024|Hora del show.

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—Café estaría bien, gracias—dije extrañada. 

La chica se marchó.

Ahora mientras tenía una preocupación menos que era estar lista a tiempo analizaba mi "transformación" "metamorfosis" o como sea que le quieren llamar.

Sí está mañana  había salido volando hacia mi habitación ¿Por qué cuando venía caminando me había dado un calambre? A lo mejor era falta de costumbre a esta nueva etapa en la que estoy.

—Disculpe señorita, ¿tiene algún peinado en mente o prefiere que improvise?— dijo la estilista sacándome de mi burbuja.

—Ammm, en realidad no tengo nada en mente, ¿Le parecería improvisar ?— dije apenada mirandome al espejo torciendo en gesto.

Había pensado en tantas cosas pero ninguna era el estilo de peinado que quería.

—Si es su deseo con gusto le haré algo que la haga ver más hermosa—soltó risueña la estilista.

Esta chica me agradaba más que la otra y no había sido por el cumplido, sino que era más amigable.  Le expliqué de manera breve a que evento iría y la hora para que tuviera una idea de cómo podría ser el peinado.

Mientras la chica empezaba a hacer su magia otra me arreglaba las uñas, parecía que estaban atendiendo a una  especie reina por la atención que  tenían con los detalles, cada quince minutos iba la recepcionista a preguntarme si se me ofrecía algo o si me sentía bien con la estilista.

Era agobiante la excesiva atención con la que me trataba, muy contradictorio si me pongo a pensar de la manera grosera con la que me atendió  al principio.

Había pasado una hora y gracias al cielo habían terminado, al mirarme en el espejo quedé asombrada con lo que había hecho en mi cabello, tenía el cabello recogido pero no lo suficientemente haciendo que salieran unos pequeños mechones de cabello al los lados y al frente, también tenía un grande tejido que pasaba del costado izquierdo de mi cabeza hasta caer detrás de mí oreja, no era un peinado tan exagerado pero tampoco tan sencillo, en pocas palabras era perfecto.
Pagué a la recepcionista por el peinado y luego salí, miré el reloj y marcaban casi la una de la tarde. No tenía nada importante que hacer, salvo llegar a la casa antes de las cuatro para tener tiempo de vestirme y maquillarme.

No había pedido maquillarme en la peluquería porque simplemente no me gustaba, no siempre te maquillaban como querías y terminabas con un desastre en el rostro, no  quería arriesgarme.

Tenía unas horas para despejar mi mente, así que aprovechando el momento fui a almorzar, caminé hasta los puestos de comida y observaba momentáneamente cada uno para decidirme.

—Ummm, ¿comida francesa? ¿china? ¿Española? A ver Elizabeth que se te antoja—me pregunté en voz alta mientras seguía parada.

—Deberías de probar la comida francesa, me han dicho que es muy buena—dice un chico detrás de mí.

Sabía a quién pertenecía  esa voz.
—¿Antuan?— giré rápidamente—, ¿acaso me estás siguiendo?—solté  con sorna

—Pues... En mis tiempo libres me gusta  seguir a las personas— dijo encogiéndose de hombros—, además de que también es mi hora de almuerzo.

—Tu hora de almuerzo terminó hace una hora— recalqué

—Lo se pero decidí salir después y así poder almorzar contigo— balbuceo nervioso.

Oscuridad Total ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora