19

168 6 0
                                    

-James...
-Ve tras ella Logan. -Le dijo apoyado con la frente en la pared. Tenía los ojos cerrados y las manos en puños. -Por lo que más quieras no dejes que coja el coche en ese estado; podría tener un accidente.
-Voy. -Respondió saliendo para detener a Emilie.

Minutos más tarde volvía a entrar con pesar.

-Lo siento James, se marchó antes de poder alcanzarla.

Dio un puñetazo en la pared y quedó la marca en la misma. Si le pasaba algo él...

-Te has dado cuenta, ¿verdad?
-¿Qué quieres decir?
-No la crees culpable.
-Es su coche, Logan.
-Pero dudas de alguien más. Solo la has tomado con ella porque estaba aquí. Si no, ese alguien hubiera sido yo.

James se dio la vuelta y dejó caer su cuerpo hasta el suelo.
-Aún si fuera ella la culpable, a estas alturas no sé si podría llegar a odiarla. La amo con locura, más incluso de lo que amé a Helen, Logan. Más aún...
-¿De quién sospechas?
-Su novio... su ex novio. -Corrigió al momento.
-¿Del que estamos protegiéndola?
-Si.
-Voy a investigarlo a fondo. Procura no hacer nada más para empeorar las cosas con Emilie.

James asintió sentado como estaba en el suelo. Se arrepentía de todo lo que le había dicho; ella no podía ser la culpable, y sin embargo, los miles de casos en los que llevaba trabajando le hicieron pensar en ella como tal. Podía ser hasta conocedora del delito y por eso se había ofrecido como profesora particular de Edward. No sabía qué pensar de ella.

-Emilie va a meterse en líos, Logan. Ocúpate de ella.
-¿Qué crees que va a hacer?
-Ir a por Alex.

Λο

Emilie empujó al hombretón que vigilaba la puerta e irrumpió en la sala donde Alex y sus "amigos" jugaban a las cartas y a otros entretenimientos que requerían más esfuerzo físico.

Alex, sentado en una mesa cuadrada con tres hombres más, jugaba una partida de cartas mientras fumaba. Cuando la vio se apartó éste de la boca y le sonrió.

-¿Has venido a verme, nena? ¿Por fin te has dado cuenta de quién te puede satisfacer?

Ella fue hacía él y cuando lo tuvo lo bastante cerca le propinó un puñetazo que hizo que cayera al suelo. Los otros hombres se levantaron raudos y la cogieron antes de que volviera a golpearlo.

-¡Suéltenla! Puedo ocuparme de ella solo.
-¿Seguro? No creo que nos hayas demostrado eso ahora mismo.
-Cierra la boca y ten más respeto con tu jefe. -Siseó él fulminándole con la mirada. -¿Y a ti qué te pasa?
-¡La mataste! ¡Fuiste tú!
-¿De qué diablos hablas?
-Hace dos años... cuando me pediste el coche...

La mirada de Alex era de conocimiento. Recordaba ese día y, por lo que intuía en sus ojos, también lo que estaba pensando era cierto. Él fue quien provocó el accidente y, con ello, la muerte de la esposa de James. Y ella tenía tanta culpa como él; si no le hubiera dejado el coche...

Alex la cogió del brazo con fuerza y la empujó a seguirle.

-Ven conmigo.
-¡Ni lo pienses! ¡No pienso ir contigo a ninguna parte! -Gritó tratando de soltarse.

Ejerció más presión hasta que Emilie chilló de dolor. Fue entonces cuando la cogió del cuello e inmovilizó.

-Vas a venir conmigo ahora.
-Vete al infierno. -Masculló ella.

Miró alrededor para ver a sus amigos observando como si esperaran que impusiera su poder y fuerza. Trató de empujarla para llevársela pero Emilie volvió a resistirse. Se volvió hacia ella con la palma abierta y la abofeteó manteniéndola en pie con su agarre.

-Ahora vamos a hablar tú y yo. -Sentenció tirando de ella sin miramientos mientras Emilie trataba de escupir la sangre que se le metía en la boca fruto de la herida.

Subió las escaleras llevándola a rastras y llegó hasta una habitación. Echó a Emilie en la cama y cerró con llave. Ella se volvió dispuesta a patearle lo que le pusiera delante si pensaba que iba a dejar que la tocara de ese modo.

-¿Cómo lo has descubierto? -Preguntó.
-¿Eh? -Estaba contrariada con esa pregunta.
-¿¡Cómo has descubierto lo del accidente!?
-Por el coche. Han averiguado que mi coche estaba implicado.
-¡Maldita sea! ¡Les dije que mantuvieran el pico cerrado! -Exclamó paseándose por la habitación de un lado a otro mientras se tiraba del pelo.
-Alex... ¿Qué hiciste?

Se volvió hacia ella con el rostro desencajado e, instintivamente, dejó de respirar.

-¿Quieres saber qué hice? ¿En serio?
-Tú no eras así, Alex. Pudiste haber...
-¡Cállate! ¡Tú no lo entenderías! -Acalló levantándole de nuevo la mano pero sin llegar a tocarla. -¿Quién más lo sabe?
-Nadie.
-No me mientas Emilie, sabes que nunca has sabido hacerlo.

Emilie mantuvo la boca cerrada. No pensaba decirle nada de James o de Logan. En cuanto a que la información la supieran otros, lo ignoraba.

-¿Ese maldito lo sabe?
-No. -Contestó manteniéndole la mirada.
-Dime entonces cómo te has enterado.
-Yo... he hecho averiguaciones.

La risa de Alex inundó la habitación y fue hacia ella tirándola de espaldas sobre la cama y aprisionándola bajo su cuerpo.

-Yo también he hecho averiguaciones, Emilie... ese James tiene un hijo, ¿verdad? -Las comisuras de su boca dibujaron una sonrisa triunfante.
-No te atrevas a hacerles daño.
-Y has estado todas estas semanas jodiendo con él. No te ha importado ni siquiera que los vecinos los escuchen y vean, ¿no? Siempre tan lanzada...
-¿Nos has estado vigilando?
-¿Crees que él puede darte placer y yo no? Esa tarde, en la ventana... -Emilie lo miró sorprendida. Él también había estado allí, los había visto y oído. -Te he dejado libertad pero ahora que has descubierto lo que yo quería ocultarte no tiene caso. Eres tan culpable como yo; era tu coche, al fin y al cabo.
-Yo no tuve la culpa, Alex. Fuiste tú.

La empujó con fuerza sobre el colchón haciendo que le fuera difícil respirar.

-Nos vamos mañana. Lejos de aquí. Te mantendré a salvo.
-Eres tú quien debe mantenerse a salvo. No he hecho nada.

Alex le pasó la mano por el cuello y apretó con fuerza. Emilie no podía respirar, sus pulmones le estaban ardiendo desesperados por algo de aire y su visión comenzaba a distorsionarse y formar puntos negros. Trató de arañarle pero las fuerzas la abandonaban.

Cuando cayó inconsciente Alex apartó la mano del cuello y comprobó su respiración. Trabajar con esos mafiosos le había dotado de algunas habilidades útiles.

Se separó de Emilie y fue hacia la puerta. Solo una vez echó la vista atrás.

-Eres mía Emilie. Siempre lo has sido.

Una clase de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora