Gélido

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Lo siento si soy inexpresivo, pero es que la casa se encuentra en remodelación. Doce de la madrugada. El indie no me gusta, pero sí que me tranquiliza. Hoy es viernes 13, la canción es hermosa, pero el día está horrendo.

Él se subió al mismo autobús, se sentó en el mismo lugar, esperó en la misma esquina de siempre, dirigiéndose hacia el mismo lugar, a la misma hora. Su aura emitía una luz tenue y sutil, no era apuesto ni mucho menos feo, pero atraía varias miradas.

Tiempos lluviosos eran, la costumbre de las gabardinas hasta las pantorrillas se hizo llegar. Los hoyuelos en sus mejillas, su ectomorfo y pálido cuerpo, unas pestañas que jurarías son postizas, unas cejas abundantes y que se extendían hacia las cienes, cabello ondulado y muy erizo -por tanto, viento que hacia allí afuera-. ¿Quién diría que aquel sujeto cargaría con tantos problemas, aunque parezca ser alguien muy feliz por fuera? Dime, ¿Quién lo pensaría? Nadie te lo juraría, te juzgarían a ti por aquella cara bonita.

La lluvia repentina hace que los días que ya me tenía previsto, bueno, eso no importa mucho. Tomé una taza de café como a eso de las seis, con todas las luces de la casa apagadas -disfruto de sitios con poca o nada de luz- algo extraño, ¿no? Sea cual sea tu respuesta, hacía mucho viento, tenía mucho frío o al menos mi cuerpo eso sentía.

Ahora son las 7:43 estoy a unos pasos de mi mejor amigo. A punto de decirle que existió un tiempo en el que me enamoré de él, ¿o eso creía mi corazón, mi mente? Nervioso no estoy, sino... ansioso, por cómo él vaya a reaccionar. Mis expectativas son algo simples, sin nada fuera de lo normal. Espero un silencio incómodo su respuesta, una mirada pensativa, seguido de unas palabras, y luego no hablar de ello hasta que cada uno llegue a su hogar.

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