027|Consecuencias.

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Askary.

Estaba seguro de lo que queria hacer y era besarla, sentir por ahora sus cálidos labios, su corazón acelerado cerca de mí pecho, su temperatura.

«Disfruta mientras puedas Askary, ella sabrá lo que realmente eres».

La cercanía que teníamos la tuve que romper al escuchar en mi mente la desagradable voz de ese Vampiro.

Me disculpé con Elizabeth por lo que estaba a punto de hacer, pero no era en sí por el beso, era más bien por dejar de estar alerta y sucumbir a ese deseo, por bajar la guardia sabiendo el peligro que corriamos, porque aunque sea inmortal no estaba excento de eso.

Terminamos de bailar y sabía lo incómoda que se sentía Elizabeth, eso hacía entender su expresión corporal.

Pero no podía ya aguantar la irá contenida al notar como se aproximaba Conrad junto con la madre de mi acompañante.

«No se quién es más apetecible, si la mamá o la hija... Debería de probarlas, ¿no crees ?»

Retrocedí un poco al escuchar aquello y Elizabeth lo notó, tal vez sonaba a broma pero con él nunca se sabía.

Estando cara a cara Elizabeth me presento a su madre. Una mujer muy hermosa, un poco bajita diría que de un metro sesenta, cabellos negros, facciones finas y se le notaba lo dulce que era como persona por la manera en que reaccionó.

Estaba incómodo, molesto y necesitaba quitarle la máscara a ese imbécil, que con mucha facilidad y gracia saludó a mi creación como si fuera el hombre más amable del mundo.

Era mi turno de saludar y la tensión se podía sentir en el aire, por un lado Elizabeth me miraba extrañada y por el otro Conrad tenía la mano extendida   con una sonrisa sinica.

«Vamos mi tan apreciado Askary, ¿Qué? ¿Ahora Me tienes miedo?».

Odiaba que se metiera en mi mente cada vez que le daba su gana.

Así que estreche su mano con fuerza, demasiada, ¡quería rompersela! pero me contuve por el lugar en donde estaba.

«Hazlo, arráncame la mano de una sola vez».

Sonrió con malicia.

«Así la pequeña creación se dará cuenta de lo malvado que eres».

Solté su mano y su mirada era de triunfo, se disculpó y marchó a seguir engañando a los demás invitados.

Mi creación, tan curiosa como siempre, no se aguantó en preguntar si estaba todo bien, me estaba debatiéndo en si comentarle algo o no,  pero si ella se enterase de quién es el acaudalado empresario español en realidad correrían peligro todos.

Le mentí, aunque no era lo correcto, tenía que hacerlo.

Después de unas horas Elizabeth estaba en su momento, se estaba divirtiendo y yo junto a ella, para que así no se siguiera siento incómoda.

El DJ cambió radicalmente  la pista que sonaba por  el flamenco, la música española que desde hace mucho tiempo no bailaba.

Busqué a Elizabeth y la invité a bailar pero se negó de imendiato, haciéndome entender que nunca había escuchado ese tipo de música, se disculpó y caminó hacia los baños.

Quede unos segundos mirándola, cerciorandome de que Conrad no se acercará a ella.

—¡Hey ragazzo!, ¿sabéis bailar ?—preguntó una voz femenina en un perfecto Español detrás de mí.

Volteé y me encontré con la mirada espectante de una mujer de no más de treinta años, de un metro setenta, esbelta, piel bronceada y cabello marrón.
La miré un segundos y negué. Sabía  bailar muy bien el flamenco, pero no tenía tiempo de estar bailando con extrañas, sabiendo que el lobo estaba suelto acechando a su presa.

Oscuridad Total ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora