CAPITULO 6 (Buscando a la amante)

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Esteban estaba de pie en medio del salón de su casa, maldiciendo en silencio a la multitud allí reunida. Las horas diurnas eran las únicas que podía pasar con Mary para intentar mejorar su compenetración. Sabía que aquella misma noche, ella iba a deleitar a todos los presentes con su belleza y su personalidad.

Así que había decidido aprovechar al máximo los momentos que pasaba con ella e iba a proponerle llevarla de picnic. Pero entonces empezó a llegar gente. Su hogar se llenó de visitas de curiosos que querían verlo a él y presenciar el estado de su escandaloso matrimonio.

Resignado, observó cómo su esposa servía refrigerios a las mujeres presentes. Estaba sentada en medio de la terraza, rodeada de rubias y morenas que palidecían al lado de su melena de color negro. Llevaba un vestido de cintura alta de color crema, un tono que combinaba a la perfección con su piel pálida y su cabello radiante. María estaba en su elemento y Esteban supo que, al margen de los motivos que lo habían llevado a contraer matrimonio con ella, Mary había sido una excelente elección.

Era encantadora y muy bien educada. Para encontrarla, le bastaba con seguir el sonido de las risas. La gente siempre estaba contenta cuando ella se hallaba cerca.

Como si hubiese notado que la estaba mirando, Mary levantó la cabeza y sus ojos se encontraron. Un ligero rubor se extendió por su escote hasta alcanzarle las mejillas. Esteban le guiñó un ojo y le sonrió, sólo para que ella se sonrojase más.

¿Cómo se le había pasado por alto hasta qué punto María destacaba por encima del resto de las mujeres?

Ahora le resultaba imposible no darse cuenta. Le bastaba con estar en la misma habitación para que le hirviese la sangre, una sensación que había creído que no volvería a sentir nunca. Ella intentaba mantener las distancias e iba pasando de una habitación a otra, pero él la seguía porque necesitaba avivar la llama que ardía siempre que la tenía cerca.

—Es muy guapa, ¿no cree?

Esteban se volvió hacia la mujer que tenía al lado.

—Sí lo es, excelencia. —Sonrió al ver a la madre de Mary, una mujer de famosa belleza. Estaba claro que su esposa iba a envejecer bien—. Se parece a su madre.

—Guapo y encantador... —murmuró lady Fernández devolviéndo la sonrisa—. ¿Cuánto tiempo vas a quedarte esta vez?

—El mismo que se quede mi esposa.

—Interesante. —La duquesa arqueó una ceja—. ¿Me permites el atrevimiento de preguntarte qué te ha hecho cambiar de opinión?

—¿No cree que basta con que ella sea mi esposa?

—Los hombres desean a sus mujeres al principio del matrimonio, milord. No cuatro años más tarde.

Esteban se rió.

—Soy un poco lento, pero creo que ahora empiezo a coger el ritmo.

Un movimiento le llamó la atención y, al volver la cabeza, descubrió a Bruno en la puerta. Se tomó unos segundos para pensar cómo debía reaccionar. Años atrás habían sido amigos, pero sólo a un nivel superficial. Esteban se disculpó y fue en su busca, y le dio la bienvenida con una sonrisa sincera.

—Bruno, tienes buen aspecto.

Y lo tenía, había perdido gran parte de los kilos que solía acumular en la cintura.

—No tanto como tú, Esteban —contestó el otro—. Aunque deja que te diga que tienes el torso de un campesino. ¿Acaso has estado cultivando los campos? —Se rió.

—De vez en cuando. —Esteban señaló el pasillo que conducía a la escalera—. Ven. Fúmate un cigarro y cuéntame en qué líos te has metido durante mi ausencia.

¿COMO ME FUI A ENAMORAR DE MI MARIDO? (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora