suficiente para ir a buscar a Edward, tuvo que aguantar el enfado de su hijo por dejar que Emilie se fuera y no verla ese día en sus clases. Durante todo el trayecto Edward no dejó de discutir con él y, al llegar a casa, dejó de hablarle. Ni una sola vez había conseguido que le dirigiera la palabra, encerrado primero en la habitación de estudios, y después en su propia habitación.

Si eso no fuera suficiente, la llamada de Logan alertándole que Emilie no había aparecido por su apartamento lo tenía en un sin vivir. No dudaba que habría ido a buscar a Alex pero, ¿bajo qué circunstancias? ¿Cómo su cómplice? ¿O era totalmente inocente?

James sabía que estaba diciendo la verdad, sus ojos no podían mentir nunca. Desconocía el arreglo de su coche y eso solo hacia que se sintiera peor. ¿Cómo había sido capaz de decirle esas estupideces?

Miró a la oscuridad reinante de su salón y cerró los ojos mientras se le escapaba un gemido. Su casa estaba vacía sin Emilie. No; su casa era Emilie.

Σɛϑυɛςτραδα

-¿Has hecho los deberes?

-...

-¿Cogiste la comida de la cocina?

-...

-Edward, por favor, dime algo.

Su hijo lo miró desafiándole para que lo obligara a hablarle y le volvió la cara. Estaban en el coche de camino al colegio y en todo ese tiempo no había escuchado ni una sola vez la voz de Edward.

-Emilie volverá, ya lo verás.

Un resoplido era todo lo que le dio.

Frenó el coche en el aparcamiento del colegio y antes de que pudiera evitarlo, Edward se quitó el cinturón y apeó del coche echando a correr hacia las puertas. Se quedó mirándolo con tristeza.

Edward no sabía los motivos ni la situación en la que Emilie se marchara; solo le había dicho que estaba en su apartamento y que necesitaba unos días para poner las cosas en orden. Pero su hijo era más inteligente como para saber que algo había pasado.

-¡Emilie no se iría sin despedirse de mí! ¡Prometió recogerme del colegio! -Fueron sus últimas palabras cuando llegaron a casa el día anterior. Y no había pronunciado ni una más.

Cogió su móvil y miró la pantalla. Desplazó sus dedos hasta localizar el móvil de Emilie. Ya no recordaba las veces que había intentado localizarla, ninguna con resultados exitosos.

Logan se ocupaba de obtener ayuda para rastrear el móvil y darles su dirección pero hasta ahora no tenía noticias de él.

Tras esperar todos los tonos y que la llamada se cortara, James dejó a un lado el teléfono y se dispuso a llegar a la oficina. Tendría trabajo atrasado y esperaba que el mismo alejara de su mente el sufrimiento por no saber dónde estaba Emilie.

Una clase de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora