- Cap 8 -

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Prontamente la solitaria calle se volvió residente de unas pisadas provenientes de un par de botas oscuras. Un chico con un gran abrigo sólo caminaba entre en solitario lugar con calma con la cara baja dejando que un par de cabellos morados cayeran a sus lados, parecía que el tiempo en esos momentos no importara a pesar de la reciente llovizna mojando su impermeable.

Poco tiempo pasó cuando aquel joven llegó a su casa, mediana y de un cálido color por el exterior, al llegar a la puerta, rebuscó entre sus ropas buscando la llave y al momento de ingresar un par de ladridos se escucharon a la lejanía.

De entre los pocos muebles que habitaban el lugar llegó hacia él un pequeño cachorro de apenas cuatro meses de edad, que al saber que su dueño había llegado no podía evitar brincar con alegría para recibirlo con cariño. Sacándole una sonrisa al instante, por lo que se agachó a la altura del canino para tomarlo entre sus brazos y encaminarse hacia el sillón de su sala, donde después lo acomodó con cuidado en sus piernas y comenzó a acariciarlo con ánimos por todos lados, alborotando en buen humor de su mascota, quien a los pocos instantes se paró en sus patas traseras para lamer su barbilla.

Una risueña risa salió de sus labios por el jugueteo del perro, sintiéndose completamente querido por ese pequeño animal.

-Es hora de comer- recordó después de un par de minutos, levantándose una vez el can bajó de un salto del sillón, parecía que también tenía hambre

No caminó bastante para llegar a la cocina, donde sacó una pequeña bolsa con croquetas poniéndolas en un plato de color verdusco con un hueso dibujado en él -Aquí esta muchacho- anunció una vez puso el plato en el piso, viendo como inmediatamente era comido.

Dejó que su mascota comiera mientras el calentaba la comida que sobró de la tarde en el microondas, el cual miró fijamente pensativo por varios segundos.

Apenas hace un rato se había encontrado con un chico tirado en el plena calle, solitario, con una gran cantidad de golpes por todos lados. Saber lo que le pudo haber pasado lo había hecho sentirse molesto, porque parecía que nadie iba a ayudarlo. Su corazón se tentó demasiado al verlo, porque pudo darse una idea de lo que le pudo haber pasado y fue gracias a ello, que su estómago se contrajo con dolor.

No quería imaginar el dolor que pudo haber sentido aquel chico.

Y sin importarle si no lo conocía, se encargo de arrastrarlo con esfuerzo hasta la esquina de alguna pared, para que este no estuviera más tiempo en medio de la calle. Al saber que no tenía con que ayudarlo, optó por ir con prisa a comprar algo a alguna farmacia cercana. Más el solo pensar que debía apurarse en ayudarlo lo más pronto posible, no lo hizo notar que al momento en que regresó el desconocido había despertado hasta el momento en que al poner el algodón con alcohol en alguna herida este saltó y se quejó por el ardor.

Aún recordaba que tuvo que pedir con pena que lo dejara ayudarlo.

Suspiró al escuchar el pitido del microondas anunciando que su plato estaba listo, por lo que abrió la puerta de este y tomó su comida para llevarla hasta su sillón, donde se sentó una vez prendió la tele y se sirvió algo que tomar.

Olvidando por unos momentos su extraña anécdota del día.

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El día siguiente se despertó en el sillón con su pequeño cachorro encima de su pecho durmiendo aún en el sofá, con pesadez limpio la saliva de sus labios y se levantó después de tener que despertar forzosamente al can.

Se puso de pie, se estiró y fue a bañarse con rapidez para no llegar tan tarde al colegio, no tenía idea de que hora era y prefería no meterse más presión si llegaba a ver el reloj. Una vez salió del baño, se vistió y tomo un par de monedas para comprar algo que desayunar en el camino.

-regreso dentro de un rato- le dijo a su mascota mientras dejaba platos con comida y agua suficiente para el animal en su ausencia

Se detuvo un par de segundos al ver por tercera vez que la puerta estuviera bien cerrada y al sentirse completamente seguro caminó deprisa hacia la institución donde en las puertas de entrada sabía le esperaría su más grande amigo. Un inusual chico pelirrojo que se levantaba temprano sabiendo que si dormía un poco más no volvería a despertar, era por ello que no era de sorprenderse al verlo solitario esperando la llegada pelimorado todas las mañanas.

Y exactamente como todas esas veces ahí lo encontró, recargado en la pared con la vista clavada en su celular sin presentar ninguna expresión en general, su cara seria en esos momentos no era algo que en el ojirojo no hubiera visto antes.

-Buenos días, Foxy- pronunció logrando que el chico quitara su mirada del aparato para verlo

-Llegaste enano- fue lo único que contesto, alzando la comisura de sus labios al verle -ya me estaba aburriendo de tanto esperar- dijo con una expresión de reproche solo para molestar

-Lo lamento, no puse la alarma y pues me desperté de la nada - contestó con calma bajando sus cejas poco a poco mientras hablaba -la verdad es que ayer no fue un buen día - declaró

-¿Y eso?- cuestionó el ojiambar que posicionaba sus brazos en su nuca mientras caminaban dentro de las instalaciones, escuchando con atención las palabras que salían de los labios del menor en estatura

-Ayer, había un chico tirado en plena calle. Al parecer por su complexión ha de tener uno o dos años menos que yo... Estaba tan herido y tan solitario... Que no puedo dejar de pensar en que le sucedió-

-¿Y como era?- volvió a preguntar, viendo como el menor lo volteo a mirar pensativo

-Moreno... Cabello azul- susurró expentante de la expresión del pelirrojo, el cual parecía pensar lo que le dijo

-Creo que lo conozco- dijo con simpleza

-¿En serio?- preguntó el pelimorado sorprendido -¿Sabes cómo...? -

-No sé su nombre, ni su dirección, mucho menos le he hablado, sólo lo topo de vista- aclaró deteniendo el torbellino de preguntas que podían avecinarse

Con un detenimiento interno el pelimorado suspiró con pesadez -¿Crees que puedas...?- susurró entorpeciendo sus palabras

-¿Quieres que averigüe sobre él? - afirmó más que preguntó, alzando una ceja con la vista fija aún en el otro -Muy bien, pero me debes un gran pudin- resoplo sin mucho interés, animando la actitud de el chico que asintió con seguridad el trato.

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Palabras: 1118

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