Aun cuando la oscuridad se manifestó ante mí, y posó sobre mis hombros aquel lúgubre manto de niebla negra. Me dejé llevar, casi me arrastra a las profundas aguas del dolor.
No lo pude soportar por mucho tiempo, era muy pesado y tóxico, me enfermaba entre más tiempo lo tenía sobre mi cuerpo. Me volví en contra de aquella niebla negra, era muy difícil pelear contra esa cosa mientras me arrastraba a lo más hondo del océano, encima sin poder respirar, y sentir mi cuerpo muy débil, luché, luché, y luché sin descanso. Iba a morir ahí. Cuando toqué fondo, lo vi todo. Todo el mal que me había hecho a mí mismo y a las personas que tenía cerca, a quienes amaba, como los aleje a todos, y yo que decía que ellos eran los imbéciles, mientras que, en realidad, el imbécil era yo.
El manto se disipó, los pensamientos se volvieron más claros, y ya no quería estar ahí, comencé a ponerme de pie. Aun sin saber nadar intenté hacerlo, parecía que tenía éxito, pero, sentía que algo me ataba a esa corteza negra, eran algo así como unos látigos negros, muy finitos, pero increíblemente pesados y fuerte. Me ataron las extremidades, me sujetaron el cuello y del torso, de los codos, de las rodillas, de todo mi cuerpo. Esta cosa no me dejaría irme fácil, pero yo tampoco me quedaría aquí para siempre. Ya estaba harto de esta mierda. Volví mi coraje y mi odio, en una voluntad, en fuerza, el dolor era motivación, seguía y seguía forcejando. Mi cuerpo comenzó a desprender una luz azul clara, cada vez más brillante y fuerte. Una luz alta.
Los látigos dejaron de ser pesados, y yo di un tirón hacia la superficie al mismo tiempo que expulsaba hacia esa corteza negra toda mi luz. La incineraría en un instante. Y como torpedo salí disparado a toda potencia hacia la superficie, un vuelo hacia el despertar, hacia la libertad y plenitud. Al salir de ese océano sentí haber nacido de nuevo.
No dejaría que mi pasado tortuoso me consumiera y mi presente me destruyera. Hoy. Forjaré mi propio destino.
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Aversión
Short StoryCohibido en una fúnebre y solitaria esquina de mi confort. Es ahí, dónde las llamas de una fogata engendrada por mis ganas y la voluntad de velar por mi propia vida se esfumaban. Son consumidas por una oscuridad inconmensurable. Es ahí, dónde me sie...