CAPITULO 7 (Solo por esta noche)

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Protegida en la intimidad de su dormitorio, María le pidió a su asistenta que se retirase en cuanto terminó de desnudarse.

—Pero tráeme una copa de madeira —murmuró, mientras su doncella se inclinaba antes de irse.

Cuando se quedó sola, se sentó en la butaca orejera que tenía frente al hogar y pensó en Mendoza. Aquella situación era muy injusta para él. Enrique había sido muy bueno con ella, María lo adoraba y se odiaba a sí misma por estar tan confusa. Su madre le diría que no existía el monopolio del deseo y que la vida le había demostrado que eso era verdad. La duquesa creía que no había nada malo en desear a dos hombres a la vez. Sin embargo, María siempre había creído que una persona tenía que ser lo suficientemente fuerte como para resistir los instintos primarios si su pareja le importaba.

Varios minutos más tarde, un ruido la hizo volverse en dirección a la puerta, que se había quedado abierta, y vio a su doncella. Ella le indicó que pasase. En una mano, la mujer llevaba una bandeja con la botella de madeira y una copa, en la otra, un montón de toallas.

—¿Para qué son las toallas? —le preguntó María.

—Discúlpeme, milady. Edward me las ha pedido para el baño del señor.

Edward era el mayordomo de Esteban. Ya casi había amanecido y su esposo se estaba bañando para quitarse de encima el olor de sus actividades carnales, mientras ella estaba allí sentada, sintiéndose culpable. De repente se puso furiosa ante tal injusticia y se levantó para coger ella misma las toallas.

—Ya me ocupo yo.

La doncella abrió los ojos como platos, pero inclinó la cabeza y dejó la bandeja con la botella y la copa antes de irse.

<<Como entenderán estaba furiosa, muerta de celos>>

María: Cruce la estancia hasta llegar al vestidor y una vez allí, sin llamar ni pedir permiso, abrí la puerta que comunicaba con el baño de Esteban. Éste estaba tumbado en medio del jacuzzi con la cabeza apoyada en el borde y los ojos cerrados. No se movió ni un milímetro cuando entre y aproveche para observar con detenimiento su torso moreno y sus piernas musculosas. Todo su cuerpo escultural era visible a través del agua cristalina, incluido su impresionante miembro, que sólo noté de pasada.

Me excite al instante, lo que me puso de peor humor.

Esteban respiró hondo y de repente se tensó.

—Mary —susurró. Se quedó mirando los hermosos ojos de su esposa y no intentó taparse.

—¿Lo has pasado bien esta noche? —le preguntó ella sin rodeos.

—¿Y tú? —replicó él, apretando los labios al oír su tono.

—No, no lo he pasado bien. Y te echo a ti la culpa de que así haya sido.

—No me sorprende. —El silencio se alargó y el aire se llenó de las cosas que no se decían y del deseo que sentían el uno por el otro—. ¿Te lo has follado, Mary? —preguntó Esteban al fin, con la voz rota.

Ella le recorrió el cuerpo con la mirada.

—¿Lo has hecho? —insistió él al ver que María no decía nada.

—Mendoza había bebido y estaba melancólico. —«Mientras que Esteban se ha pasado la noche disfrutando en la cama de otra mujer.» Sólo con pensarlo se puso furiosa, así que le lanzó las toallas a la cara y giró sobre sus talones—. Espero que tú hayas follado por los dos.

—Maldita sea. ¡Mary!

Ella oyó el agua salpicando y echó a correr. Su dormitorio estaba cerca, podía conseguirlo...

¿COMO ME FUI A ENAMORAR DE MI MARIDO? (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora