018|Ausencia.

94 14 5
                                    

Elizabeth.

Desde el tiempo que habia estado adaptándome a mi condición no había querido mantener a mi querido Sam en casa, tuve que inventar una alergia que seguro nadie creyó pero era lo mejor, había pasado unos cuantos días en casa de mi amiga Jessica y después en casa de la  amiga decoradora de mi madre pero ya era demasiado tiempo para mí estar tan lejos de mi mejor amigo, además ya sabía manejarme mejor.

Hoy en la mañana saldría en busca de mi cachorro aunque para todos ya era un adulto, jamas habíamos pasado tanto tiempo separados pero según Askary era lo ideal por que las mascotas podían sentir la ansiedad y estrés de las personas, y no sabíamos cómo podía reaccionar si dulce o agresivo conmigo.

Al llegar  toqué la puerta ansiosa por el recibimiento de mi perro, pero fue todo lo contrario, me recibió una señora Katherine que muchas veces había visto  muy carismática  con sus lindos lentes pero está vez tenía una extraña mirada, podría deducir que nunca la había visto con una mirada tan sobria.

—Elizabeth, estaba a punto de llamar a tu madre— dice en tono neutro tratando de fingir una sonrisa.

No sabía cómo reaccionar pero algo en mi me decía que estaba sucediendo algo malo.

—Hola señora Katherine, ¿cómo está ?— ignoré las palabra que había dicho anteriormente.

—Bien— respondió de forma cortante.

Me había parecido demasiada extraña su actitud, en el poco tiempo siempre había resultado ser una persona alegre pero estaba vez era todo lo contrario.

—Ammm señora Katherine vine por Sam— dije emocionada.

—¿Ahora?—solto sorprendida y luego cerró sus ojos—, bien pero tengo que decirte algo.

Sus palabras habían helado mis sentidos.

Dio paso para que pudiera pasar y al hacerlo me encontré con un flaco golden retriever tumbado sobre una camita de color azul, justo la que tenía el nombre de mi perro bordado en frente.

Quedé en estado de shock al observar aquella escena.

—Para eso necesitaba llamar a tu madre, Sam ha estado muy enfermo estos últimos días— dicen en tono compasivo.

Veía como respiraba con dificultad.
—¿Que tiene?— pregunté en un hilo de voz.

— El veterinario dice que es una bacteria que se alojó en su estómago, al parecer comió algo que no debía.

No sabía que hacer solo me quedé parada mirando a mi querido amigo que al escuchar mi voz alzó su mirada. A pesar de sentirse tan mal me miraba con ternura, sus hermosos ojos color marrón me observaba de tal manera que tenía la necesidad de llorar.

—¿Cuanto tiempo tiene así?— solté de manera brusca, en ese momento no estaba para ser amable con nadie.

—Una semana— soltó con pena.

—¡Tanto tiempo! Y en todo ese tiempo usted no pudo llamarnos para decirnos que ocurría con mi perro— solté irritada.

—Eliza sé que estás molesta en este momento pero no tengo la culpa, yo le había avisado a tus padres el mismo día que noté que algo andaba mal— dijo escudándose.

Después de aquello llamé a mi padre para que nos llevará a mi Y a mi mejor amigo a casa, había pasado una hora y ya mi padre estaba afuera, con su ayuda subimos al que llamaba mi "bebé" al auto.

—Elizabeth, debo decirte que lo más probable es que no pase de está noche— dijo Katherine posando su mano en mi hombro y luego alejándose para entrar en su casa.

Oscuridad Total ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora