CAPITULO 13 ¿QUIÉN ERES?

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—No es verdad. —Eran pocas las ocasiones en que él me dejaba llevar las riendas, porque Esteban siempre prefería tener el control—. Yo he venido aquí con la intención de dormir una siesta. Eres tú el que siempre lo empieza todo y yo no tengo más remedio que seguirte la corriente para ver si así consigo apagar el deseo que siento por ti y puedo dormir un poco.

La parte posterior de los muslos de María chocó con la cama y él la cogió en brazos para tumbarla encima del colchón. Luego se quitó el albornoz y se le acercó como un depredador.

Ella se quedó mirándolo y se dio cuenta de que su sonrisa la tenía fascinada y el color de sus ojos y su cabello negro tan sedoso, que le caía sobre la frente. Qué distinto de aquel hombre tan serio y taciturno que María había encontrado en el salón de su casa, unas semanas atrás.

¿Era ella la causante del cambio? ¿Tanta influencia tenía sobre él?

Su mirada descendió.

—Esa mirada —dijo él serio— es el motivo de que pasemos tanto tiempo en esta postura.

—¿Qué mirada?

María batió las pestañas provocativamente, disfrutando de nuevo de aquellos momentos de humor que tanto había echado de menos. Siempre parecía haber tanta tensión entre los dos, que cuando desaparecía era todo un placer.

Esteban inclinó la cabeza y le lamió la punta de la nariz y luego colocó los labios encima de los suyos.

—Es una mirada que me dice «Fóllame, Esteban. Sepárame las piernas ahora mismo y poséeme, haz que mañana no pueda caminar de placer».

—Dios santo —exclamó María—. Es un milagro que pueda decir algo en voz alta si mis ojos son tan parlanchines.

—Hum... —Él cambió el tono de voz y utilizó el que avisaba que se avecinaban problemas—. La verdad es que yo pierdo la capacidad de hablar cuando me miras así. Me vuelves loco.

—Entonces quizá no deberías mirarme —sugirió ella, levantando las manos para acariciarle las caderas.

—Tú jamás permitirías que te ignorase, Mary. Te encargas de que me enamore de ti un poco más cada segundo que pasa.

¿Enamorarse? María se estremeció.

¿Era posible que Esteban sintiese algo por ella? ¿Quería que sintiese algo por ella?

—¿Y por qué iba a hacer yo tal cosa?

—Porque no quieres que me fije en otra.

La besó antes de que ella pudiese digerir lo que acababa de decirle.

Se quedó quieta y el beso de él la hizo estremecer. Su lengua acarició la de ella, se deslizó por debajo y bebió de sus labios como si fuese un néctar exquisito. Y durante todo ese rato, María no dejó de pensar en lo que le había dicho.

<<¿De verdad estaba utilizando el sexo para mantenerlo a su lado?>>

Cuando Esteban levantó la cabeza, tenía la respiración tan alterada como ella.

—No me dejas ni medio segundo para pensar en otra mujer. —Entrecerró los ojos ocultándole sus pensamientos—. Me llevas a la cama siempre que puedes. Me dejas exhausto y...

—Ja. Tu apetito es inagotable.

Pero su contestación, que había pretendido ser una réplica, sonó más a pregunta y a miedo.

¿De verdad había pasado de querer que él tuviese una amante a querer tenerlo para ella sola?

Con un único y grácil movimiento, Esteban se tumbó de espaldas y la colocó a ella encima.

¿COMO ME FUI A ENAMORAR DE MI MARIDO? (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora